Gustavo Fiamma Olivares

“Y entonces fue cuando Riquelme, brazo heroico, alma de luz, la muerte viendo, hizo repercutir el ronco estruendo del postrer cañonazo” (Rubén Darío, Canto épico a las glorias de Chile, Imprenta El Globo, 1918, p. 29)
I.-ANTECEDENTES FAMILIARES DE ERNESTO RIQUELME VENEGAS (1850-1879)
Nacimiento
Según la mayoría de los autores, Ernesto Riquelme Venegas habría nacido en Santiago el 14 de abril de 1852. Sin embargo, el historiador don Patricio Labarca Riquelme, en un espléndido estudio, “El héroe y el escritor (los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia)”, publicado en la Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, p. 45, concluye que, Ernesto Riquelme Venegas, nació en Santiago el 15 de julio de 1850 y no el 14 de abril de 1852, teniendo en cuenta el libro de bautismos de la Parroquia El Sagrario.
Estoy de acuerdo con don Patricio Labarca Riquelme, toda vez que, habiendo examinado la partida de bautismo en formato digital, pude deducir que, en realidad, como lo sostiene el citado autor, Ernesto Riquelme nació el 15 de julio de 1850 y no el 14 de abril de 1852. En dicho documento, se dice que fue bautizado el 19 de julio de 1850, cuatro días después de su nacimiento, el que habría ocurrido, por tanto, el 15 de Julio del año antes mencionado. El texto de esa partida, expresa:
“En la Ciudad de Santiago de Chile en diez i nueve de Julio de mil ochocientos cincuenta, nuestro Teniente Cura Dn. Juan de la Cruz Silva, baptizó, pusó Oleo i Crisma á Ernesto Buenaventura Riquelme de cuatro días nacido hijo legitimo de Dn. Jose Riquelme, y Da. Bruna Benegas, Padrinos Dn. Miguel Santos i Da. Petronila Fernandez de Humeres, de que doy fe”.
Rúbrica del Sr. Prebendado Dn. Manuel Valdez” (Parroquia “El Sagrario”, Libro 48, a fojas 54 vlta.).
Agradezco al distinguido Abogado, don Samuel Correa Meléndez, por ayudarme a desentrañar el significado de algunas abreviaturas, como las correspondientes a: “Prebendado” y “Teniente Cura”.
Los padres del héroe
“Ernesto Riquelme era hijo de “un taquígrafo parlamentario, don José Riquelme Oróstegui, y de una profesora, doña Bruna Venegas García, quien tuvo escuela en su propio hogar, según parece desde fines de 1852. Para el año 1853 avisaba doña Bruna en el Progreso (7 de febrero) que en su colegio serían profesores de francés, gramática castellana, aritmética y geografía don Fernando Zegers, de cosmografía e historia don Gregorio Víctor Amunátegui, de caligrafía don José Riquelme y de nociones de piano la directora. El colegio entonces funcionaba en la calle de Huérfanos núm. 11” (en Introducción biográfica de Daniel Riquelme por don Raúl Silva Castro, en el libro “La revolución del 20 de Abril de 1851”, obra de Daniel Riquelme, Editorial Andrés Bello, 1966, p. 6).
Recaredo S. Tornero se refiere a los “colegios particulares”, y entre ellos al Colegio de la madre de Ernesto Riquelme. Al respecto, señala:
“Santiago cuenta con varios colegios particulares los que, por su excelente dirección y extenso plan de estudios, pueden considerarse de primer orden, y entendemos que es lo mejor que a este respecto existe en nuestro continente. El número total de las casas de educación, situadas en la parte urbana de la ciudad, alcanza a 95, cincuenta para hombres y cuarenta y cinco para mujeres. En todas se suministra la enseñanza preparatoria y en muchas de ellas la secundaria y varios ramos de la instrucción superior.
Los colegios de niñas, como ya hemos dicho, son 45, y entre ellos los que merecen particular mención, son el de las Monjas francesas, situado en la calle de Santa Rosa, a donde concurre la aristocracia de Santiago, y el colegio de la señora Bruna Venegas de Riquelme, en la calle de Huérfanos. El primero solo recibe internas; el segundo recibe además externas.
En los colegios de niñas se enseña la música y el canto, pero no el baile (Recaredo S. Tornero, Chile Ilustrado, Valparaíso, Librerías y Agencias del Mercurio, 1872, p. 82).
Según Benjamín Vicuña Mackenna, la señora Bruna Venegas García, la madre de Ernesto Riquelme, era “una mujer cumplida, que ha ennoblecido durante treinta años el trabajo de la inteligencia por la enseñanza”, (Benjamín Vicuña Mackenna, “Ignacio Serrano y Ernesto Riquelme, en Revista Chilena, t. XIII, 30 de mayo de 1879, p. 563).
Esta extraordinaria dama, nacida el año 1824 en Valparaíso, falleció en Santiago, el 20 de febrero de 1899 (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, p. 56)
Don José Riquelme Oróstegui, como se dijo antes, era taquígrafo de la Cámara de Diputados. Así se desprende del texto de la sesión 15.a ordinaria de 1° de Agosto de 1857, que señala:
“Aprobada el acta de la sesión anterior, se leyó un oficio del Presidente de la República, participando quedar impuesto de la nota en que se le comunicó la muerte del primer taquígrafo de esta Cámara, don José Riquelme: se mandó archivar”.
También, José Riquelme Oróstegui, fue profesor de caligrafía en el colegio de su cónyuge, doña Bruna Venegas García. Así puede verse en el “Progreso” del 7 de febrero de 1853.
“Los diez años de paz interior, corridos entre 1831-41, la sensación de seguridad que había producido el régimen portaliano, el bienestar económico que se siguió al descubrimiento de Chañarcillo y la influencia intelectual de hombres tales como: D. José Joaquín de Mora (Cádiz 1783-1864 Madrid) y de don Andrés Bello y López (Caracas 1781-1865 Santiago), dieron origen al conocido Florecimiento Literario de 1842.
Este movimiento estaba constituido, entre otros, por numerosos jóvenes en su mayoría estudiantes del Instituto Nacional, entre 18 y 23 años, en que destacaban: don Eusebio Lillo Robles, don Aníbal Pinto Garmendia, don Domingo Santa María González y, entre otros, uno de nuestros protagonistas, don José Riquelme Oróstegui; quienes suscitan la creación de La Sociedad Literaria. Entre don José Riquelme y don Eusebio Lillo existirá una gran amistad que los unirá a lo largo de sus vidas.
Riquelme Oróstegui era un joven ilustrado, serio y trabajador hasta tal punto que ocupaba tres cargos que cumplía eficazmente a la vez. Era profesor del Instituto Nacional, taquígrafo de las cámaras legislativas y funcionario de la Intendencia de Santiago; aparte de las actividades culturales en que siempre participó.
Su condición de educador y su vasta cultura le permitieron ejercer diferentes disciplinas en distintos colegios de Santiago, siendo su asignatura favorita la de caligrafía. De la taquigrafía hizo su especialidad, preparando a todos los jóvenes de la época que se interesaran en estas prácticas. Su afición a las artes le acercó a la música, donde tuvo la oportunidad de conocer a una estudiante dc piano, que al poco tiempo se convertirá en su esposa, Da. Bruna Venegas y García. También a ella la atraían profundas inquietudes culturales, que desarrollará en diversas actividades” (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, p. 43).
Don José Riquelme Oróstegui, nacido el año 1824 en Santiago, falleció en esta misma localidad, el 19 de julio de 1857 (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, p. 56).
Sus hermanos
Del matrimonio Riquelme Venegas nacieron cinco hijos: Clara Florentina, Ernesto Buenaventura, Daniel Patricio y Eduardo Antonio. Se sabe sólo de la vida de tres de ellos. De los restantes nada se ha logrado saber. Al parecer, la hija mayor fue D. Clara Riquelme Venegas, de quien se desconoce su destino y del quinto hijo hasta su nombre es una incógnita (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, ps. 44-45).
II.-ERNESTO RIQUELME VENEGAS Y SUS ESTUDIOS
“El joven mártir heredó de su padre, don José Riquelme, el primer taquígrafo que hubo en Chile, una naturaleza rica en entusiasmo y en amor al arte” (Benjamín Vicuña Mackenna, “Ignacio Serrano y Ernesto Riquelme, en Revista Chilena, t. XIII, 30 de mayo de 1879, p. 563).
Sus primeros estudios
Como se dijo antes, su madre era directora de un colegio que funcionaba en su propio hogar. Allí Ernesto Riquelme realizó sus estudios primarios (en Daniel Riquelme Venegas, memoriachilena.gob.cl).
El joven Ernesto hizo sus estudios de humanidades en el Instituto Nacional y se graduó de Bachiller en 1870 (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, armada.cl).
“Era un muchacho muy inclinado a las cosas del mar, tenía, asimismo, una marcada afición por la música, arte de su predilección. Igual cosa ocurría con la literatura y su despertar juvenil lo inclinaba hacia la poesía. Colaboró con el periódico «El Alba«, donde los alumnos del Instituto Nacional publicaban artículos literarios” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme en “armada.cl).
Su hermano Daniel, que también estudió en el Instituto Nacional, cuando estaba “en su cuarto año, publicó “El Alba”, periódico literario estudiantil en el que colaboraron, entre otros, los escritores Valentín Letelier (1852-1919) y Pablo Garriga (1853-1893)” (en Daniel Riquelme Venegas, memoriachilena.gob.cl). Ernesto Riquelme, también escribió en “El Alba”. Así,Benjamín Vicuña Mackenna, en el prólogo del libro “La Esmeralda, corona poética de los héroes de Iquique”, recopilación hecha por Pedro Nolasco Préndez, Imprenta de la República de Jacinto Núñez, junio 1879, página 5, transcribe uno de sus versos: “Ya el cielo aquél oscurecen Las nubes que el viento empuja” (Ernesto Riquelme, “El Alba”, 1870). “En abril de 1871, publica en la segunda edición del periódico “El Alba” una composición poética” (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos N° 36, 1991-1992, p. 47). Desgraciadamente, nos ha sido imposible encontrar dicho periódico.
Estudios superiores
“No obstante poseer inclinaciones marineras, siguió la carrera de Derecho y mientras estudiaba esta carrera, conoció a un Oficial de Marina que, con grandes sacrificios, por residir en la ciudad de Valparaíso y hallarse la mayor parte del tiempo embarcado, también esperaba titularse de Abogado, naciendo entre ellos una gran amistad. Este marino era el Capitán de Corbeta Arturo Prat Chacón, de trato atrayente y de vasta cultura, lo que habría de influir en el ánimo del joven Ernesto, a quien se le despertó el semidormido amor por el mar.
Por ello decidió dejar sus estudios e ingresar a la Armada. Su decisión la tomó por sí mismo, en ningún caso por intervención de Prat, sino porque su espíritu entusiasta y romántico lo llevó a incorporarse a una institución cuyas acciones son reguladas por el mar” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme, armada.cl).
Según Benjamín Vicuña Mackenna, “en 1874 había hecho ya la mayor parte del curso de leyes” (Los héroes de Iquique, en Revista Chilena, t. XIII, Jacinto Núñez Editor, Imprenta de la República, 1879, p. 563).
III.-RIQUELME BOMBERO
“En 1871 su espíritu de abnegación lo llevó a incorporarse a la 2ª Cía. “Bomba Sur” del Cuerpo de Bomberos de Santiago, siendo aún un estudiante de Derecho. Al ingresar a la “Segunda” su número de Registro en la Compañía fue el 444. Ya incorporado a la actividad bomberil en pleno, como voluntario se ganó pronto el aprecio de sus jefes y compañeros. Era un bombero eficiente e intrépido en los incendios, ocupó el cargo de Ayudante accidental y formó parte en una de las secciones de gallos de la Compañía. Era un joven alegre, tocaba el violín con gran maestría y tenía aptitudes literarias, que eran compartidas por su hermano menor don Daniel Riquelme, quien siguió los pasos de su hermano mayor y se incorporó como voluntario de la compañía entre los años 1876 a 1886 y ocupando el cargo de secretario. Los oficiales de la 2ª Cía. ven entre sus innumerables cualidades como bombero, su inmensa vocación de servicio y compromiso con la noble causa bomberil, siendo ejemplo para sus compañeros por la pasión y responsabilidad con que toma su cargo de bombero voluntario” (Carlos Carvajal Araya, editor, “Ernesto Riquelme Venegas: hijo, bombero voluntario y marino ejemplar”, Valparaíso 1851, historia de los bomberos de Chile, lunes 18 de mayo de 2015, http://valparaíso-1851.blogspot.com/2015/05/ernesto-riquelme-venegas-14941852_18.html).
Al ingresar a la Escuela Naval debió renunciar al voluntariado en la Bomba Sur, que más tarde pasó a llamarse la Segunda Compañía de Santiago. En ella prestó servicios desde noviembre de 1871 hasta abril de 1874.
En el texto de su renuncia, de fecha 17 de abril de 1874, el voluntario Riquelme, con emotividad, manifestó lo siguiente:
“Señor Secretario de la 2da. Cía de Bomberos
Santiago, abril 17 de 1874
Muy señor mío:
Debiendo ausentarme por un tiempo indefinido de esta capital, y no pudiendo por consiguiente seguir desempeñando en la Compañía el honroso puesto de Voluntario, me veo en la dolorosa necesidad de presentar mi renuncia. Al poner esta resolución en conocimiento de Ud., y en el de la Junta de Oficiales, le ruego, señor Secretario, se sirva manifestarles el sincero pesar con que me separo de los que han sido mis jefes, mis amigos y compañeros.
Muchos cuentan la Compañía en su seno que la han servido y la sirven como a mí no me fue dado imitarlos, pero muy pocos tendrán que al abandonarla, sientan más profundamente que yo al separarme de ella.
Mis deseos y mis ilusiones eran envejecer en sus filas, pero uno propone y su destino dispone.
El mío, no ha querido que pudiera yo realizar esos deseos. Mas, por muy lejos que me halle de aquí y por más tiempo que haya pasado, siempre mantendré vivo el recuerdo de todos los que he visto junto a mí en el puesto de trabajo; siempre también estaré orgulloso de haber sido Voluntario de la 2da. Compañía de Bomberos.
Por último, no queriendo romper del todo los lazos que me ligan a la Compañía, deseando que de algún modo que se acuerden una vez siquiera de mí los que tienen todavía la fortuna de ser sus voluntarios, le ruego, señor Secretario, tenga a bien proponerme como “Socio Contribuyente”, a lo cual quedará verdaderamente reconocido su affmo. Amigo y S.S. (fdo.)
Ernesto Riquelme.
P.D. Adjunto remito mi casco” (Carlos Carvajal Araya, editor, “Ernesto Riquelme Venegas: hijo, bombero voluntario y marino ejemplar”, Valparaíso 1851, historia de los bomberos de Chile, lunes 18 de mayo de 2015, http://valparaíso-1851.blogspot.com/2015/05/ernesto-riquelme-venegas-14941852_18.html).
IV.-EL MARINO
“De tal manera ingresó a la Escuela Naval, que funcionaba a bordo de la corbeta «Esmeralda«, el 14 de abril de 1874. Su Comandante era el Capitán de Fragata Luis Alfredo Lynch Solo de Zaldívar y el Segundo Comandante y Subdirector, el Capitán de Corbeta Arturo Prat Chacón” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, armada.cl).
V.-SU TRAYECTORIA EN LA ARMADA
“De acuerdo a su Hoja de Servicios, Riquelme empezó como Aspirante de Marina el 14 de abril de 1874. En esa calidad completó once meses y veinticinco días. El 9 de abril de 1875, ya era Guardia Marina; desempeñándose por cuatro años, un mes y doce días. El 21 de mayo de 1879, con gloria, completó cinco años, un mes y siete días.
Estuvo embarcado en la corbeta Esmeralda al mando de Luis A. Lynch, en la goleta Covadonga bajo el mando de Domingo Salamanca y en el blindado Almirante Cochrane al mando de E. M. Simpson.
El 18 de abril de 1874 fue embarcado en la corbeta Esmeralda, buque escuela.
El 1° de septiembre del citado año, zarpó en este buque de estación a Mejillones de Bolivia.
El 16 de abril de 1875 fue embarcado en la goleta Covadonga.
El 30 de junio del mismo año salió en este buque para el puerto de Arica en comisión del servicio.
El 5 de octubre volvió a salir para la costa de Valdivia y Río Bueno en viaje de exploración.
Trasbordó al blindado Almirante Cochrane y partió para Inglaterra el 6 de enero de 1877.
Regresó al departamento el 18 de julio de 1878, y zarpó para Coquimbo el 19.
El 8 de septiembre regresó al departamento en su buque.
Obtuvo licencia por enfermo, y terminada, fue embarcado el 11 de febrero de 1879 en la corbeta Esmeralda” (Ramón Guerrero Vergara y José Toribio Medina, “El Capitán de Fragata Arturo Prat. Estudios sobre su vida”, Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago de Chile, 1879, p. 336).
“Dentro de su trayectoria, siendo guardiamarina, cabe destacar su viaje a Londres: “se embarca en el blindado “Cochrane” , que al mando del Capitán de Navío don Enrique Simpson Baeza partió a Europa, a terminar trabajos pendientes en los astilleros de Hull, en Inglaterra.
Permaneció algún tiempo en Londres, donde hizo un curso de torpedos, entre otros estudios navales que desarrolló. Los conocimientos del idioma inglés que poseía los perfeccionó hasta lograr hablarlo con soltura. Asimismo adquirió conocimientos musicales” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, armada.cl).
El 79, tenía 28 años; era alegre y despreocupado, pero también valeroso, responsable y cumplidor. Multifacético, lo hemos visto bachiller, estudiante de leyes, marino, poeta, pintor, periodista, bombero, músico.
Gonzalo Vial Correa lo describe “Alto, de frente amplia y cabello rizado, impresiona en los retratos su fisonomía generosa y abierta, casi diríamos cándida. Pertenecía a la embrionaria clase media de la época”.
VI.-LA GUERRA DEL PACÍFICO
“Estallada la Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia, Ernesto Riquelme fue destinado a la corbeta «Esmeralda«. Allí volvió a encontrarse con su antiguo amigo, el Capitán Prat, ahora Comandante de la corbeta, pues Prat había llegado al buque el día 16 de mayo de 1879, fecha en que la escuadra chilena zarpó a El Callao y dejó a la corbeta “Esmeralda” y goleta “Virgen de Covadonga” en el bloqueo de Iquique, hasta la víspera del célebre y heroico combate” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme, armada.cl).
“La actuación del Guardiamarina Riquelme en el Combate Naval de Iquique es sobradamente conocida.
Este joven Guardiamarina personifica en la Historia Naval de Chile al héroe soñado de la juventud chilena: sentimental, músico, bombero, altruista, estudiante de derecho y poeta; que fue capaz de mostrarse como un marino heroico al sellar con la última descarga de su cañón, la decisión del Comandante Prat, su amigo, su jefe, de no arriar jamás la bandera nacional ante el enemigo, aun cuando se combatiera en inferioridad de condiciones” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme, en armada.cl).
VII.-LA NOCHE DEL 20 DE MAYO DE 1879
La víspera del Combate Naval, el Comandante de la “Esmeralda” participó junto a sus Oficiales en una reunión que, con la ayuda de un violín, amenizó el Guardiamarina Ernesto Riquelme.
“La última velada musical” (Sady Zañartu)
“El 20 en la noche se reunieron los guardiamarinas en su cámara a fraternizar en la duda de lo que afuera pasaba y se charló hasta tarde. El mismo Riquelme contó anécdotas de su vida en el blindado “Cochrane” y como marino no se lamentaba de estar tan respaldado por sus corazas, ahora que éste merodeaba por las cercanías, y cuántos días lo sentía venir sin pensar en la muerte. Llegaron a la cena con el doctor Guzmán algunos oficiales, pero volvían sin interés a salir esperando la amanecida cuando se disuelven las brumas y reaparece el cielo azul o la tormenta próxima.
Alguien pidió que tocara y no lo quiso hacer por temor a la jefatura preocupada del tiempo, sin notar que cerca lo observaba el capitán Prat, y cuando éste sonrió creyó tener su beneplácito y recogió de su camarote el violín llevándolo como si fuera un ángel con sueño de amor y hasta con llama de luz. Abrió mucho sus ojos por ver si los tenía dormidos y desenfundándolo ocupó el tiempo en afinarlo, lo arrinconó a su brazo y esperó el consentimiento de Prat. Tocó mucho, más de lo que pudo, algo suyo, algo de su madre, y muchas cosas alegres, otras vivas, y una olvidada en sus recuerdos, sacada de álbumes viejos, la romanza más suave de su alma, el “Ideal” de Tosti. La hora fue nupcial de jóvenes que esperaban una voz sedante, musical. También se oyeron cantos de resaca por brisa negra en bajo fondo. Nadie creyó en el fervor puro del ejecutante y todos le concedieron su sentimiento, sonrieron, aplaudieron.
Más tarde se comentó el concierto.
Al día siguiente fue el brazo del violinista el que sostuvo el cañón para disparar el último cartucho con la bandera al tope” (Sady Zañartu, La última velada musical, en Revista En Viaje N° 391, mayo 1966, ps. 22-23).
“El violín olvidado (Roberto Pereyra)”
El “Ideale” de Francesco Paolo Tosti, dice Roberto Pereyra, “es una maravillosa canción de amor, escrita en italiano e inglés, que deleita con sus líricos y armoniosos compases, expresada con la fuerza y sutileza de las canciones de inspiración napolitana. El escucharla estremece las fibras más íntimas, sintiendo que esos acordes recorrieron las cubiertas de la Esmeralda, traspasaron sus mamparas y acompañaron a nuestros héroes” (Roberto Pereyra Gerber, “El violín olvidado”, en Revismar 3/2006, p. 267).
La música fue parte importante de las actividades de camaradería en la Corbeta Esmeralda. Es por eso que, imitando aquella noche, el “Museo Corbeta Esmeralda”, ubicado en el paseo Lynch de Iquique, cuenta con la melodía “Ideale”, de Francesco Paolo Tosti, interpretada por Frank Tirado.
“Ideale” Música: Francesco Paolo Tosti (1846-1916). Poema: Carmelo Errico (1848-1892). Texto: “Yo te seguí como iris de paz a lo largo de las calles del cielo. Yo te seguí como una antorcha amiga en el velo de la noche. Y te sentí en la luz, en el aire, en el perfume de las flores, y la habitación solitaria estaba llena de ti, de tus resplandores. Cautivado por ti, al sonido de tu voz, largamente soñé, y de la tierra, cada preocupación, cada cruz, en aquel día olvidé. Vuelve, querido ideal, vuelve un instante a todavía sonreírme. Vuelve, querido ideal, vuelve un instante a todavía sonreírme y en mí resplandecerá, en tu semblante, ¡Un nuevo amanecer! ¡Un nuevo amanecer! …un nuevo amanecer. Vuelve, querido ideal…vuelve…vuelve
VIII.-EL COMBATE NAVAL DE IQUIQUE Y LA DOCTRINA DE PRAT: “VENCER O MORIR”
“Arturo Prat grabó una impronta en el carácter chileno, a la cual mucho le debemos. Creo que no sabemos bien cuánto. Apenas llegó al resto del país la noticia del Combate Naval de Iquique y de la inmolación del héroe, se llenaron los cuarteles de voluntarios dispuestos a morir por la patria. Prat esa mañana había advertido a sus hombres: «el combate es desigual… pero nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, y no será ésta la ocasión de hacerlo». La noción del heroísmo ya estaba en el carácter chileno, desde que una de las estrofas no cantadas habitualmente del himno nacional advertía: «Si pretende el cañón extranjero / Nuestros pueblos osado invadir / Desnudemos al punto el acero / Y sepamos vencer o morir.» «Vencer o morir». Lo tenemos en la estirpe. Según otra estrofa: «Con su sangre el altivo araucano/ Nos legó por herencia el valor/ Y no tiemble la espada en la mano/ Defendiendo de Chile el honor.»
«Vencer o morir» se convirtió en nuestra «arma secreta». Hace probablemente cuarenta años un alto oficial de la Armada, estando en el molo de abrigo del puerto, tras haber almorzado en uno de los buques, me reveló que teníamos un «arma secreta» y me ofreció mostrármela. Lleno de curiosidad, lo acompañé hasta el final del molo, donde me mostró las naves acoderadas, diciéndome: «Ahí está». Bajo cada puente de mando, en grandes letras doradas, sobre un lustroso fondo de madera barnizada, se podía leer: «Vencer o morir«.
El sábado 23 de diciembre de 1978 una junta militar argentina había resuelto invadir Chile, aprovechando una superioridad militar, naval y aérea, y apropiarse de nuestras islas australes. En la mañana su portaaviones «25 de mayo» se internó por el Beagle seguido de cruceros, acorazados y destructores para desembarcar en nuestras islas Picton, Nueva y Lennox. Repentinamente el portaaviones se vio rodeado de 27 botes de goma con marinos chilenos suicidas, portando cada uno un gran torpedo. El portaaviones lo pensó mejor y resolvió virar en «u», poniendo proa al norte, lo mismo que su séquito.
Yo era director de «La Segunda» y ese día me llamó un marino y me informó de todo a mediodía, cuando el vespertino estaba a punto de imprimirse. No iba a haber guerra. Titulé con eso y «La Segunda» dio un golpe noticioso mundial. Ese ejemplar del 23 de diciembre de 1978 y su titular son históricos” (Hermógenes Pérez de Arce, El legado de Prat, lunes 20 de mayo 2024, blogdehermogenes.blogspot.com).
La Ordenanza de la Armada, en su artículo 190, institucionalizó la frase “Vencer o Morir”, como el lema de la Armada.
El pabellón nacional no será arriado ante el enemigo
Art. 189.-Existe para los miembros de la Armada de Chile, una honrosa tradición legada por Prat, el más grande de sus héroes, expresada en sus inmortales palabras:
“Muchachos, la contienda es desigual. Hasta ahora nuestro pabellón jamás ha sido arriado ante el enemigo y espero que esta no sea la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva os aseguro que esa bandera flameará en su lugar, y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”.
Art. 190.-La Armada Nacional desde su creación ha venido escribiendo con sus acciones heroicas, un lema que tuvo su más brillante cristalización en el Combate Naval de Iquique: “Vencer o morir”. Esta frase constituye el lema de la Armada, que debe llevarse escrito en la rueda de gobierno de todo buque de la Armada y exponerse en parte visible de la superestructura, y en el corazón de cada marino.
Se tendrá el retrato de Prat, Serrano, Riquelme y Aldea
Art. 194.-En todas las unidades y reparticiones de la Armada, se llevará en la Cámara del Comandante, colocado en sitio destacado, el retrato de Prat; en la de Oficiales, el de Serrano, en la de Guardiamarinas, el de Riquelme y en las cámaras de Suboficiales y Sargentos y en los entrepuentes, el retrato de Aldea.
En el Combate Naval de Iquique, “se reforzó la tradición impuesta por el Almirante Cochrane, que se cumple hasta el día de hoy “Vencer o Morir”, que por lo demás se encuentra escrita en bronce en las unidades de la Escuadra Nacional, herederas de aquellas que lucharon en la Guerra del Pacífico” (Combate Naval de Iquique-21 de mayo de 1879, armada.cl).
IX.-EL ÚLTIMO CAÑONAZO
Al hundirse la «Esmeralda«, un cañón de popa por el lado del estribor hizo el último disparo, dando la tripulación vivas a Chile. Gonzalo Vial Correa describe los momentos previos al último cañonazo: “La cubierta se hallaba sembrada de cadáveres destrozados…un espectáculo horrible de cráneos, brazos, piernas, etc…por todas partes (Uribe). Desde este momento nada nos quedaba por hacer. Un silencio profundo reinaba a bordo…solo…interrumpido por los disparos de los rifleros y los lastimosos quejidos de los heridos (Sánchez). Me crucé de brazos y esperé que se cumpliera nuestro destino (Uribe). Subí a la toldilla y esperé con Uribe y otros compañeros (Sánchez). Únicamente Riquelme, impávido, preparaba un cañón todavía en servicio, pero fuera de su batería -porque brazos y fuerzas faltaban ya para meterlo-; era el último de estribor, junto a la toldilla. Ernesto Riquelme hizo una pausa para despedirse de Zegers, estrechando su mano y diciéndole: Si la suerte nos es adversa a uno de los dos, espero que ambos sabremos cumplir como amigos y compañeros”.
“El Grumete Pantaleón Cortés tocaba desesperadamente a degüello, pues el buque se hundía. En ese momento, Ernesto Riquelme disparó desafiante el último cartucho del último cañón. Igual que con el grumete Cortés, el mar iquiqueño acogió los mortales despojos de Riquelme, para siempre”, termina diciendo -en 1995- Gonzalo Vial Correa (Arturo Prat, Editorial Andrés Bello, 1995, ps. 190-191, 220-221).
“La corbeta, herida en sus entrañas, se llenó de agua y empezó a hundirse de proa aceleradamente con todas sus banderas. A medida que se clavaba, rodaban, como aluvión, las cureñas arrancadas de cuajo, los rifles hirvientes, los muertos y los moribundos, los despojos humanos y todo el material destrozado y esparcido por cubierta y entre puentes por la succión terrible del mar. El guardiamarina Riquelme, uno de los grandes animadores de los artilleros y que siempre predicó con el ejemplo, se agarraba en un supremo esfuerzo a su pieza de artillería y disparaba el postrer cañonazo” (Rodrigo Fuenzalida, “Arturo Prat. La historia de un héroe. La vida de un hombre”, Uqbar Editores, 2015, ps. 182-183).
“Cuando la «Esmeralda» se hundía herida de muerte y su proa se sumergía rápidamente por los raudales de agua que le entraban, Riquelme, que atendía la artillería de popa, preparó un cañón y aferrándose a la borda como pudo para no caerse y dándole depresión al cañón, dio fuego un postrer esfuerzo por dañar al monitor, que tantos estragos había causado a su querida corbeta. Después de esto, ya no pudo sostenerse y rodó por la cubierta, donde el mar pronto lo tragó.
Su cañonazo fue, por cierto, estéril. Sólo resultó un saludo a la bandera que aún flameaba, pero mostró a la posterioridad el alto nivel de patriotismo y el temple de héroe de este joven oficial, que murió ahogado en el momento mismo en que la bandera, izada en el pico de mesana de la corbeta, se perdía en el mar” (biografía del guardiamarina Ernesto Riquelme, en armada.cl).
“La corbeta herida profundamente en sus entrañas comenzó a hundirse de proa, luciendo todas sus banderas, como si quisiera despedirse de la superficie con toda dignidad. A medida que el buque se inclinaba y rodaban como aluvión las cureñas, los rifles, los muertos y moribundos, el Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, gritando vivas a Chile, se agarraba en un supremo esfuerzo a su pieza de artillería y disparaba el último cañonazo, cuando el agua casi llegaba a sus pies” (David Lorenzo Soto Lepe).
“Un tercer espolonazo y otra descarga a metralla destrozaron por completo a la Esmeralda. La corbeta se hundía en las aguas cuando el guardiamarina Ernesto Riquelme con los artilleros de su pieza, dispararon el último cartucho del último cañón. Y los moribundos que se iban a pique gritaron con su postrer suspiro: ¡Viva Chile!” (Daniel Riquelme Venegas, Compendio de Historia de Chile, Lit. e Imp. Sud-Americana de Babra y Cía, Valparaíso, 1899, p. 470).
“La Esmeralda se hunde haciendo fuego con su bandera al tope. Iquique presenció atónito que a medida que el buque se sumergía los cañones seguían disparando, y que un tiro resonó cuando la proa estaba perdida en el agua. Se dijo que ese disparo lo hizo el Guardiamarina Riquelme, noble joven que se distinguió por su heroísmo en el combate.
La tripulación se lanzó al agua, y la gloriosa corbeta se hundió en el mar. Lo último que se vio fue la bandera. La relación peruana que acabo de citar dice:
“Al hundirse la Esmeralda un cañón de popa por el lado de estribor hizo el último disparo, dando la tripulación vivas a Chile. El pabellón chileno fue el último que halló su tumba en el mar” (Gonzalo Bulnes, Guerra del Pacífico de Antofagasta a Tarapacá, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso, 1911, p. 302).
El señor Bulnes se refiere a la relación hecha por Modesto Molina, en El Comercio de Iquique, al día siguiente del Combate.
“Veinte minutos después del segundo espolonazo, Grau ordenó el tercer espolonazo. El buque estaba ya completamente inmóvil y la herida fue tan grande, que se inclinó de proa, como ave que dobla el cuello para morir. Los cañones seguían disparando. El último tiro sonó cuando ya estaba la proa bajo el agua. Eran las 12.10” (Francisco A. Encina, Resumen de la Historia de Chile, Redacción, iconografía y apéndices de Leopoldo Castedo, tomo II, Zig-Zag, 1968, p. 1455). Misma hora, en que, disparando el último cañonazo del último cañón, el Guardiamarina Riquelme, fiel discípulo de Prat, se inmortalizaba: ¡para gloria de Chile!
“Y entonces fue cuando Riquelme, brazo heroico, alma de luz, la muerte viendo, hizo repercutir el ronco estruendo del cañonazo…” (Rubén Darío).
X.-EL TESTIMONIO DEL TENIENTE PRIMERO FRANCISCO SÁNCHEZ ALVARADEJO
En carta fechada el 16 de junio de 1879, el teniente primero Francisco Sánchez Alvaradejo que mandaba la batería de estribor de la “Esmeralda”, secundado por Riquelme, escribe a su hermano: “El Grumete Pantaleón Cortés tomó la corneta pues su dueño había muerto y tocó a degüello en los momentos en que se abría el buque y desaparecía de la superficie. El último disparo ordenado por mí lo quemó el Guardiamarina Riquelme, quien se hizo notable por su valor y entusiasmo.
No se movió un momento de los cañones y cuando se encontraba a un marino decaído, lo entusiasmaba y lo hacía consentir que teníamos esperanzas de triunfar. Este bravo oficial murió ahogado, como igualmente el Grumete Pantaleón Cortés”. Así como Prat, Serrano y tantos otros, Riquelme inició con su gloriosa inmolación una página de oro en el navegar de nuestra historia naval, formando parte de un trío titular que pereció en la noble misión en defensa de la patria”.
XI.-EXTRACTO DEL PARTE OFICIAL DEL SEGUNDO COMANDANTE DE LA ESMERALDA LUIS URIBE
“Iquique, mayo 29 de 1879. Tengo el honor de poner en conocimiento de V.S. que el 21 del presente, después de un sangriento combate de cuatro horas con el monitor peruano Huáscar, la Esmeralda fue echada a pique al tercer ataque de espolón del enemigo. El honor de la bandera ha quedado a salvo, pero desgraciadamente tenemos que lamentar la pérdida de tres de sus más valientes defensores: el Capitán Arturo Prat, el Teniente Serrano y el Guardiamarina Riquelme.
Los pocos cartuchos que quedaban sobre cubierta sirvieron para hacer la última descarga al recibir el tercer ataque de espolón del enemigo.
Guardiamarina don Ernesto Riquelme, que durante toda la acción se portó como un valiente, disparó el último tiro: no se le vio más; se supone que fue muerto por una de las últimas granadas del Huáscar”.
Al señor Comandante General de Marina. Firmado: Luis Uribe”.
XII.-EL SIGNIFICADO DEL ÚLTIMO CAÑONAZO
“Fue su despedida heroica: un acto simbólico, un último saludo a la bandera que aún flameaba en el mástil antes de perderse bajo el mar” (Facebook Museo Corbeta Esmeralda).
XIII.-EL HÉROE
“Ernesto Riquelme representa al héroe ideal: valiente, culto, solidario y patriota” (Facebook Museo Corbeta Esmeralda).
El Director del Museo Marítimo Nacional, Contraalmirante Andrés Rodrigo, al recibir una copia del retrato de Ernesto Riquelme, vestido de bombero, señaló: “La donación que se ha realizado al Museo constituye una etapa relevante en el reconocimiento de la que la que es la imagen del Guardiamarina Riquelme, quien personifica en la Historia Naval de Chile, al héroe soñado de la juventud de la época: Bombero voluntario, músico, poeta, altruista, estudiante de la Ley y el Derecho, joven sentimental, que fue capaz de mostrarse como un marino heroico al sellar con la última descarga de su cañón, la decisión del Comandante Prat, su amigo y jefe, de no arriar jamás la bandera nacional ante el enemigo, aun cuando se combatiera en inferioridad de condiciones” (en el martutino.cl, 30 de mayo de 2022).
“Escritor, poeta; músico, violinista; pintor; marino; estudiante de Derecho; bilingüe, periodista; bombero; héroe. Difícil es encontrar reunidas tantas cualidades y condiciones desarrolladas con éxito y a la vez con tanta sencillez y humildad: éste es Ernesto Riquelme, que a los 28 años de edad no trepidó en dar la vida por su patria, en un combate en que no había esperanza alguna de salvación, por la disparidad de fuerzas, que era abrumadora. Un viejo buque de madera, contra un acorazado con sofisticados equipos. Hombres a pecho descubierto, luchando contra un enemigo escondido tras una coraza invulnerable y en donde la heroica inmolación de Riquelme se hace un ejemplo imperecedero para todos los chilenos y muy especialmente un orgullo para la juventud” (Patricio Labarca Riquelme, “El héroe y el escritor: los hermanos Ernesto y Daniel Riquelme Venegas y su familia”, en Revista de Estudios Históricos Nº 36, 1991-1992, p. 45).
“Ha muerto como saben hacerlo los héroes” (carta de Arturo Fernández Vial, del 23 de mayo de 1879).
XIV.-HOMENAJE DE LA SEGUNDA COMPAÑÍA
Más tarde, y una vez que se conocieron los hechos de Iquique, en la Compañía de Bomberos de Santiago, específicamente en la Bomba Sur, sus miembros dolidos por la muerte de un camarada, pero orgullosos de su actuación, el 29 de mayo de 1879, tomaron los siguientes acuerdos:
Sustituyeron la designación de Bomba «Sur» por la de Bomba «Esmeralda». Además decidieron colocar en el Salón de Sesiones el retrato de Ernesto Riquelme y lo nombraron miembro honorario de la Compañía, colocándolo en el primer lugar de la lista. Y ese mismo día, acordaron enviarle una nota de pésame e informarle por escrito las decisiones tomadas a la madre de Riquelme.
En medio de un dolor todavía quemante, la señora Bruna Venegas contestó ocho días más tarde, lo que se transcribe:
«Santiago, Junio 6 de 1879
Señor:
Al contestar la nota que Ud. y los Señores Ovalle, Subercaseaux y Rodríguez han puesto en mis manos, siento no tener palabras a la altura de mi dolor y de mi gratitud para expresar a la 2ª Compañía de Bomberos mi profundo reconocimiento y el de todos los míos.
¿Cómo agradecer lo que Uds. han hecho por la memoria de mi hijo, cuyo retrato figurará en su salón de Sesiones, cuyo nombre se leerá siempre con la lista?
Señor: yo no sé; pero dígales Ud. que ninguna de las manifestaciones que he tenido la honra de recibir ha sido más grata a mi corazón que las de sus antiguos compañeros, a cuyo lado aprendió mi hijo las primeras máximas del honor y del saber, porque las compañías de Bomberos son escuela de abnegación y de hidalguía.
Es en ellas, sacrificándose constantemente por el prójimo, donde se aprende a morir por la patria.
Agrégueles Ud. que jamás he olvidado que la primera distinción que alcanzó mi hijo en su corta vida fue ser Bombero de la 2ª, como es la última el quedar para siempre compañero de Ud. en la lista y en sus recuerdos.
He llorado como madre, a pesar de lo que mi corazón de chilena me dice, aunque casi en vano, es que aplauda; pero si hay algo que me pueda consolar en estos momentos es la noble manifestación de Ud.
Una vez más dígales por mí, que, si en adelante lloro, será de gratitud hacia ellos.
Reciba señor, la expresión de mi sincero agradecimiento y con él de todas las madres que han dado sus hijos a la Patria.
Bruna Venegas de Riquelme
Al Señor Director de la 2ª Compañía de Bomberos».
La fotografía original de Ernesto Riquelme vistiendo su uniforme de Bombero, que se encuentra en la 2da. Compañía, data de 1873. Esta información la sacamos del martutino.cl, de fecha 30 de mayo de 2022. Por consiguiente, la data de esta fotografía confirma que él fue Bombero antes de su ingreso a la Armada (1874).
Es exhibida esta fotografía, desde 1879, en el Salón de Sesiones de la señalada Compañía. Actualmente, una copia de este valioso documento histórico, que evidencia su actividad bomberil, puede verse en el Museo Marítimo Nacional (Valparaíso), sala Arturo Prat.
El bombero Riquelme “aprendió la abnegación en esa escuela de nobles voluntades, y por esto pasa hoy a tomar su puesto, el primero en la lista de su viuda Compañía, ayer la 2da. y hoy la “Esmeralda” (Benjamín Vicuña Mackenna, “Los héroes de Iquique”, en Revista Chilena, tomo XIII, Jacinto Núñez Editor, Imprenta de la República, 1879, p. 564).
“El recuerdo de Riquelme vive en el espíritu de los Segundinos y es ejemplo de sacrificio, disciplina y patriotismo” (Guillermo Arancibia Laso, Segunda Compañía de Bomberos “Esmeralda”. Reseña histórica a través de cien años de vida, 1963, p. 43).
XV.-LA ESPADA DE RIQUELME
“Cuando Arturo Prat, saltó al abordaje del Huáscar al primer espolonazo del monitor peruano y lo vio morir en su cubierta, el Teniente Ignacio Serrano corría como un loco preparando a su gente para seguirlo cuando el buque peruano diera la segunda embestida y al ver al Guardiamarina Vicente Zegers, le dijo: “Señor Zegers, baje a mi camarote rápidamente y traiga mi espada que no alcancé a tomarla en la mañana, pero mientras tanto páseme la suya.” De acuerdo a las ordenanzas navales, los oficiales debían luchar con tenida de parada y espada. El Guardiamarina Zegers bajó al camarote de Serrano y cuando se encontraba en él, sintió el inmenso golpe producido por el segundo espolonazo y salió a cubierta en el momento que alcanzó a ver a Serrano saltando sobre el Huáscar con la espada en mano. Al tomar las espadas esa mañana, con el apuro, Riquelme y él las habían cogido cambiadas, por lo que la que llevaba durante el combate y que le entregó al teniente Serrano, mientras bajaba al camarote a buscar la suya, era la del Guardiamarina Ernesto Riquelme, mientras que la que éste llevaba, pertenecía a Zegers, y fue la que se hundió con él. Ignacio Serrano saltó al abordaje blandiendo la espada de Riquelme, la que alguien recogió en el Huáscar y años después fue vendida al ministro plenipotenciario brasileño. Hace no muchos años, fue ofrecida en venta al Museo Naval de Valparaíso una espada que, se decía, habría correspondido al Guardiamarina Ernesto Riquelme en el épico Combate Naval del 21 de Mayo de 1879 en la rada de Iquique, pero en dicho Museo ya existía otra, correspondiente a las que entregaba la Armada a sus nuevos oficiales al egresar al servicio. De las averiguaciones realizadas se conoció la historia y la Comandancia en Jefe de la Armada ordenó adquirirla y es la segunda espada de Riquelme en la sala Prat del Museo Marítimo Nacional” (Germán Bravo Valdivieso, La espada de Riquelme, Revista de Marina 953, julio-agosto 2016, p. 51).
XVI.- LA PATRIA AGRADECIDA
Ley s/n (15-09-1879)
Art. 5°.- Asígnase a doña Bruna Venegas de Riquelme, madre del Guardiamarina don Ernesto Riquelme Venegas, la pensión anual vitalicia de mil doscientos pesos.
Aumento de la pensión
“Por 28 votos contra 4 se aprobó la modificación introducida por el Senado en el proyecto acordado por esta Cámara a favor de doña Bruna Venegas, viuda de Riquelme, modificación que reduce a mil ochocientos pesos anuales el aumento de pensión que el proyecto primitivo hacía subir a dos mil cuatrocientos.
El proyecto aprobado dice así:
«Artículo único. -Elévase a mil ochocientos pesos anuales la pensión concedida por el artículo 5.° de la ley de 12 de Septiembre de 1879, a doña Bruna Venegas, viuda de Riquelme, quedando excluida del goce de toda otra asignación fiscal, cualquiera que sea su naturaleza u origen” (Cámara de Diputados, Sesión 16.ª ordinaria en 19 de julio de 1892).
XVII.-RIQUELME: ¿EN TIERRA?
“El cráneo de un tripulante de la «Esmeralda», que según historiadores locales correspondería al Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, fue rescatado desde los restos de la histórica corbeta, hundida a 41 metros de profundidad en la rada de Iquique. El curador del museo naval de Iquique, Enrique Cáceres, estima que la osamenta sería del guardiamarina Ernesto Riquelme, dado que en 1978 se efectuó un rescate a cargo del doctor Alfredo Cea, quien sacó un cuerpo desde el sector de la cubierta, que estaba atrapado junto a un cañón. Cuando era alzado, la canasta se rompió y los restos cayeron nuevamente al mar (Narciso Donoso).
“Armada pide cráneo rescatado de la Esmeralda para darle sepultura en cripta a los héroes
Análisis genético en laboratorios de Estados Unidos permitirían a futuro probar si corresponde al guardiamarina Riquelme.
“El primero en verlo fue el documentalista Alfredo Cea en diciembre de 1978, cuando realizaba las primeras filmaciones submarinas de la corbeta Esmeralda. En uno de los costados de la nave, en la primera cubierta, halló los restos óseos de un tripulante, semicubiertos por maderos y sedimentos.
El cráneo estaba completo, incluyendo su mandíbula inferior, y aún estaba articulado con el resto del esqueleto, que descansaba de espaldas. Todavía conservaba rastros de su vestimenta: cuello de camisa, botones navales y restos textiles que parecían volatilizarse ante los desplazamientos de los buzos. Cerca de él había una espada. «Por eso estoy seguro de que era un oficial, porque tenía su uniforme y espada», dice Cea.
El único oficial muerto reportado en la cubierta de la Esmeralda, en el Combate Naval de Iquique, fue Ernesto Riquelme Venegas, el Guardiamarina que efectuó el último disparo con el cañón de popa de estribor, y que se ahogó tras el hundimiento del navío. «Estoy seguro que se trataba de él», enfatiza.
Cea relata que dio cuenta del hallazgo al almirante José Toribio Merino, quien reconoció su enorme importancia histórica y que su rescate requería de un trabajo de arqueología submarina bien hecho. «Le hallé toda la razón. Pero después vinieron cambios, la muerte de Merino y todo quedó en nada», dijo, apuntando que la Esmeralda siguió siendo objeto de expediciones de aficionados que sacaban «recuerdos». Y hubo accidentes: Cea relata que el anclaje del caza submarino Papudo pasó a llevar parte de la estructura de la corbeta, lo que desplazó maderos del lugar, y los expuso a las corrientes marinas frente a Iquique.
La expedición de rescate se concretó en abril de 2010, con motivo de la primera pericia arqueológica a los restos náufragos de la Esmeralda, que realizó para la Armada la oficina de arqueología submarina Arka. Los buzos hallaron el cráneo aislado, sin su mandíbula inferior y con evidencias de haber sido removida dos veces de su sitio original.
Los especialistas sometieron la pieza a labores de conservación y académicos del Departamento de Antropología Física de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile realizaron análisis bioantropológicos y forenses. Los estudios confirmaron que corresponde a un hombre joven, mestizo, y con patologías leves compatibles con un marino de guerra del siglo XIX, pero no pudieron confirmar o descartar la hipótesis de Alfredo Cea.
En diciembre pasado, el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Enrique Larrañaga, ofició al Consejo de Monumentos Nacionales para solicitar a la U. de Chile la entrega de la pieza con el objeto de sepultarla, con los honores correspondientes, en la cripta de los Héroes de Iquique en la plaza Sotomayor de Valparaíso. El jueves, en el seminario sobre Patrimonio Cultural Subacuático, organizado por la Corporación de Patrimonio Marítimo, Diego Carabias confirmó que, antes de entregar la pieza, el grupo de investigadores tramita la autorización ante el CMN para enviar una muestra a laboratorios de Estados Unidos que permitan obtener su perfil genético.
Riquelme no tuvo hijos, pero sí hermanos, y a través de la descendencia de estos se podría cotejar el ADN, apunta el historiador del Museo Marítimo Nacional, Eduardo Rivera” (Mauricio Silva, El Mercurio, Economía y Negocios, Sábado 14 de noviembre 2015).
El cráneo encontrado en la “Esmeralda, se encuentra, a la espera de nuevos estudios, en el Laboratorio de Conservación del Museo Marítimo Nacional ( https://www.youtube.com/watch?v=h0AmcMBzQbU).
PARA FINALIZAR: Que la noticia del supuesto desembarco de Ernesto Riquelme, importe, especialmente para las nuevas generaciones, no solo el desembarco de sus restos mortales, sino, por sobre todo, el desembarco de un “ideal”.
Vuelve, querido ideal, vuelve un instante a todavía sonreírme. Vuelve, querido ideal, vuelve un instante a todavía sonreírme y en mí resplandecerá, en tu semblante, ¡Un nuevo amanecer! ¡Un nuevo amanecer! …una nueva aurora. Vuelve, querido ideal…vuelve…vuelve.
¡Chile, primero!
Gustavo Fiamma Olivares
SANTIAGO, mayo 21 de 2025.