Ubicado en la calle Tarapacá al llegar a Patricio Lynch, tenía como carta de presentación un inmenso Wurlitzer que el humor popular tradujo como Chancha. Los nuevaoleros de los 60′ encontraron en ese local su razón de vivir. La voz de Paul Anka con su «Diana» inundaba la calle Tarapacá, mientras que en su interior los enamorados soñaban con alguna mujer de idéntico nombre.
Los 60′ fueron su época de oro que coincide con la llegada del twist a Iquique, de la mano de cantantes como Chuby Checker. Juan Bravos Lineros fue su dueño y administrador. Era además, una boite donde el negro Carmelo Dávila descargaba su talento caribeño.