Cochabamba, Bolivia.
A principios de la época colonial, cuando Quillacollo era parte de la provincia Tapacarí, una pequeña niña que pasaba los días pastoreando ovejas, se encontró un día con una hermosa y deslumbrante señora que se convirtió en su amiga. Esta hermosa dama llegó con un niño en los brazos.
La niña observaba este hecho con toda naturalidad, toda vez que ocurría, además que la señora conversaba con la niña en su propio idioma (el quechua) y algunas veces el niño, que normalmente se encontraba en el regazo de la mujer, jugaba con la niña.
Este hecho fue comentado por la niña a sus padres, quienes sorprendidos escuchaban los relatos del hecho de que se escuchara un sonido reverberante antes de que apareciera «la señora».
Los padres decidieron comunicar al «doctrinero» (en ese entonces la parroquia se llamaba Doctrina y, por extensión, al sacerdote Doctrinero).
El hecho también fue de conocimiento de muchos vecinos, quienes decidieron cerciorarse de la veracidad del relato.
Un día 15 de agosto, la niña se encontraba como ya era casi una costumbre junto a la Señora y su niño, cuando irrumpieron sus padres y un grupo de vecinos observaron como la señora y el niño subían lentamente a los cielos; algunos vecinos que no podían creer lo que veían, preguntaban «¿dónde está la señora?» a lo que la niña respondía gritando, señalando con el dedo a la señora «Ork’o piña», «Ork’o piña», voz quechua que quiere decir «ya está en el cerro», posteriormente se dirigieron al lugar donde ordinariamente en su visita la señora tomaba asiento con el niño en brazos, allí encontraron la imagen de la Virgen María de Urkupiña, nombre castellanizado, que es la que actualmente es venerada desde aquella época y fue trasladada al templo Matriz de Quillacollo donde se encuentra en la actualidad.