¿Por qué se llama El Morro?

El Morro: ¿por qué se llama así?

Este es un ejercicio especulativo en torno al origen del topónimo Morro, que identifica al  barrio iquiqueño, más que antiguo, primordial. Allí se escenificó el primer y más permanente asentamiento humano, que fue evolucionando conforme a los tiempos y sus mudanzas ¿Cuál es el origen de su nombre?

Previo a entregar nuestra propuesta, vamos a reseñar determinadas apreciaciones relativas a la indagatoria.

El marino chileno Francisco Vidal Gormaz (1880) atribuye su nombre a la Punta El Morro , una prolongación rocosa que parece cerrar la perspectiva portuaria por el sur, antes de que la línea de la costa gire al sur-este y forme la playa Bellavista (Vidal Gormaz 1880:6).

A su vez, el geógrafo Francisco Riso Patrón, sin referirse específicamente al tema, anota que “la ciudad principió  en la punta oeste llamada Morro, cuya altura sobre el nivel del mar es de 8 metros” (Riso Patrón 1890: 95).

A juicio nuestro, la altura del barrio El Morro viene a perfilarse en la intersección Covadonga-Gorostiaga, en concomitancia con el descenso que desde ese punto evidencia el terreno en dirección norte para terminar en Covadonga-Serrano.

Con su visión poética, entretanto, el escritor Luis González Zenteno cree ver como justificación para el apelativo Morro una particularidad del perfil costero, que describe como “una costra que a modo de oblonga península dibujaba una ancha cadera al puerto” (González 1954: 108).  

Como se aprecia, para estos autores el apelativo Morro proviene de accidentes como una punta costera o una elevación del terreno.

La revelación de William Bollaert

Nos vemos en la necesidad de descartar tales impresiones, porque representan percepciones remotas y poco convincentes. En contraparte,  disponemos del testimonio de un investigador todo terreno, como el inglés William Bollaert, quien estuvo dos temporadas en Iquique y en Tarapacá en general (1826-1832 y 1854-1859), recorriendo, observando, tomando notas y publicando artículos científicos y técnicos para círculos intelectuales londinenses.

Por supuesto que conoció la franja costera. Recabando datos entre los vecinos pudo enterarse de la existencia de una “eminencia rocosa llamada el Morro” (la negrita es nuestra). (Bollaert 1860:109)

De acuerdo a lo que reporteó Bollaert, antiguamente dicho peñón se alzaba en la anteplaya,(como se designa al espacio sumergido y cubierto por las mareas; pero asomando como un islote varios metros por encima del agua.

En un determinado momento, dicho morro quedó en seco y parado sobre la zona de playa. Hasta el año 1854 estuvo coronado por un cañón, instalado allí para efectos de defensa costera.

A juicio de Bollaert, el cambio que experimentó el morro se debió a un solevantamiento del terreno, proposición que no nos parece suficiente. Más apropiado sería atribuirlo a la incidencia de un retroceso del mar.    

Es decir, debió ocurrir un fenómeno semejante al que tuvo lugar en Arica, puesto que según un informe oficial entregado en 1853, en los 40 años anteriores a esa fecha el mar se había retirado unas 150 varas; es decir, una cuadra (Dagnino 1909:58).

¿Dónde estaba ese morro?

Convencidos de la calidad de cronista fidedigno que es Bollaert, la tarea siguiente  debería ser dilucidar la ubicación que tenía aquel predictor toponímico del barrio homónimo. Pues bien,  rastreando en planos antiguos, hemos apuntalado una propuesta que a continuación pasamos a explicitar.

En un plano de 1883, en la playa alta, a la altura de la calle Wilson, aparece dibujado un ícono que estimamos como representativo de un reducido promontorio (Melitón Mieres 1883), el que tiene todos los visos para calificar como el peñón señalado por Bollaert. Y se da la casualidad de que el morrito está a un paso de una breve punta, que se nos antoja podría ser la que describió O’Brien en 1765 como frontera sur del entonces puerto de Iquique.

Para mayor coincidencia, el peñón se halla justo al lado de una breve ensenada: ¿acaso la “bella caleta” que conociera Ioachim Darquistade en 1716?

Nuestra hipótesis es que el morrito  debió ser arrasado  a fin de allanar el terreno conforme a las necesidades de equipamiento urbanístico en esa primera remodelación del barrio de fines del siglo 19, que requería integrar la logística marítima-portuaria con la habilitación de  muelles y la instalación de plantas proveedoras de gas, electricidad y agua potable.                            

Un acertijo: su nombre ancestral

Emprendemos ahora un ejercicio exploratorio de marca mayor. El Morro es un apelativo español acuñado en tiempos republicanos peruanos para designar un espacio habitacional que se remonta a épocas inmemoriales y que ya en tiempos de registro histórico estaba ocupado  por indígenas camanchacas, Surge entonces la pregunta: ¿Cuál habrá sido su nombre primigenio? Cuestión que nos remite necesariamente a la lengua puquina, que de lengua mayor hablada hasta en el Alto Peru, quedó relegada a la costa, por lo que se le designó como lengua de los pescadores.

Tarea virtualmente imposible. Y frente a semejantes desafío no queda más que recurrir a un intento de especulación historicista que es más bien un ejercicio inquisitivo y de interpelación de datos.

En este sentido, pensamos que el apelativo original de El Morro podría estar relacionado con el enigmático topónimo Carapucho, que encontramos en la obra de Amadeo Francisco Frezier.

Procede aclarar, como hemos manifestado en otra oportunidad, que Frezier nunca estuvo en Iquique y que todas sus referencias respecto a este litoral son transcripciones suyas de información proveniente de terceros.

En función del objetivo recién señalado, partiremos analizando el párrafo que despierta extrañeza y desconcierto:

 “Algunos soplos de brisa nos empujaron cerca del Morro Carapucho, al pie del cual está la isla de Iquique” (Frezier 1908: 145).

Al menos así  como lo presenta Frezier, se trata de una visión  que no cuaja para nada con la realidad geográfica; no tiene sentido, toda vez que en las inmediaciones de la Isla no hay morro alguno.

Analizando más a fondo, sin embargo, arribamos a la convicción de que la controvertida cita no emana de viajeros contemporáneos de Frezier, sino que su construcción viene de más antiguo, específicamente en lo que concierne a localización geográfica.

Efectivamente, en 1671 el cartógrafo inglés John Ogilby hizo mención de dos referentes locales (1) “la pequeña aldea de Hickahi situada junto a un acantilado” y (2)  “la bahía de Terrapaca  protegida por una isla(Ogilby 1671).

Descifrando la proposición, hay que entender que Hickahi es una forma errada de signar Iquique y que Terrapaca es el Puerto de Tarapacá (en Bajo Molle). De inmediato, salta a la vista la falta de concordancia entre los nombres y las ubicaciones anotadas, ya que Iquique no está junto a un acantilado, ni Tarapacá protegido por una isla. Es a la inversa.

Idéntico gazapo cometió el viajero Francois Coreal, al expresar que frente a la isla del Guano está el Morro de Tarapacá.  No sabemos a ciencia en qué año visitó Coreal la costa tarapaqueña, Conocemos nada más que fue en el marco de una exploración a América realizada entre 1666 y 1697. Como dato adicional, hay constancia suya de que a comienzos de 1692 estuvo en Potosí. En cierto modo, podríamos aventurar una proximidad tempo-espacial.

Otra eventual pista podría desprenderse del hecho que, al describir los principales edificios de Arica, Coreal no menciona al hospital-convento de San Juan de Dios, cuya obra de reconstrucción pudo haber concluido hacia 1680. Entonces, la visita habría sido después de esta fecha. Pero, aún así, nos mantenemos en un limbo de incertidumbre.

Volviendo a Amadeo Frezier, y descontando lo que podría ser incoherencia geográfica, nos encontramos frente a la aparición de un referente toponímico jamás consignado, ni en textos ni en mapas; algo enteramente nuevo, desconocido: Morro Carapucho. Con la  especificación de que al pie de éste se ubica la Isla de Iquique.

En un afán por encontrarle congruencia al referido texto, se nos antoja que Frezier no captó o no anotó correctamente la comunicación verbal de  connacionales suyos, de manera que tendemos a presumir que lo que realmente le habrán informado fue:

“cerca del morro denominado Carapucho, al pie del cual (o frente al cual) está la isla de Iquique”.  

En tal hipotético evento, el morro así referenciado equivaldría al peñón que nos menciona William Bollaert y que nosotros creemos ver representado en el plano de 1883. En suma, el nombre ancestral sería Carapucho.

Una última observación: en vez de Carapucho, debió llamarse Carapuche: o sea, terminar en che, como tantos otros topónimos de origen puquina; Cavanche, Patache, Chomache, Caramuche, etc.

O como la propia caleta llamada Infoche por los pescadores morrinos, según testimonio del también morrino Lautaro Núñez (prólogo a Torres 2017: XVI)  y que estaba situada junto al muelle Folsch y Martín. Según nuestro cálculo, quedaba en la playa vecina a la coordenada Izaza-Serrano, a no más de 100 metros al norte de la Caleta El Morro, conforme se observa en un Plano de Iquique 1880.

Braulio Olavarría Olmedo

Lectura de imagen:

Detalle del plano de Iquique 1883, de Melitón Mieres, con retoque de círculo en rojo para focalizar el presunto morro hacia la desembocadura de calle Wilson.

Referencias bibliográficas:

Bollaert, William: Ethnological and other researches in  New Grenada, Equador, Peru and Chile, with observations of the pre-incarial, incarial, and other monuments of  peruvian nations. Turner, London. 1860.

Coreal, Francois: Relation des voyages de Francois Coreal aux Indes Occidentales. Amsterdam, 1722.

Frezier, Amadeo Francisco: Relación del viaje por el Mar del Sur a las costas de Chile y el Perú durante los años de 1712, 1713 y 1714 por M. Frezier ingeniero ordinario del Rey. Imprenta Mejía,  1908.

González Zenteno, Luis: Caliche. Editorial Nascimento, Santiago, 1954

Mieres, Melitón: Iquique. Plano de la Dirección de Obras Públicas. Reglamento sobre ensanche y rectificación de calles de Iquique por Melitón Mieres. 1883. http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/635/w3-article-156943.html.

Núñez, Lautaro: Prólogo de Familias fundadoras de Pica y Matilla. Incluye Cumiñalla, La Huayca, Huatacondo, Quillagua y el puerto El Loa (1590-2015) de José Alflorino Torres G. Parte I , Ediciones Universidad de Tarapacá 2017. http://sb.uta.cl/libros/39087-FAM%20%20FUNDADORAS-Parte%20I.pdf.

Ogilby, John: America : being the latest, and most accurate description of the New World : containing the original of the inhabitants, and the remarkable voyages thither : the conquest of the vast empires of Mexico and Peru, and other large provinces and territories, with the several European plantations in those parts : also their cities, fortresses, towns, temples, mountains, and rivers, etc. 1671. London, Collection Smithsonian, Metropolitan New York Library Council.

Plano de Iquique 1880. http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:157157.

Riso Patrón, Francisco: Diccionario geográfico de las provincias de Tacna y Tarapacá, 1890. 

Vidal Gormaz, Francisco: Estudio sobre el Puerto de Iquique. Santiago de Chile, Imprenta Nacional. 1880. Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile. www.memoriachilena.cl/602/w3-article-9257.html.

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