Iquique, emporio de records mundiales de pesca deportiva de alta mar

            Chile es un país que día a día adquiere más fama continental como sitio de atracción turística. Personas adineradas de ambos sexos acuden a cómodos hoteles de refugio en el corazón de las nevadas montañas andinas para escalarlas y buscar en el esquí el desahogo de sus inquietudes. Otras eligen la incomparable belleza de nuestro Sur, pescando truchas y salmones en los ríos y Región de los Lagos, junto con deleitarse con la hermosura de los paisajes.

Pero existe otro grupo de ellos que busca en el océano Pacífico, que baña nuestra larga costa, el sitio ideal para la práctica de un deporte sensacional, de gran arraigo, y que por cada temporada allega nuevos cultores: la pesca deportiva de alta mar. Forman una gran legión en Estados Unidos, Canadá y otros países donde este esforzado y emocionante “game fish” de la caña y la lienza tiene miles y miles de adictos. Estos hombres y mujeres de buena posición económica, en cuyos países su moneda es muy superior a la nuestra, son algo más que turistas, ellos se autodenominan, -y con sobrada justicia-, pescadores deportivos, ya que la práctica de esta hermosa y sana actividad –todavía en estado incipiente en Chile-, requiere especiales condiciones marineras unidas a un esfuerzo físico y destreza para luchar a 20 o más millas mar adentro con una caña y un carrete de fina lienza, con marlines y con “broadbills” o pez-espada (albacora) como se le denomina comúnmente y que poseen un peso de 300 hasta de mil libras; en tanto que los diversos tipos de lienza que usan, tienen una resistencia de sólo la décima parte de tales pesos. Precisamente en eso reside la destreza del pescador. Evitar que la lienza sea cortada por el pez en su huida, y luego traerlo inerte al costado de la lancha.

Las costas de Nueva Escocia, en Canadá; las de La Florida y California, en Estados Unidos; Acapulco y otros sitios, en Méjico; las Islas Hawai en el corazón del Pacífico; las Galápagos en Ecuador, o Cabo Blanco en el Perú, son lugares predilectos para la pesca de alta mar. Pero luego estos pescadores han tenido conocimiento que más al sur existe una larga faja de tierra denominada Chile, con una rica fauna marina, que alberga peces mucho más grandes y entre estos, el “broadbill” o albacora, calificado como el “monarca” del deporte marino que practican. Y han acudido a las aguas de Iquique, que les tenía reservadas agradables sorpresas.

LOS RECORDS BATIDOS EN IQUIQUE

            Los esposos Don y Mildred Alison, norteamericanos, atraídos por la propaganda, llegaron en junio de 1952 a Iquique y en quince días de estada pescaron 6 albacoras y 4 marlines. Ella batió el record mundial femenino en la primera de estas especies mencionadas, al obtener un hermoso ejemplar de 759 libras (345 kilos). Su esposo conquistó dos o tres ejemplares, el mayor de 820 libras.

La señora Thelma Krieger llegó prestigiada con la obtención de 7 records mundiales conquistados en Méjico e Islas Galápagos y Cabo Blanco, Perú, para marlines, pez-vela y otras especies. Tales records certificaban para los marlines un peso de sólo 160 a 200 libras, y hasta el momento de escribir este artículo (mes de mayo), lleva ya batidos tres records mundiales más, con estos mismos peces, de 270 a 361 libras. Finalmente, para no dejar duda de la abundante fauna marina iquiqueña, la señora Krieger arrasó con todas las marcas mundiales para este espécimen al pescar un enorme marlín de 420 libras, usando una fina lienza nylon de 9 hebras, que sólo tiene una resistencia muerta para 20 libras de peso. Es el marlín rayado más grande más grande en el mundo pescado por una mujer. Sólo lo supera otro marlín negro de 425 libras conquistado por Kip Farrington en Cabo Blanco, también con lienza de 9 hebras (record mundial de varones).

            En cuanto a la pesca de albacora, el señor W. Tuker, uno de los representantes en Chile de la International Game Fishing Association, entidad única mundial que homologa estos records, y presidente de la Junta Local de la Liga Marítima en Tocopilla, desde 1940 era campeón mundial con un ejemplar de 860 libras (389 kilos), extraído en aguas tocopillanas.

A mediados de abril último, Arthur Hall, pasajero del yate “Observer”, lo superó al pescar frente a Iquique una albacora de 937,5 libras, hecho ampliamente difundido en Estados Unidos y también conocido en Chile. Y cuando Hall volaba de regreso a su país, Louis Marron, que llegaba invitado por los Kriguer al “Observer”, en los primeros días de mayo, quebraba la marca anterior de Hall, y a 20 millas del puerto tenía la suerte de pescar con la misma lienza, Nº 39, que es la más gruesa para campeonatos y que resiste hasta 150 libras muertas, otro de estos mismos enormes peces que dió un peso de 1.182 libras (535). Este es el ejemplar más grande sacado hasta la fecha en todos los mares del mundo con una caña y lienza. No hay historia de otro mayor. Hasta hace poco el gigante de los mares era un marlín negro de 1.135 libras pescado en Cabo Blanco, Perú, por S. K. Farrington Jr.

Por lo tanto, en las costas del puerto de Iquique se han batido los tres records más importantes de pesca deportiva del globo terrestre, para “broadbills” y “marlines”, por su peso y clasificación, en cuanto a orden de preferencia de las especies. Bien es cierto que influye bastante el factor suerte en este deporte; pero sería injusto que a los poseedores de marcas mundiales, como las señoras Krieger en primer ligar, Allison y Mr. Marron, pescadores más de 15 años en diversos mares del mundo, se les desconociera la magnífica capacidad técnica y experiencia que poseen, y que son fundamentales en este deporte marino.

Iquique se proyecta, pues, como el centro ideal para la pesca deportiva de alta mar. La excelente labor de Mr. W. E. S. Tuker en Tocopilla, de la Junta Local Marítima de Iquique, especialmente de su presidente, señor Luis Verdugo, principal impulsor de la pesca en la región, ya se reflejan como realidades. Pero para que ella aumente, hacen falta una mejor reglamentación, mayor comodidad en el desembarcadero del pesaje de las piezas obtenidas, y más embarcaciones rápidas. Las que posee el Hotel Prat, con ser cómodas, también son lentas. Desarrollan sólo 10 a 12 millas por hora. Se necesita el apoyo de un organismo estatal que fomente la pesca deportiva de alta mar, como otro de los rubros de turismo y que ayude al Consorcio Hotelero o Liga Marítima en los primeros esfuerzos ya realizados. Las estadísticas señalan que Italia, en el último año, obtuvo una entrada de 30 mil millones de pesos chilenos por capítulo de turismo. Esto significa una enorme fuente de divisas  que ingresan al país. El esfuerzo de solamente entidades particulares no es suficiente, se hace indispensable, como queda dicho, la intervención del Estado en actividades de esta especie, toda vez que el fomento del turismo y la atracción al país de ciudadanos de otras nacionalidades, tiende a robustecer, considerablemente, la economía nacional.

E. Escudero A.

Tomado de Revista En Viaje

Julio de 1953

Año XXVIII

Edición Nº 23

pp 18-19

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