Mamiña, un pueblo de tradiciones

Nuestra Señora del Rosario, Patrona del Pueblo y la Fiesta de la Rueda.-

Continuando con el propósito de dar a conocer a nuestros lectores algunas informaciones sobre aquellos lugares de nuestro país que están distantes de los centros urbanos, hemos querido destacar en la crónica de hoy, las noticias que nos llegan del diario bregar de la población de Mamiña, aquel oasis nortino que siempre es visitado por aquellos que buscan un lugar de la tierra donde puedan ser felices otra vez.

Mamiña, pueblo bondadoso por su clima y la excelencia medicinal de sus aguas termales, también ofrece al turista o visitante, aspectos interesantes que nos hablan del espíritu tradicional de estos chilenos que en la jornada cotidiana, elevan sus ruegos al Divino Hacedor para la prosperidad de sus cosechas.

En efecto, algo que llama la atención de las visitas es la edificación del templo parroquial construido en el año 1634 y que muestra en sus líneas arquitectónicas la influencia española, situado frente a la Plaza Pública “Pedro Aguirre Cerda” y en la que sirvió como Párroco el entonces Presbítero señor José María Caro, ungido más tarde Primer Cardenal chileno.

Esta iglesia, de construcción típicamente colonial, de piedra rústica y cuyas imágenes y decoración interior son de aquella época lejana, guarda en su interior, junto a otras, la imagen de Nuestra Señora del Rosario, Patrona del Pueblo de Mamiña y cuya veneración ha comenzado a celebrarse desde hace ya varios días.

Esta Fiesta del Rosario tiene su propia tradición y cuentan los antepasados que el clima de Mamiña allá por el año 1870, era de un frío riguroso que no permitía el crecimiento normal de las plantaciones de maíz, pero con la traída de la imagen de la Virgen del Rosario desde el Perú, el clima fue mejorando y el frío disminuyendo, y desde que ella fue presentada a los valles mediante procesiones, los maizales fueron creciendo más y más hasta convertirse en una de las mejores gramíneas de este lugar, y, desde entonces, esta Virgen es venerada como Protectora del Pueblo, celebrándose en su honor, la Fiesta de la Rueda, que comienza el primer domingo de octubre y este año actuará como alférez, el antiguo vecino Pedro Bacián, que portando su banderola, será el encargado de invitar a sus coterráneos a participar en las fiestas. Esto ocurre al octavo día, en que el abanderado de la fiesta invita a varias personas a formar una rueda o cadena humana que al recorrer la Plaza y las calles, irá aumentando el número de sus componentes, los que cantando y saltando al compás de sus músicos, visitarán el hogar de cada vecino.

Esta visita a domicilio es considerada como una bendición de la Virgen al hogar y sus familiares y el dueño de casa debe agradecer agasajando a la banda, al portador de la banderola y a sus acompañantes, los que con típicos cantos entran y salen de uno a otro hogar, convirtiéndose esto en un alegre jolgorio que ha de durar varias horas, pues la tradición señala que no debe quedar ningún vecino sin ser visitado, y, finalmente, como símbolo de fraternidad de los pobladores, se realiza un animado baile familiar en el Parabién, donde los alféreces han de atender a los presentes con el clásico “Huiñapo” o chica pura de maíz amarillo, preparada según la técnica de la región.

La veneración de la Virgen del Rosario, como Protectora del Pueblo, da lugar a diversas festividades religiosas que se realizan en la semana precedente a la formación de la Rueda, las que por su carácter típico, alcanzan gran lucimiento.

Los cánticos en la iglesia y los versos que entonan los componentes de la rueda, acompañados de los músicos, dan lugar a una sentida melodía que comprende todo un ritmo de alabanza y agradecimiento para la venerada protectora del pueblo. Algunos versos dicen:

Madre mía del Rosario

Ay – amapolita – Ay cadena.

Aquí están tus seres vivientes

Échales tu bendición.

Para que te quiero tanto

Tris-tris-tra…

Corazón alegre…

Si no me has de querer…

Corazón alegre.

Esta noche no más canto

Tris-tris-tra

Ay azucenita…

Para que vivan tus hijos

Échales tu bendición.

Este es el modo, con que te adoro,

Tú eres la plata, mi vida, yo soy el oro.

Por esto y mucho más, una visita a Mamiña, ofrece un doble valor, se aprovecha la bondad de sus aguas, e incrementa su acerbo cultural, conociendo la tradición de estos pueblos. En el aspecto descrito y en otros que daremos a conocer más adelante, los lectores podrán deducir que Mamiña constituye uno de los parajes de mayor atracción del Norte de Chile.-

Luis A. Astorga Albis, Director de Escuela Pública. Mamiña.

El Tarapacá

Viernes 12 de octubre de 1962, Año LXIX, N°23221 p.3

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