Tremendos misterios del corazón

(Dentro y más allá de la guerra)

El día lunes 5 de abril de 1879, alrededor de las 2 de la tarde, nueve buques llegados desde el sur recalan en la bahía de Iquique. Es la escuadra chilena, compuesta por los blindados «Blanco Encalada» (buque insignia) y «Cochrane», construidos en 1872 y 1874, respectivamente; las corbetas «Chacabuco», «O’Higgins», «Esmeralda»  y «Magallanes», además de la goleta «Covadonga» (curiosamente llamada «cañonera», porque disponía de sólo dos cañones de 70 libras); el vapor «Toltén» y el transporte «Angamos». La flota, comandada por el contralmirante Juan Williams Rebolledo, arriba el mismo día en que Chile le declara la guerra al Perú, tras haberlo hecho ya con Bolivia. Su objetivo es bloquear el puerto.

Hasta entonces se encuentran surtos unos treinta buques mercantes, unos cargado, otros esperando flete y tomando lastre, además de las corbetas «Pensacola», estadounidense; y «Tourqoise», inglesa.

Asombro y malos pálpitos invaden a los residentes de la capital de la Provincia Litoral de Tarapacá y tercera ciudad más importantes del                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Perú, pues hace unos días que se vienen percibiendo en el ambiente síntomas de guerra. En la Isla se trabaja con celeridad en obras de fortificación, al paso que todos los días baja desde la pampa salitrera gran cantidad de familias chilenas que desbordan casi el muelle de pasajeros y sus inmediaciones en procura de la oportunidad de obtener pasaje en un barco para retornar a casa.

                                        EL BLOQUEO

Las órdenes recibidas con fecha 3 de abril por el almirante Williams rezan expresamente: «Usted procurará destruir o inhabilitar la escuadra peruana, impedir fortificaciones en Iquique o destruirlas, aprehender transportes y bloquear puertos, y proceder en todo con amplias facultades» (Williams 1884:16).

El bloqueo significaba paralizar los embarques de salitre y guano, los dos rubros fundamentales de la actividad de ese puerto exportador, bien llamado «la capital del salitre».

Con el propósito de notificar esta medida de fuerza a la autoridad política y militar local, baja a tierra el comandante de la «Covadonga», quien tras desembarcar en el muelle, debe encaminar sus pasos a la oficina del prefecto Justo Pastor Dávila.

Episodio que relata el testigo Jaime Puig y Verdaguer, cónsul de Ecuador:

«El gallardo oficial subió por fin, y con paso seguro, comenzó a andar con mucho donaire dirigiéndose resueltamente hacia nosotros, y estaba de Dios, como diría un fatalista, que las primeras palabras de aquel bizarro marino al pisar tierra peruana habían de ser dirigidas al que esto cuenta. ‘Caballero, tenga la bondad de indicarme adónde se halla la Prefectura’. Correspondí con una atenta genuflexión y amable sonrisa. Ahí la tiene Ud., señor«.

«Tal era Arturo Prat, el oficial que venía a notificar el bloqueo, solo y sin más compañía que su sable de marino, pasando luego por entre medio de una multitud enemiga, pero muda, grave y circunspecta, en cuyos rostros se dibujaba más atonismo, ansiedad, que ira y protesta. (Puig 2021:20-21).

La Prefectura es una de las varias dependencias que ocupan el edificio de la Aduana, también denominado Palacio, centro cívico-administrativo donde tienen su sede el Juzgado, la Delegación Fiscal y la Comisaría; y en el que luego instalará su despacho el general de división Juan Buendía Noriega, comandante de los Ejércitos Aliados del Sur.

De igual manera, el capitán Prat se entrevista con el decano del Cuerpo Consular para informarle acerca de la situación que concierne a los ciudadanos extranjeros y puntualizar que a los vapores de la carrera sólo se les autoriza permanecer en la bahía por el tiempo necesario para el embarco y desembarco de pasajeros y correspondencia.

«Amaneció el día 6 con más ajetreo y pavura. La mayor parte del comercio y muchos particulares se trasladaron a la sabana, cerca del cementerio, y tras de los promontorios del canal. Allí se improvisaron amplias carpas, y se ahondaban pozos cómodos rodeando las bocas con sacos de arena, a fin de tener un sitio seguro en caso de bombardeo. Como quiera que la mayor parte del comercio allí refugiado se componía de españoles e italianos, acordóse ponerle el nombre de Lepanto, y así siguió denominándose durante mucho tiempo aquel lugar» (Puig 2021: 22-23).

 «Un repente estrepitoso alarmó a la población en lo mejor de la tarea de liar objetos e indumentaria. Un cañonazo había sido disparado sobre la máquina condensadora, administrada por el noble asturiano señor don Eduardo Llanos. Eran las siete de la mañana. El cañonazo aquel produjo gran alarma en toda la ciudad, y en los cuarteles, donde sonaron los clarines, se puso la tropa precipitadamente sobre las arenas, produciéndose con eso aún mayor confusión, pues nadie sabía lo que verdaderamente pasaba.          La Chacabuco era la que había disparado el primer cañonazo para dar a entender a la condensadora que allí no se permitía más humareda que la de los buques.

No bien se reponía el público de aquel sobresalto, a eso de las ocho, sonó otro cañonazo, luego otro y otros, hasta seis consecutivos, disparados por la Magallanes sobre el tren que salía furtivamente con toda velocidad para San Juan de la Pampa. El intrépido maquinista, no perdió la serenidad un momento, y siguió valientemente, aclamado con grandes aplausos hasta trasponer la colina sin haber recibido un solo impacto, a no ser una ligera rozadura de proyectil en el furgón de la máquina.

La Angamos, que tenía a su cargo todo el polígono de la sabana por el lado de Cavancha, disparó también sobre unos arrieros que, ajenos a lo que sucedía, venían a la ciudad procedentes del interior de la provincia» (Puig 2021: 23-24)                                                                                       

La resolución de bloquear Iquique apunta eventualmente al objetivo de paralizar y destruir las dos principales fuentes de recursos -el salitre y el guano-, e inducir a venida de la escuadra peruana para sostener un combate decisivo.

En función de ello y para los efectos de impedir la actividad guanera, el 14 de abril, el «Blanco Encalada», la «O’Higgins», la «Chacabuco» y la «Magallanes» bombardean los muelles e infraestructura estatal de Pabellón de Pica y Huanillos. Cuatro días más tarde, hacen lo propio en Mejillones del Norte y Pisagua, acción que se repite sobre estos dos últimos puertos el 2 de mayo, esta vez a cargo del «Cochrane» y la «O’Higgins».

«El 18 de abril, el comandante de la escuadra chilena notifica a las autoridades de Iquique que abriría al dia siguiente el fuego si se persistía en caldear las máquinas de destilación que alimentan la ciudad de agua potable, y si se servían del ferrocarril para trasportar tropas; los invitaba igualmente a hacer salir a los no combatientes.

En vano los comandantes inglés (de la «Tourqoise») y americano (de la «Pensacola») intervinieron ante el almirante chileno para obtener una prórroga en favor de los buques neutrales: fue necesario que estos se trasladaran a las caletas guaneras de Pabellón de Pica, Huanillos y Punta de Lobos, a cerca de cuarenta millas al sur de Iquique. Cuando los buques comenzaban a cargar abono, el blindado chileno Cochrane, que vigilaba la costa, les instó a alejarse.

Los capitanes protestaron, alegando que no podían salir a alta mar sin lastre, a lo cual contestó el comandante que los autorizaba para tomar la arena necesaria como lastre, pero que no permitía que se cargase un saco de guano. Y, para asegurar la ejecución de sus órdenes, hizo desembarcar una compañía de infantería de marina e incendiar los malecones, lanchas, plataformas y todo el material de exportacion» (Varigny 1879. En Boletín 1979:311)

                                  TENSA DISYUNTIVA

El gobierno de Chile concibe la idea de dar un golpe de gracia, aniquilando a la escuadra peruana en su puerto base de El Callao. El contralmirante Williams discrepa de esta estrategia, pero dado que el bloqueo de Iquique no está surtiendo el efecto de provocar la aparición de la escuadra peruana, admite que mientras ese movimiento no se ejecute, resulta imposible operar con el ejército» (Williams 1884:37). 

En este sentido, con fecha 8 de abril de ministro de Guerra, general Cornelio Saavedra, le manifiesta al contralmirante su apreciación de que primeramente hay que lograr supremacía en el mar y tener la seguridad de poder contar con un ejército «bien organizado y numeroso«. A su vez, el ministro de Guerra subrogante, Antonio Varas, le participa su opinión de que si el bloqueo del Callao no da resultado, habrá que evaluar derechamente que el ejército desembarque en Iquique (Williams 1884:38).

El jueves 15 de mayo, el jefe naval chileno dispone tres trasbordos: el capitán Arturo Prat deja la «Covadonga» para asumir en “la Esmeralda”, el capitán Carlos Condell pasa a la “Covadonga” y el capitán Manuel Thomson se hace cargo de la “Abtao”.                                                                       

Prácticamente decidida ya la incursión sobre El Callao, Williams procura información relevante de parte de jefes naves extranjeras que hayan pasado recientemente por el primer puerto peruano. Uno de ellos, el capitán N. Potts, le indica en el plano la ubicación de los buques peruanos y le asegura que no están aún en condiciones de moverse, especialmente la fragata blindada «Independencia», que se encuentra sometida al complejo trabajo de instalar una nueva caldera.

«Con todas estas seguridades, no vi peligro en dejar a la Esmeralda y la Covadonga para que continuaran sosteniendo el bloqueo» (Williams 1884:44).

 Como jefe de la escuadrilla bloqueadora es designado el capitán Prat, a quien Williams da a conocer las instrucciones pertinentes:

«Queda bajo su responsabilidad el bloqueo de Iquique, que mantendrá con el buque de su mando con la misma estrictez que hasta hoy.

«La goleta Covadonga quedará en el puerto y acompañará a la Esmeralda para apoyarla en caso de agresión por parte del enemigo» (Williams 1884:48).

El viernes 16 de mayo comienza la salida al Callao, con el zarpe del «Cochrane», «Chacabuco», «O’Higgins», «Magallanes» y «Abtao». Al día seguiente lo hacen el buque insignia «Blanco Encalada» y la «Magallanes». Deben reunirse en un determinado punto mar adentro.

«Cuando dejaba el puerto, el comandante de la Esmeralda vino a pedir las últimas órdenes. Al despedirse de mí en el portalón, contestando a mis últimas recomendaciones, me dijo estas únicas palabras: «!Si viene el Huáscar, lo abordo!».

Cuando en esos momentos lo miraba alejarse risueño y tranquilo, no pensé ciertamente en que no lo volvería a ver»  (Williams 1884:47).

El 18 de mayo sube a bordo de la «Esmeralda» el ingeniero civil Agustín Cabrera que ha venido a reparar el cable submarino que cortó la Escuadra al establecer el bloqueo del puerto.

«Prat creyó oportuno aprovechar los conocimientos de electricidad del señor Cabrera y revisando el material que se encontraba a bordo sólo se podía disponer de un par de llaves Mac Evoy para estallar minas submarinas y con el objeto de probar su eficiencia se conectó una de ellas a un par de elementos Leclanché luego se echó un saquete de carga de cañón dentro de un tarro vacíó, el que amarrado a un botalón con sus respectivos estalladores y alambres conductores, se echó al agua por la popa y al apretar el botón de llave Mac Evoy, el tarro explotó, levantando una columna de agua que se elevó hasta mas arriba de la toldilla.

Los habitantes de Iquique pensaron que había habido un accidente y creyeron que la Esmeralda estaba rodeada de torpedos» (Cuya 2017 B).

Torpedos se denominaba en esa época a simples dispositivos contenedores de pólvora y fragmentos metálicos -como el tarro mencionado- que se activaban y detonaban mediante pilas.

Sin embargo, la información entregada a Williams por el capitán Potts no era efectiva, ya que al mismo tiempo que la escuadra chilena se dirige al Callao, la peruana viene navegando hacia Arica. No se topan porque la primera discurre por alta mar y su oponente más cerca de la costa.

«Inmóvil en el puerto del Callao, la flota peruana no daba señales de vida, i esa inmovilidad causaba gran irritación en Lima. El presidente Prado, hostigado a reclamos, no cejaba un paso y se negaba a arriesgar un encuentro general» (Varigny, C. de: La guerra en la América del sur. Las primeras operaciones. Traducido de la Revue Politique. Boletín de la Guerra del Pacífico 1979:311).

 A su vez, confiado en la supuesta inacción de su contraparte peruana, el almirante Williams despacha el «Cochrane» al sur.

Enterado, sin embargo, del relajamiento del bloqueo de Iquique, el gobierno peruano dispone que su puntal naval, los acorazados «Huáscar» e «Independencia», se dirija hacia Arica.

                                   RUMBO AL ESCENARIO

 «En cumplimiento de las instrucciones verbales recibidas de V.E. zarpé del puerto de Arica en la primera hora de la noche del 20 del presente, con el monitor Huáscar y la fragata Independencia, ambos buques pertenecientes a la división naval de mi mando y me es honroso dar cuenta a V.E. de los acontecimientos que han tenido lugar en ella hasta la fecha.

En la travesía del puerto de Arica al de Iquique, creí conveniente recalar a Pisagua, lo que verifiqué a las 04 Hrs. 20 Ms. AM.. del 21, con el objeto de inquirir algunas noticias relativas a la comisión que debía realizar en Iquique. En efecto, supe por el capitán de dicho puerto, quien me mostró un telegrama del prefecto del departamento de Tarapacá, de fecha 19, en el que se comunicaba que la corbeta Esmeralda, la cañonera Covadonga y el transporte Lamar, buques de la escuadra chilena, hacían efectivo el bloqueo de Iquique» (Miguel Grau, comandante del «Huáscar»).

04.30 horas:

 «Como el comandante Grau comprendiera la necesidad de salir cuanto antes con rumbo a Iquique, lo hizo así, saliendo quince minutos después de nuestra llegada» (Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).

05.35 horas:

«Reina a bordo grande excitación. El comandante sobre la cubierta dirige la palabra con enérgico entusiasmo a la dotación formada en dos filas. Sus sencillos pensamientos, impregnados de verdadero patriotismo, conmueven y entusiasman a sus subordinados. Un sólo sentimiento, una sola idea los domina: la defensa de la Patria. Los recuerdos de los actos vandálicos practicados en nuestros indefensos puertos por los enemigos, retemplan los espíritus y algo de majestuoso y solemne se nota, en los que escuchan con atención la corta, pero valiente proclama del comandante» (Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).                   

                               UNIDOS POR LA SANGRE

El capitán de navío Miguel Grau es el comandante de la Primera División Naval. Aunque la fragata blindada «Independencia» es objetivamente la más poderosa de las unidades peruanas, Grau la consideraba un tanto obsoleta, razón por la cual privilegia al monitor blindado «Huáscar» como su buque insignia.                                                                                      Grau conoce a varios oficiales chilenos, pues combatieron juntos en la guerra de Perú y Chile contra España (1865-1866), contienda provocada por la ocupación de las islas peruanas Chincha por España. Grau era capitán de fragata y comandaba la “Unión».

En aquel episodio bélico, la escuadra binacional operó al mando del capitán de fragata Juan Williams Rebolledo, comandante de la «Esmeralda», en la que servían los cadetes Arturo Prat, Carlos Condell y Manuel Thomson. El 26 de noviembre de 1865, la “Esmeralda” venció y capturó la goleta española «Virgen de Covadonga», que pasó ser parte de la flota de guerra chilena, simplemente, como «Covadonga».

Un dato tal vez tanto o más curioso, podría ser el que entre los oficiales de las marinas de Perú y Chile se daban lazos de entrecruzamiento familiar.                                                                      Por ejemplo, Miguel Grau era concuñado con Oscar Viel Toro, comandante de la corbeta “Chacabuco”. Por tal motivo, en carta a su cuñada, Mercedes Cabero de Viel, le confidencia: “Pido a Dios que me separe de la Chacabuco, porque para mí sería siempre la más grande desgracia tener que combatir a Viel, a quien tanto quiero”.  

Ocho días después del célebre combate de Iquique, en una segunda carta a su cuñada, Grau se condolerá amargamente:

 “Ya estarás informada del encuentro de nuestros buques con la vieja “Esmeralda” y “Covadonga” . Ambos buques se han defendido con una bizarría extraordinaria; a mí me tocó batirme con la “Esmeralda”, a la que me vi obligado a echar a pique, porque nada había logrado hacerle con 40 cañonazos que le había disparado en cerca de 3 horas de combate. El valiente Comandante de la “Esmeralda” murió como un héroe en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo, pero, desgraciadamente fue ya tarde. Su muerte me amargó la pequeña victoria que había obtenido y pasé un día muy afligido» (Patricio Villalobos).

Retomando el hilo narrativo, tenemos que el capitán de fragata Carlos Condell de la Haza es hijo de madre peruana y sobrino del actual comandante en jefe de la Armada peruana, Antonio de la Haza Rodríguez. Como irónico contrasentido, en Punta Gruesa deberá enfrentar a sus primos Alfredo y Arturo de la Haza, oficiales de la «Independencia» (Sotelo 2013:123-124).

Mientras que Manuel Thomson es nacido en Arica y de madre peruana, coterránea de Grau.                       

                                  HUMOS AGOREROS

07.15 horas:                                                 

Se avistaron dos buques que venían del norte, a los cuales todos suponían ser enemigos. Uno de ellos avanzó hacia el oeste del puerto, tomando poco después rumbo al fondeadero. En el acto se pusieron en movimiento la Esmeralda, la Covadonga y el transporte Lamar, que sostenían el bloqueo de este puerto.

Como los dos buques que asomaron despedían mucho humo, sospecharon, sin duda, los bloqueadores que eran de los suyos. Sin embargo, para cerciorarse más, se dirigieron hacia el que veían entrar por el oeste«. (Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

«Dicen algunos que la «Covadonga» salió a reconocerlos y regresó a avisar a la «Esmeralda’ y que ambos, junto con el transporte «Lamar» se pusieron en son de combate. Esto debe ser cierto, porque cuando me coloqué de espectador, los buques sospechosos estaban algo afuera y los chilenos habían hecho zafarrancho de combate» (Pablo Pacheco, residente boliviano).

«Reconocido que fue el Huáscar, que era el primero que hizo proa a nuestro puerto, la Covadonga se acercó al transporte Lamar y le dio orden de irse al sur a toda máquina. El Lamar con toda fuerza tomó el rumbo que se le había indicado» (Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

«Amaneció por fin el día 21 de Mayo ligeramente nublado y con alguna cerrazón en el mar dormido y gris que espejaba el color pizarroso del celaje.  De pronto observé que algunas gentes, volaban más que corrían, tocadas de una hilaridad extraña ¡Viva!… ¡Viva!…, gritaban corriendo. ¡El Huáscar!… ¡Viva el Perú! ¡Ahora sí, ahora sí! Yo corrí también cabe al muelle, a ver aquella inesperada novedad que así levantaba el espíritu público al son de los repiques de campanas con tañidos de somatén» (arenga de guerra). (Puig y Verdaguer 2021:36-37).

08.00 horas

Frente a Iquique. Son las ocho del día. La población se presenta a nuestra vista envuelta aún en las brumas de la mañana, que los tibios rayos del sol principian a disipar paulatinamente.

Los muelles, balcones, azoteas y colinas inmediatas, se encuentran cubiertas de multitud de personas que ansían contemplar el combate. Sus corazones laten de entusiasmo, al ver las naves de la Patria que vienen a hundir o poner en fuga los que cobardemente se han ensañado sobre su indefensa población».

«La corbeta Esmeralda muy pegada a la playa y hacia el lado norte permanece sobre su máquina arrojando por su chimenea una inmensa columna de humo; mientras que la Covadonga, con su casco pintado de plomo, trata de escapar hacia el sur; y el transporte Lamar enarbola la bandera americana«

La Independencia, que hasta media noche viajaba a nuestra cuadra, aún no llega y tardará por lo menos un cuarto de hora. Su demora causa profunda impaciencia, y los minutos pasan sin que vengan a ocupar su puesto. El comandante Grau desde su puente, sigue con los anteojos los menores movimientos del enemigo, dirige con ansiedad su mirada hacia Iquique, que pronto presenciará, indudablemente, terribles escenas«(Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).

«Veamos entre tanto, qué es lo que acaecía a nuestro frente y cerca nuestro; y digo cerca, porque el miramar de la Aduana desde el cual espectábamos aquella escena, es la posición más avanzada hacia el mar y el más elevado también y por tanto el mejor y más bien situado para otear cómodamente la grandiosa tragedia que iba a tener lugar a nuestra vista, en aquel momento histórico de nuestra villa.

Ocupábamos el mirador, el señor don Marcos Aguirre, Comandante de la Bomba Iquique N° 1, el Secretario de la misma; el que esto relata, y el Subsecretario y Teniente abanderado de la misma bomba«(Puig 2021:40).

 08.20 horas

«A dos mil y tantos metros estábamos de los buques enemigos, cuando afirmamos nuestro pabellón con un cañonazo de la torre. La Esmeralda nos presentaba entonces su lado de babor y el proyectil pasó por alto, cayendo al norte de la ciudad, en la pampa.

Demoró mucho para contestarnos y se pegaba demasiado a la playa, defendiéndose con la población, pues calculaba que el Huáscar por temor a producir allí grandes daños, se abstendría de hacer fuego y así pasaba efectivamente.

Poco después llegó la Independencia a la que veinte minutos antes le habíamos puesto las señales de: “prepárense para el combate” y después: “rompan sus fuegos”; y así lo hizo en efecto, dirigiendo sus fuegos a la Covadonga, que huyó después hacia el sur» (Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).          ). 

La Independencia avanzó hacia el sur, con el objeto de impedir que la Covadonga, que tiene muy buen andar, se le escapase. Fue entonces cuando se trabó un combate recio por nuestra parte y desesperado por la del enemigo, que ha demostrado un heroísmo espartano.

Jaqueada la Esmeralda por el Huáscar, que la perseguía en las ligeras evoluciones que ella hacía, entre nuestra rada y el Colorado, único trayecto que pudo recorrer, porque no tenía escape ni al norte ni al sur, el monitor le hacía fuego por elevación, a fin de lograr que la corbeta se rindiese.

Que desde el principio fue ese el objeto del valiente comandante señor Miguel Grau, lo prueban las bombas y balas rasas que reventaron en el cerro de Huantaca, y en el que está frente a la casa del señor Williamson» (Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

«Para cada uno de los disparos que hacíamos nos contestaba la Esmeralda con todo su costado, enfilándose enseguida o viraba para descargarnos su costado contrario o ya se precipitaba hacia la playa. Viéndose preparados para el combate, el Lamar aprovechó la oportunidad y huyó con rumbo al sur«. (Corresponsal Julio Octavio Reyes, a bordo del “Huáscar”).

«El trasporte “Lamar” se puso en fuga con rumbo al sur, arriando su pabellón chileno, e izando el norteamericano. “La Independencia”, cerca ya de la “Esmeralda”, rompió los fuegos con su cañón de proa, descargando en seguida su costado de babor. En este momento y como la “Covadonga” que había empeñado combate con el “Huáscar”, tratase de escapar, por haber parado el monitor su máquina para recibir al capitán del Puerto y al corresponsal de “El Comercio” de Lima en Iquique, la perseguimos para cortarle la retirada. Entonces el “Huáscar” batía a la “Esmeralda” y la “Independencia” a la “Covadonga” (José Rodolfo del Campo, corresponsal de «El Comercio» de Lima, a bordo de la “Independencia).

«Seguí recorriendo la costa del norte para encerrar a los enemigos en la bahía. En esta disposición hicieron rumbo al sur, pero encontrando que les cerraba la salida el Huáscar, regresaron, gobernando la Esmeralda hacia el norte» (Juan Guilermo Moore, comandante de la «Independencia»).

«La Independencia avanzó hacia el sur, con el objeto de impedir que la Covadonga, que tiene muy buen andar, se le escapase. Fue entonces cuando se trabó un combate recio por nuestra parte y desesperado por la del enemigo, que ha demostrado un heroísmo espartano. La Esmeralda sostenía el fuego con un tesón admirable, haciendo certeras punterías a flor de agua y por elevación; pero el Huáscar le respondía de tarde en tarde a fin de no dañarla. En uno de los movimientos de la corbeta chilena, se puso frente y muy cerca de la estación del ferrocarril. (Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

«Como estaba muy cerca a tierra, se le hizo uno que otro disparo de rifle, que fue vivamente contestado de a bordo, pues las cofas del buque estaban defendidas con gente que manejaba ametralladoras» (Pablo Pacheco, residente boliviano).

«El señor Suárez (coronel Belisario Suárez, jefe de la Segunda División del Ejército del Sur, acantonada en Alto Molle) «voló entonces al telégrafo de nuestro campamento y manifestó al general en jefe la conveniencia de romper los fuegos en la plaza de Iquique con las piezas de montaña que tiene allí la división Velarde» (Corresponsal de la Sociedad de Lima, desde Alto Molle).

«Al principio no pudo (la Esmeralda) contestar a los fuegos de tierra por tener toda su artillería del lado de estribor ocupada. Sin embargo, disparó 3 ó 4 tiros, que felizmente no causaron más perjuicios que herir una mula. Junto con la artillería se encontraban detrás de los morritos los batallones 5° y 7°y el Loa, pues una bala del «Huáscar» casi causó horribles desgracias, pues cayó cerca del cuartel del 5° y 7°, por lo que se buscó un paraje seguro y libre del peligro de la caída de obuses» (Pablo Pacheco, residente boliviano).

«La Esmeralda al aproximarse el Huáscar había hecho proa a tierra quedándose muy cerca de aquella parte que llaman, o llamaban a la sazón el canal, buscando sin duda un lugar de poco fondo a fin de evitar los espolonazos del terrible Huáscar. A raíz de esta evolución se oyó un gran movimiento y ajetreo en el cuartel de artillería, y al rato venía a todo escape por las calles de la barriada del Norte, la batería rodada levantando la polvareda que puede el lector imaginar, tratándose de aquel suelo siempre árido.

Muy pronto quedaron emplazados en batería aquellos cañones sobre la ancha loma del canal, comenzando luego un fuego vivo y asaz molesto para la corbeta enemiga y que, a juzgar por el movimiento y caída de algunos objetos al agua por el lado de estribor, hubo de ocasionarle gran daño y mortandad, máxime cuando se le disparaba desde tan cerca y con tanta seguridad, y tengo para mí,que la primera sangre que mojó aquella cubierta y entrepuente, fue   causada por los disparos de tierra» (Puig 2021:48).

Entonces el señor general Buendía que, para todo caso hizo colocar la artillería de campaña por ese punto, ordenó que rompiese ésta el fuego sobre el buque chileno y que igual cosa hiciesen los soldados. En efecto, las cuatro piezas de a 9 empezaron a hacer un fuego pronto y certero, al cual contestó la corbeta con una andanada y con tiros de fusilería tan sostenidos, que parecían los de dos ejércitos numerosos que se baten encarnizadamente«(Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

10.00 horas

Y desde este momento, las diez de la mañana, hora en que la Esmeralda apenas podía andar ni moverse sin duda por averías en la máquina, comenzó a disparar también contra la batería del canal, en tanto que los rifleros de las cofas contestaban así mismo la agresión de tierra con fuego graneado muy activo y certero» (Puig 2021:49).

Después de sesenta cañonazos de tierra, más o menos, se consiguió desalojar a la Esmeralda, que buscaba, siempre haciendo fuego, la salvaguardia de la población para no perderse» (Modesto Molina, diario “El Comercio” de Iquique. A bordo de un bote).

En tanto que esto pasaba, el Huáscar se convencía que la Esmeralda no era tan fácil presa. Esta se habia atracado a la orilla, procurando que el Huáscar se le acercara, porque éste no podia hacer fuego por temor de incendiar la ciudad. Esta táctica pudo haber tenido éxito, si no hubiera sido por una batería de seis cañones que desde la orilla hacía fuego contra la Esmeralda. El cascarón devolvió el fuego y consiguió desmontar dos cañones, pero su gente no podía trabajar por dos lados y el Huáscar ya se acercaba» (Oficial anónimo de corbeta inglesa «Tourquoise»).

«Empeñando así el combate y viendo que el Huáscar cambiaba su proa dirigiendo sus tiros a la Esmeralda y que la Covadonga trataba de fugar, pegándose a la isla, goberné en la misma dirección a fin de impedírselo, no pudiendo conseguir mi objeto porque al llegar a la altura de la isla, la Covadonga la había rebasado, pegándose mucho a las rompientes y obligándome a seguirla» (Juan Guillermo Moore, comandante de la «Independencia«).

«En menos tiempo del que he tenido menester para referirlo y en seguida del primer disparo, la Covadonga hizo rumbo al Sur como hemos dicho ya, barajando la ancha y dilatada ensenada de Cavancha, tangenteando bajíos y arrecifes, con gran maestría náutica» (Puig 2021:36-37).                                                                                               

10.30 horas

En este momento, diez y media de la mañana, sonó un enorme cañonazo del Huáscar y como si nos replicara volviendo por su crédito, acertó un terrible balazo a la Esmeralda por el lado de babor, saliendo con estruendo por el lado de estribor.                                               Luego una negra humareda nos dio a entender el comienzo de un incendio a bordo, que duró poco por haber sido sofocado, sin duda con oportunidad«(Puig 2021:51-52).                                 

                              EL COMIENZO DEL FIN

11.35 horas

«Como viera el comandante Grau que era conveniente terminar el combate, resolvió hacer uso del espolón y ordenó entonces que los de cubierta bajasen y se cerraran las escotillas» (Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).

 -«Mientras la Independencia seguía su camino y notando la inseguridad de nuestros tiros, por la causa que he dicho antes, me decidí a atacar a la Esmeralda con el espolón, pero informado por el capitán de corbeta y de puerto, don Salome Porras y por el práctico del mismo, don Guillermo Checle, quienes se encontraban a bordo desde el principio del combate, de que dicho buque estaba defendido por una línea de torpedos en su delante, intenté dirigirme sobre él pasando próximo a tierra por el lado del sur para desalojarlo de la zona en que maniobraba defendido.

Mas, observando a la vez que se dirigía hacia el norte saliendo de esa zona, cambié de propósito y goberné directamente sobre el centro de su casco, con un andar de ocho millas próximamente. A medio cumplido de distancia detuve la máquina y la Esmeralda, guiñando para evadir el golpe al costado, lo recibió por la aleta de babor en dirección muy oblicua, el espolón resbaló, su efecto fue de poca consideración y quedaron abordados ambos buques, hasta que el Huáscar empezó su movimiento para atrás» (Miguel Grau, comandante del «Huáscar»).

Eran las doce del día más o menos cuando el Huáscar dio casi todo el andar a su potente maquina dirigiendo su poderoso espolón perpendicular al costado de la casi inmóvil corbeta, sobre la cual se lanzó como un león furioso. El momento era solemne… de recogimiento, de expectación indecible, de angustia dolorosa ante la idea de un inciso trágico, visto por vez primera. 

El Huáscar acababa de asestar un horrendo espolonazo a la Esmeralda que, a pesar de un gran esfuerzo, no pudo esquivar del todo el tremendo choque recibiéndole por el lado de popa remeciendo con estrépito a su enemiga y en medio de una humareda inmensa, pues momentos antes del feroz encuentro, la Esmeralda concentró la puntería de todos sus cañones de babor al Huáscar, hízole una descarga infernal al mismo tiempo que los rifleros de las cofas no cesaban de tirar a la cubierta del monstruo que tenían a sus pies, por el lado de popa» (Puig 2021:51-58)

 –«El espolonazo fue recio, pero no causó gran efecto. La “Esmeralda” maniobró con dirección a la población, con el intento marcado de evitar que el “Huáscar”, ante el peligro de dañar a aquella, le hiciera fuego. Pero no contaba con la huéspeda de los cañonazos certeros que descargó sobre ella nuestra artillería de tierra.                                                                                                                              El buque chileno contestó con bombas y andanadas de metralla. Pero esto en vez de amilanar, avivó el entusiasmo de los soldados de las baterías, viéndose aquel en la necesidad de alejarse de la playa y afrontarse de nuevo con el monitor» (Benito Neto, corresponsal de «La Patria», a bordo de un bote).

«Embestí nuevamente con igual velocidad y la Esmeralda presentó su proa, evadiendo de esta manera nuevamente los efectos del choque, sin embargo estos dos golpes la dejaron bastante maltratada.

En ambas ocasiones, a la aproximación de los buques y durante el tiempo que permanecieron muy cerca , recibimos el nutrido fuego de las ametralladoras que tenían establecidas en sus cofas, el de fusilería y muchas bombas de mano a la vez que descargas completas de la artillería de sus costados. El blindaje protegió bien a nuestra gente de los efectos de tan certeros fuegos, muchos de los cuales chocaron en nuestra torre y otros rompieron algunas partes de madera o de hierro muy delgado, y permitía sostener igualmente nuestro fuego de cañón y fusilería» (Miguel Grau, comandante del «Huáscar»).

«Trabóse entonces un terrible y encarnizado combate a boca de jarro de ametralladoras y fusilería, una densa nube de humo envolvía a los dos buques.

¡Qué momento de ansiedad y de angustia infinita para los que contemplábamos aquello!

De pronto de la torre del monitor salen dos fogonazos, al mismo tiempo que de la proa de la “Esmeralda” se levantan por los aires multitud de objetos que a primera vista parecen trozos de madera» (Benito Neto, corresponsal de “La Patria” de Lima, a bordo de un bote).

                               MOMENTOS SUPREMOS

«El Huáscar, lanzando al espacio densas negras columnas de humo, daba a entender que avivaba el fuego de sus entrañas, y luego… luego, arremetió nuevamente a toda máquina sacudiendo y flotando al aire la negra melena de la absurda humareda haciendo así más siniestra aquella espantosa acometividad del duro adversario encendido en iras y sañas infernales, que corría como empujado por un destino fatal.

Ya se acerca… la negra humareda, serpentea, se hincha y se dilata como inmenso crespón envolviendo al barco trepidante y a la bandera tremolante con el terrible espolón.

–!!!Ya llega!!! ¡¡Ahaa!!… la exclamación lastimera diluida en el aire con el rumor de las olas al reventar en la playa, se apercibió como un lamento funeral, sordo y vago, como el suspiro de un titán atormentado.

¡¡Hurraa!! ¡¡Viva el Perú!! y una nueva gritería inmensa a lo largo de la costa era resonada en miradores y azoteas en tanto que el tronar del cañón anunciaba el juicio final«(Puig y Verdaguer 2021:75).

«Finalmente, emprendí la tercera embestida con una velocidad de diez millas y logré tomarla por el centro. A este golpe se encabuzó y desapareció completamente la Esmeralda, sumergiéndose y dejando a flote pequeños pedazos de su casco y algunos de sus tripulantes.                                                                                             Eran las 12:10 PM. El comandante de ese buque nos abordó a la vez que uno de sus oficiales y algunos de sus tripulantes por el castillo, y en la defensa de este abordaje perecieron victima de su temerario arrojo» (Miguel Grau, comandante del Huáscar«).

«Yo fui precisamente uno de los cuatro que tomamos en brazos al comandante de la Esmeralda para trasladarlo a la cámara de nuestro comandante. No habló una palabra mientras lo conducíamos: balbuceó solamente algo que no se comprendía. Recostado en la misma cámara del comandante, vimos desprenderse de los ojos de éste gruesas lágrimas y le oímos esta exclamación: ¡Pobre Prat, tan buen amigo que era! e inmediatamente nos hizo señas para que nos saliésemos y fuésemos a ocupar nuestros puestos» (Tripulante del Huáscar. Boletín 1979:394-395).

Inmediatamente después del choque, parte de la tripulación del buque chileno abordó nuestra cubierta y se tuvo que mandar gente a defenderla hasta tomarlos prisioneros; en este reñido combate cuerpo a cuerpo tuvimos varios heridos de rifle Comblain, y entre ellos el teniente 2° don Jorge Velarde» (Libro diario del «Huáscar»).

-«… quedando herido en el estómago el teniente Serrano.  Este oficial Serrano, a pesar de los esfuerzos de los médicos, no se le pudo salvar. «Sálveme usted por Dios que tengo hijos», le decía al Dr. Távara. Pero todo fue inútil: las heridas que recibió en el estómago eran mortales«. (Julio Octavio Reyes, corresponsal, a bordo del «Huáscar«).

«Este tercer espolonazo fue aún más terrible que los anteriores, ya que esa vez con empeño del fin y remate, hizo disparar al Huáscar más cañonazos a boca de jarro, penetrando una de sus terribles granadas por babor bajo la toldilla y destrozando, mutilando y esparciendo con espantosa carnicería a cuantos halló a su paso devastador. El buque se hundía… se hundía rápidamente de proa ¡¡y sin embargo!! todo el mundo permanecía en sus puestos, y los cañones no cesaban de disparar.

El cabo Reyes, de pie sobre aquel montón de cadáveres ensangrentados seguía tocando sin cesar, pero vino por fin otra maldita granada y le decapitó, y cayó examine, sobre el fúnebre montón de camaradas.

Y aquella corneta famosa, que había tornado las proporciones fabulosas de una trompa gala, lanzó un postrer sonido.

Y la corbeta moribunda, quedó en un silencio profundo, triste y sombrío, como el desenlace trágico.  

Cuando el buque iba a desaparecer disparó todavía el ultimo cañón de popa al grito de ¡¡Viva Chile!! en tanto que, de pie sobre la toldilla un grupo de oficiales sobrevivientes permanecían erguidos, esperando con admirable estoicismo el ultimo trance.                              El casco había desaparecido ya de la superficie y seguían disparando aún los rifleros de las cofas a medida que iban descendiendo cabe el profundo piélago» (Puig 2110:75-78).

 «La Esmeralda desaparecía. En efecto, se inclinó hacia estribor, que fue por donde el ariete la cortó, y algunos segundos después se hundió siempre de proa. El pabellón chileno fue el último que halló tumba en el mar.                                                                           Al hundirse la Esmeralda un cañón de popa, por el lado de estribor, hizo el último disparo, dando la tripulación vivas a Chile» (Modesto Molina, diario «La Patria» de Iquique).

Y se hundieron por fin las cofas: luego las banderas… después… después nada. Y sobre la superficie fría quedaron flotando muchos cuerpos. Las campanas de la ciudad no tocaban a muerto… con     acentos plañideros Las campanas de la ciudad repicaban alegremente, y en los cuarteles tocaban regocijantes dianas en señal de victoria» (Puig 2110:78).

Eran las doce y diez minutos pasado meridiano. Lo último que desaparece en las aguas es el pabellón chileno. No se oye el más leve grito ni clamor alguno de socorro. (Modesto Molina, diario «La Patria» de Iquique)

«Desapareció súbitamente el buque y sólo vimos en las aguas a sus tripulantes asidos a los fragmentos de madera. Aquello a pesar de ser un triunfo para nosotros, nos causó una impresión profundísima» (Corresponsal Julio Octavio Rodríguez, a bordo de “Huáscar”).

“Después de la catástrofe, que apagó los gritos de entusiasmo con que desde el principio eran saludados los tiros del Huáscar por el pueblo y el ejército, siguió el estupor y el silencio en todos(Modesto Molina, diario «La Patria» de Iquique)

 Todo permanece mudo, tétrico, pavoroso; ni siquiera resuenan los vítores con que en los campos de batalla se saluda el triunfo; a todos nos tiene anonadados el horror de aquella tremenda escena” (Benito Neto, corresponsal de “La Patria” de Lima, a bordo de un bote).

La impresión que en los habitantes de Iquique produjo el hundimiento del buque enemigo pudo más que la alegría, y la apagó ¡Tremendos misterios del corazón humano!” (Modesto Molina, diario «La Patria» de Iquique).

Braulio Olavarría Olmedo     

Referencias bibliográfica:

Campo, José Rodolfo del: Correspondencia a «El Comercio», año de 1879. Lima. Instituto de Estudios Históricos.   Librería e Imprenta Gil, 1920                                                                                           https://archive.org/details/campananavalcorr00camp

Chamorro Ugarte, Guillermo: Diario de la campaña naval escrito a bordo del Huáscar. El combate de Iquique. Oficina de asuntos Culturales-Corporación Financiera de Desarrollo S.A., Lima, 1984. https://archivohistoricodemarina.mil.pe/producto/diario-de-la-campana-naval-escrito-a-bordo-del-huascar/

Cuya Vera, Ricardo (A): «Relación del Combate de Iquique, publicada en «El Comercio» de esa ciudad, por su redactor don Modesto Molina, testigo presencial. 20 de septiembre 2017.      https://www.grau.pe/campana-maritima/relacion-del-combate-de-iquique-publicada-en-el-comercio/                          

Cuya Vera, Ricardo (B): Combate naval de Iquique (21 de mayo 1879). Blog Las memorias de Miguel Grau, 25 octubre de 2017.   https://www.grau.pe/campana-maritima/combate-naval-de-iquique-21-de-mayo-1879/

Diario de La Campaña Naval escrito a bordo del Huáscar, el Combate de Iquique», Estudio preliminar, compilación, biografía y artículos de Guillermo Ugarte Chamorro. https://archivohistoricodemarina.mil.pe/producto/diario-de-la-campana-naval-escrito-a-bordo-del-huascar/

Gargurevich, Juan: Los corresponsales peruanos en la Guerra del Pacífico.  Pontificia Universidad Católica del Perú. Conexión4 (4) 2015.     file:///C:/Users/bolav/Downloads/14973-Texto%20del%20art%C3%ADculo-59389-1-10-20160704.pdf

Grau, Miguel: Parte oficial del capitán de navío Miguel Grau sobre el combate naval de Iquique. https://es.wikisource.org/wiki/Parte_oficial_del_capit%C3%A1n_de_nav%C3%ADo_Miguel_Grau_sobre_el_combate_naval_de_Iquiquedel

Información del corresponsal de la Sociedad de Lima, sobre el Combate de Iquique. Mayo 22 de 1879. Campamento de Molle. En Chamorro Ugarte, Guillemo.

Las cartas perdidas. Correspondencia 1879-1884. Carta de Miguel Grau a su cuñada Mercedes Cabero de Viel,   Monitor Huáscar. https://es.wikisource.org/wiki/Carta_de_Miguel_Grau_a_su_cu%C3%B1ada_Mercedes_Cabero_de_Viel

Moore, Juan Guillermo: Parte de Juan Guillermo More sobre el combate de Punta Gruesa. Iquique, mayo 22 de 1879.  Iquique, 22 de mayo de 1879. Tomado del blog de Jonatan Saona. https://gdp1879.blogspot.com/2011/05/parte-de-more-sobre-punta-gruesa.html#ixzz8YAouknlE

Ortiz Sotelo, Jorge: El combate y los combatientes en Abtao. 2013. https://www.academia.edu/36355185/El_combate_y_los_combatientes_en_Abtao

Puig y Verdaguer, Jaime: Memorias del Bloqueo de Iquique.Testimonios y referencias del Bloque de Iquique y del combate naval del 21 de mayo de 1879. Edición general de Asociación Cultural Vestigios. 2021   https://schhg.cl/wp-schhg/wp-content/uploads/2021/05/Testimonios-Boqueo-Combate-Iquique-comprimido.pdf

Revista Zig Zag: Relación Inédita: Diario de un Testigo boliviano. N° 215 en 1909.Tomado de Testigo Boliviano en Iquique, blog de Jonatan Saona, 21 de mayo de 2015. https://gdp1879.blogspot.com/2015/05/testigo-boliviano-en-iquique.html.

Vargas Guarategúa, Javier: Crónica del combate naval de Iquique narrada por un corresponsal de guerra embarcado en el monitor del «Huáscar».     20/05/2022               https://www.academiahistoriamilitar.cl/academia/cronica-del-combate-naval-de-iquique-narrada-por-un-corresponsal-de-guerra-embarcado-en-el-monitor-del-huascar/

Varigny, C. de: La Revue Politique. La guerra en la América del sur. En Las primeras operaciones, Boletín de la Guerra del Pacífico. Bibloteca Nacional de Chile-Memoria Chilena 1979.

Villalobos Lobos, Patricio: ¿Por qué Arturo Prat saltó al abordaje del «Huáscar» en el combate naval de Iquique? Revista de Marina, 2009.  https://revistamarina.cl/revistas/2009/3/villalobos.pdf

Williams Rebolledo, Juan: Operaciones de la escuadra chilena mientras estuvo a las ordenes del contra almirante Williams Rebolledo.  1884.  https://curiosity.lib.harvard.edu/latin-american-pamphlet-digital-collection/catalog/43-990069179220203941.

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