La plaza de este nombre, llamada en años anteriores plaza «Gibraltar», es un local tristísimo, pero no tan desaseado como la plaza «Montt», en atención a que es más pequeña y no funcionan en ella circos, ni se ordeñan vacas, como en la otra.
Tiene un pequeño declive, debido a que todas las calles y sitios de esos alrededores, nacen al pie de los cerros que encierran a Iquique por el oriente. No posee flores, ni árboles; pero en cambio está dotada de algunos sofás, que, generalmente aprovecha el fatigado viajero que trepa las prominencias de «El Colorado», último barrio de Iquique por su lejanía y miseria.
Durante el gobierno peruano existió en esta plaza un cuartel que desapareció a causa de un incendio.
Tomado de “La Ciudad de Iquique” de Francisco Javier Ovalle, Iquique, 1908, página 293.