San Lorenzo, El Lolo

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10 de Agosto

En el pueblo de Tarapacá «cuya iglesia destruida por un incendio en 1955, databa de 1640, la fiesta surgió con el fin de pedir al santo el don de la lluvia. Allí se congregaban los feligreses de las altas mesetas andinas y de los estrechos valles de los alrededores durante una semana para formar una hermandad de danzantes y entregarse a la alegría y a la extraversión de cantos y bailes» (Cruz, 1995: 166). Agreguemos que el terremoto del 2005 destruyó por completo al pueblo, a la iglesia con su torre.

​No sabemos con exactitud cuándo y porqué la fiesta perdió su carácter andino, y se transformó en una fiesta mestiza popular, al estilo de La Tirana. La demanda por la lluvia, por ejemplo, se perdió. Ahora es el santo de los mineros, de los comerciantes y de los transportistas. Ha ido aumentado su radio de acción. Cada año sus fieles crecen en número.

​El Lolo, así se le dice, tiene fama de ser un santo cobrador. Quien no le cumple sus mandas, sufre el mal humor de Lorenzo quien incendiaría las casas. Antes de la procesión del día 10, y al mediodía, se baila el cachimbo y la cueca tarapaqueña.

Lolo

No hay la menor duda que el fervor a San Lorenzo está en alza. Sus colores están presentes en todo el paisaje urbano y rural. Tiene algunas singularidades que es preciso anotar, sin ser exhaustivos, por cierto.

​Una de ellas es su origen como fiesta patronal y que con el tiempo ha ido transformándose en un culto mestizo y popular. El pequeño pueblo de Tarapacá al que la región le debe su nombre, recibe a miles de peregrinos que en julio, muchos de ellos, han estado en La Tirana.

​Dentro del mundo de los peregrinos hay quienes asisten a las dos festividades. Otros, son sólo marianos y se quedan con la China. Pero entre ambos cultos hay una línea de continuidad. La China, es la madre que protege. Representa la simbiosis entre la pachamama y la virgen. Una relación que muchas veces ha sido fuente de conflictos. Y es también la patrona del ejército. San Lorenzo, no es padre, es el patrón. Podríamos decir que es el hermano mayor, el amigo, el compadre. Aquel que nos cuida, pero que a falta del padre, nos protege y castiga. El Lolo es cobrador dicen los peregrinos. Y el fuego es su arma favorita.

El Lolo, y con esta expresión se manifiesta la cercanía con sus seguidores, es la re-lectura del dios de la lluvia en la cosmovisión andina. El Lolo convoca a los otros, a los más alejados del centro del poder. La rompía del día es el pueblo alzado en la fe. En los años 60, la procesión del Lolo seguía la lógica del mundo andino. No había ley seca ni restricciones parecidas. Se respeta a la madre tanto como al hermano mayor, pero con éste, hay una cercanía distinta que con la madre. La China y el Lolo parecen reconstruir la vieja familia tarapaqueña a la que a veces le falta el padre.

Bernardo Guerrero La Estrella de Iquique, 14 de agosto del 2016.

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