Santa María de Iquique

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​​Como doloroso estigma en nuestra identidad cultural, el 21 de diciembre de 1907 está presente en la memoria de los iquiqueños.

La Escuela Santa María, a pesar del frío monolito que recuerda ese episodio, tiene en la historia local su marca indeleble. Invisible en los libros de historia, por un ideológico olvido de la historiografía oficial, los hechos de diciembre de 1907, alcanzaron su mayor resonancia, gracias a la obra  del poeta y músico iquiqueño, Luis Advis, y al conjunto Quilapayún que la grabó, en el desaparecido sello Dicap (Discoteca del Cantar Popular).

A partir de ese momento, la historia de la matanza, se universaliza y pasa a constituirse en un clásico de la música comprometida. La obra de Advis, viene a llenar el vacío que dejó la historiografía oficial. En la década de los ochenta, aparecerá la obra del historiador Eduardo Devés, «Los que van a morir te saludan» (1989) y del iquiqueño Pedro Bravo Elizondo, «Santa María de Iquique 1907: Documentos para su Historia» (1993) haciendo justicia, en el plano de la historia, a ese incomprensible olvido.

Leoncio Marín, testigo de los hechos, en un libro publicado en 1908, nos da noticias sobre este hecho. Dice: «En la primera descarga ya se vieron batirse al viento y que caían en mortal desmayo las banderas blancas de los huelguistas pidiendo piedad para sus vidas; pero todo era inútil, las descargas se sucedían una tras otras y poco a poco iban cayendo los abanderados desde la azotea, acribillados á balazos». Luego agrega: «Concluyó el fuego, la obra estaba consumada. En el campo quedaron trescientos muertos lo menos, y quinientos heridos, término medio»

Es mérito del iquiqueño Luis Advis, como ya lo dijimos, el haber puesto en la mesa de la historia este hecho. El impacto que La Cantata provocó en la sociedad chilena, es imborrable.  Iquique, la asumió como un nuevo himno de la ciudad, trágico, pero inconfundiblemente arraigado en nuestra identidad de pueblo que buscaba un futuro mejor.

Los hechos de la Santa María, ocupan un lugar casi central en nuestra identidad cultural. La tradición oral se encargó, de socializar este hecho. Leyendas sobre los muertos que penan en la Escuela Santa María, el río de sangre que bañó la calle Barros Arana, el antepasado nuestro que se salvó de la metralla, constituyen, entre tantos otros hechos, la memoria viva de lo que allí sucedió. La literatura, por su parte, en la pluma de González  Zenteno, Nicomedes Guzmán y ahora último, Hernán Rivera Letelier reconstruyen acuciosamente los hechos ocurridos esa tarde del 21 de diciembre de 1907.  La literatura y la música siempre le han llevado la delantera a la historia. Leer más…

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