Los andinos del Norte Grande de Chile constituyen aún en la actualidad un grupo étnico claramente diferenciado de la sociedad nacional, a pesar de estar envueltos en un proceso de subdesarrollo progresivo, donde se destaca la pérdida de la tecnología tradicional (de construcción, agro-ganadera, alimenticia y medicinal); la división de la comunidad en dos bandos religiosos (Guerrero, 1995), católicos y pente-costales; una estructura familiar atomizada que cada día va perdiendo sus funciones socializadoras por injerencia de la Escuela Nacional; corrientes migratorias hacia la ciudad, etc (Van Kessel, 1980). En términos culturales, esta sociedad aún reproduce un estilo de vida tradicional. Persisten las ceremonias reli¬giosas, como las Fiestas Patronales o de la Comunidad, el culto a la Pachamama o Madre Tierra y otras variadas manifestaciones de la vida religiosa andina (Vilca, 2012). El idioma nativo aún lo hablan los adultos, no así los niños que, por influencia directa de la Escuela Nacional no lo aprenden. En esta se enseña el castellano y el inglés, y el uso de la lengua aymará en muchos de los casos es sancionado con el castigo. Sólo a partir de los años 90 del siglo pasado, de han hechos esfuerzos por recuperar la lengua. Organismos del estado, universidades han sido las principales motivadoras de esta idea, y las comunidades organizadas también han colaborado en este proceso. En los años 80, al Ong Crear hizo esfuerxoa sostenidos por revertir la situación (www.crear.cl).
La erradicación del idioma aymara acarrea un pauperismo cognoscitivo y comunicativo respecto a todo su ámbito de significados y contenidos relacionados al propio ambiente ecológico andino, a su trabajo, tecnología autóctona, costumbres, cultura y cosmovisión.
Se Extingue La Lengua
Además, toda la ritualización del castellano, principalmente a cargo de los pentecostales y otros grupos de corte modernista -que casi lo definen como «lengua sagrada»– empobrece a éste porque en el ambiente andino, el castellano no ofrece vehículos alternativos de comunicación propios de lo aymará. Estaríamos así en el umbral de una cultura sin su propia lengua, y de una cultura con una lengua prestada pero irremediablemente pobre.
Antes de la llegada de los incas este grupo habitó toda la extensión del Norte Grande: la cordillera, precordillera, depresión intermedia –llamada pampa– v la costa. Este tráfico vertical le permitía operar zonas ecológicas, como dice John Murra, variadas y situadas a diferentes alturas sobre el nivel del mar. Este control efectivo de las tierras y recursos ubica¬dos en distintos pisos ecológicos, les dio acceso a bienes diversificados y suficientes. La percepción y el conocimiento que el hombre andino adquirió de sus variados ambientes natura¬les, le otorgó la posibilidad de combinar una increí¬ble cantidad de nichos ecológicos en un solo macro-sistema económico. John Murra (1975) lo deno-minó «Archipiélago Vertical». Consistía en que cada una de las etnias hacía un esfuerzo continuo para asegurarse el acceso a los beneficios que ofrecían los distintos pisos, que semejaban ‘islas’ de recursos y que se colonizaban con la misma gente de la etnia, a pesar de las distancias que le separaban de su centro de mayor población donde, por lo general, residía el poder y la autoridad de ésta.
Llegan Los Españoles
Las «islas» colonizadas estaban separadas físicamente del centro, pero mantenían un estrecho y estable contacto social, además de un continuo tráfico, con la que formaban un archipiélago. Las relaciones entre el centro y las «islas» colonias eran de reciprocidad y distribución, lo que aseguraba el funcionamiento óptimo del sistema. El trueque y el comercio eran actividades marginales que existían mientras el «archipiélago» era deficiente o no funcionaba.
Si la verticalidad no podía realizarse, el trueque siempre presente al margen del sistema aumentaba en importancia. Comúnmente, la mayor parte de los cambios y del tráfico de bienes se realizaba al interior de un archipiélago y entre los segmentos de una misma organización económica y política. Así, la complementariedad de recursos era un hecho cierto; el tráfico vertical de la cordillera a la precordillera, a la pampa y a la costa, permitía el complemento para un equilibrio en la dieta alimenticia. Con la llegada de los españoles, este sistema se desarticuló y siguió vigente hasta donde la cohesión de la sociedad así lo permitió. Con el aparecimiento del mercado, termina por descomponerse, adqui¬riendo la modalidad de una neo-verticalidad.
La presencia del español empujó los aymaras hacia la alta cordillera. El altiplano fue conceptualizado como zona de refugio, ya que en este la cultura aymara pudo seguir practicando sus creencias y sus costumbres. Este arrinconamiento geográfico es producto, por una parte, de la ocupación de los españoles de los mejores terrenos y climas. Tal es el caso de los asentamientos coloniales de Pica, Matilla, Camiña, Sibaya, etc. Por otro lado, fue un signo de rebeldía, ya que muchos aymaras se negaron a pagar los fuertes tributos que la Corona les exigía, y también por escapar de las deudas contraídas con los comerciantes españoles.
La creación de las naciones como Chile, Perú y Bolivia, los aymaras del Norte Grande debieron redefinir sus fronteras. Y esto se profundizó aun más con la guerra del Pacífico. Son sometidos a un profundo proceso de chilenización, a través de la escuela, el servicio militar obligatorio, entre otros. Durante la dictadura militar de Pinochet este proceso se agudiza. Bajo los dictados de la geopolitica se instalan las Escuelas de Concentración Fronteriza y se crean nuevas comunas como la de Colchane que altera el diseño tradicional del territorio andino. La idea es que al ser un territorio conquistado, precisa aumentar su población para defenderla en caso de guerra.
Finalizada la dictadura militar de Pinochet, el pueblo andino (aymaras y quechuas) empieza a ganar espacios en la sociedad civil. A través de la Conadi canalizan muchas de sus demandas. El estado desarrolla variadas políticas públicas para mejorar sus condiciones de vida. Las unversidades, ofrecen programas, inspirado en la interculturalidad, para robustecer su cultura. Se inyectan recursos para enseñar la lengua nativa, se loigra sensibilizar al sistema de salud oficial para que considera la medicina andina, entre tantas otras consideraciones.
Los Quechuas: de la Invisibilidad a la Visibilidad
Desde los años 90, varias comunidades de la zona de quebradas y oasis empiezan a tomar conciencia de su pertenencia étnica. Se auto-definen como quechuas y reclaman ante el estado y la Conadi un trato como tal. Comunidades como Mamiña, Macaya, Iquiuca, Quipisca, Parca, entre otras lideran este proceso.
Para saber más
Van Kesel, Juan
Holocausto al progreso. Los aymaras de Tarapacá.
Cedla. Amsterdam. 1980
Guerrero. Bernardo
A Dios Rogando, aymaras católicos y aymaras evangélicos en el altipano chileno.
Free University Press.
Amsterdam. 1995
Podestá, Juan y otros
Educación y saber Andino
Crear, Pratec y Cebiae.
Iquique, 1991
González, Héctor y Guerrero, Bernardo (eds.)
Desarrollo andino y cultura aymara en el Norte de Chile
Taller de Estudios Aymaras (TEA) y Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Crear).
Iquique, 1990
Vilca Ticuna, Javier
Al Reencuentro con la Pachamama
Editor: Jaime Peña Donoso
Iquique, 2012