La fiesta de La Tirana puede ser vista como un espacio de representación simbólica de una multiculturalidad, y específicamente de una pluri-etnicidad. Basada en componentes mitológicos e históricos, esta festividad, bajo el mandato del culto a la Virgen del Carmen, expresión retocada y actualizada de la Pachamama, hace que todos los grupos étnicos le canten y le bailen. Y no sólo se trata de grupos humanos, sino que también de animales y de seres que habitan en el cielo y en el infierno, como bailes de osos, diablos, etc.
Una panorámica de la fiesta, a través de la observancia de los bailes religiosos y a los grupos que representan señalan la idea de que toda el mundo (incluye la sociedad y la naturaleza) adora a la Pachamama/Virgen. Esta subordinación a la fuente creadora de la vida, permite además la realización de un diálogo «cara a cara» entre el peregrino y la «China».
El Pueblo de La Tirana Ubicado en el corazón de la Pampa del Tamarugal, en la comuna de Pozo Almonte, a 72 kilómetros al sureste de Iquique, el pueblo de La Tirana alberga a no más de 800 habitantes durante el año. Es un pequeño y desértico poblado fundado por el año 1565, que comenzó a poblarse recién en el siglo XVIII. La antigua Iglesia se construyó el año 1765, pero fue destruida por un terremoto a fines del siglo XIX. El templo actual data de 1886, y cada año en el mes de Julio, recibe a más de 200.000 visitantes que llegan a a la fiesta de la Virgen del Carmen de La Tirana, dando vida al evento religioso, popular y festivo más grande del Norte Grande.
Para llegar al pueblo desde Iquique, se debe tomar la ruta A-16, cruzando el desierto hasta intersectar la Ruta Panamericana (5 Norte). Una vez en la carretera, se debe avanzar en dirección sur hasta el cruce hacia el pueblo de La Tirana, el cual se encuentra bien señalado y demarcado. Cabe destacar que la totalidad del trayecto se encuentra asfaltado y que el viaje dura alrededor de 75 minutos, por lo que no se necesitan mayores detalles previos para el viaje.
El clima del pueblo es muy particular, oscilando sus temperaturas radicalmente entre el día y la noche. Durante la mañana y la tarde, la temperatura puede elevarse hasta los 35°, mientras que por la noche, puede descender hasta unos cuantos grados bajo cero. De esta forma, se recomienda ir preparado para estas condiciones climáticas que, por lo demás, no tienen mayor variación con el correr de los meses, pues su geografía hace de ésta, una zona con poca variabilidad climática.
La Leyenda 16 de Julio
Ñusta Huillac, hija del último Gran Sacerdote de los Incas, alimentaba un odio mortal hacia los conquistadores españoles. Cuando Diego de Almagro volvió al Perú, ella se retiró acompañada de sus fieles guerreros a la Pampa del Tamarugal, en aquel tiempo rica región de bosques, donde persiguió y mató a centenares de españoles. Recibió el sobrenombre de Tirana, de allí el de la localidad de La Tirana. Un día sus soldados hicieron prisionero a un portugués y lo llevaron a su presencia. Se trataba de Vasco de Almeyda que venía de Huantajaya donde explotaba una mina de oro (?). La Ñusta se enamoró de él, pero esto fue su ruina. Por amor se convirtió a la religión de los conquistadores. La pareja fue sorprendida por los guerreros indios cuando se disponían a huir. La princesa y su amante fueron muertos en el campo.
Cien años después un monje, Antonio, encontró en ese mismo sitio una virgen tallada en la roca y una cruz de madera e hizo construir una capilla, actualmente centro del culto de los miles de peregrinos (Kessel 1987: 11).
Lo dice la leyenda ya citada: Una princesa india, cruel y despiadada, toma prisionero a un portugués que había trabajado en Huantajaya. Se enamora y se convierte al cristianismo. Ambos son ajusticiados. Tiempo después un fraile encuentra un montículo y sobre él, una cruz. Esta es la versión que el historiador Cuneo Vidal cuenta. Así nace la peregrinación a la «China».
Para saber más:
– Kessel, Juan van. Lucero del Desierto. Universidad Libre de Amsterdam y Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Iquique. 1987.
Las Mandas En el rico y variado cuadro de la religiosidad popular del Norte Grande de Chile, hay una dimensión poco estudiada. Se trata de ese acto individual en el que un sujeto, hombre o mujer, solo o con la ayuda de sus amigos o parientes, se desplaza desde el Calvario hasta la imagen de la virgen del Carmen, al interior del templo de La Tirana. Se arrastra con el cuerpo entero o bien se desplaza con las rodillas. Son cerca de 600 metros que el peregrino debe avanzar sobre el pavimento que al mediodía se calienta por efecto del sol. La mayoría de los peregrinos, son personas humildes que pagan una manda, en otras palabras, han contraído con la virgen con la China, como se le dice cariñosamente, un compromiso. Se trata en términos generales, de un favor por salud. Se le pide a la virgen que interceda por un ser querido. Las mandas, son por lo general privadas y suelen guardarse en secreto, sólo los más cercanos conocen los motivos que llevan a un hombre o a una mujer a realizar tal acto.
Desconocemos desde cuándo se realizan estas mandas. En el documental de la fiesta de La Tirana de Pablo Garrido, del año 1944, se ve a un bailarín del baile Chuncho, realizando una manda de rodillas. Hoy los miembros de los bailes, no realizan este tipo de sacrificios. La iglesia católica en su afán evangelizador las ha prohibido. Antes del golpe de Estado de 1973, los peregrinos recorrían desde la ciudad de Iquique a La Tirana 72 kilómetros a pie. Cruzaban el desierto y al cabo de 12 horas llegaban. Con el estado de sitio, estás mandas dejaron de realizarse. En la actualidad, se camina desde Pozo Almonte al pueblo, no son más de 15 kilómetros.
La realización de estos actos hay que inscribirlos en el complejo y variado cuadro de la religiosidad popular del Norte Grande. Actos que al decir de Morandé, hay que insertarlos en lo que denomina religiones cúlticas en contraposición, a la de la palabra, como es el caso del catolicismo oficial. Religiones, como la que se observa en La Tirana, que desafían el espíritu ilustrado y su promesa de la secularización. Cuerpos que ponen en duda el ideal cartesiano y que operan como contra-hegemónico. De alguna manera, la realización de este tipo de mandas, reproduce el sacrificio de Cristo con su peregrinar cargando la cruz. Toda vez que réplica el sacrificio de Tupac Amaru en el Cusco.
Además de lo anterior, y al igual que el culto a las animitas, este tipo de mandas, pone en entredicho el rol de mediador ante lo divino, que se le atribuye a los curas. El peregrino que se arrastra en búsqueda del favor y el perdón por parte de la virgen, no precisa de los cuidados y menos aún de las advertencias del cuadro religioso especializado. Es un sujeto, que define ante si y en el marco de su círculo más cercano, su acción. Sigue una tradición en la que el cuerpo es el centro. Lo anterior en el sentido que el cuerpo, en la religiosidad popular, es el centro, sin el cuerpo no se le puede entender. Éste se inscribe en una larga tradición, reseñada más arriba, en la que en su construcción ha trabajado la economía, el deporte y la guerra. Existe en el cuerpo popular y mestizo, diversas inscripciones pero todas ellas conducen a una misma percepción: el cuerpo habla y siente. No es la palabra oficial del catolicismo (rezen en vez de hacer mandas, dice la Iglesia Católica) la que aquí se hace presente. Es la palabra corporalizada a través de ese desplazamiento. Mientras que en la fiesta los bailarines cantan y bailan.
La manda tal cual la describimos, es una perfomance, como la entiende Taylor, «interrumpe el tráfico de gente, y pone en valor la identidad del pecador. Es una puesta en escena de la condición original del peregrino: ser pecador. Y como acto perfomatico, funciona como memoria y como archivo. Nos recuerda además que el pueblo tiene su propio lenguaje, sus propios códigos para dialogar con la Virgen».
Los Bailes Más de 250 bailes religiosos acuden cada 16 de julio a la fiesta de La Tirana. Vienen de Copiapó, Antofagasta, Calama, Arica e Iquique a saludar a la China como se le dice a la virgen del Carmen. Desde fines del siglo XIX que hay noticias acerca de su existencia. Se articulan en los barrios populares y en torno a grupos familiares. Son estructuras transgeneracionales ya que el abuelo, le traspasa los conocimientos a sus hijos y estos a sus hijos. Al interior del baile la autoridad del caporal es la que se respeta. Desde los años 70 los bailes han ido organizándose en torno a la figura de una sociedad. Los antiguos siguen llamándose cuerpo de baile. Hay bailes que representan a los indios de la selva como los Chunchos, otros a los indios de Norte América como los pieles rojas, también están los morenos. Desde los años 60 aparecen las diabladas y en los 90, los sambos caporales.
En la fotografía un miembros del baile chino que tiene el privilegio de sacar a la Virgen en procesión. Los Estandartes Cada baile posee un estandarte. En él esta inscrito el nombre del baile, la fecha de su fundación y el lugar de donde proviene. Tienen colores festivos y aluden en su estética al mundo andino. Serpientes y cóndores son los animales con mayor presencia. Los portaestandarte, hombres o mujeres, son los viejos de cada cofradía. Tres reverencias a la Virgen y la fiesta empieza. El estandarte es sagrado.
Los Trajes La elegancia, la distinción, el brillo, la humildad y el recato constituyen las piezas fundamentales de los trajes. Un piel roja, un gitano, una cuyaca, un moreno, un sioux, un sambo caporal, una diablada, un chuncho, un huaso, un chino de la China y obviamente un Chino de Iquique, forman el mosaico que llena de colores al árido pueblo de La Tirana.
Todos ellos tienen en común la fe. Los más clásicos y nortinos son los chunchos, en tanto, los morenos y las cuyacas nos remiten a los originarios habitantes de esta zona. Son anteriores a la constitución de los estados. Los chinos, arriban con la dinamización de la economía del salitre. Vienen con sus flautas, sus tambores, sus trajes de cuero de color café y portan, además, a falta de una, dos banderas chilenas. Los gitanos y los indios del oeste son propios de la industria del cine, que por los años 40 inundan las salas de cine. Los obreros, demostrando una gran sensibilidad social y solidaridad, se visten como los indios perseguidos y asesinados, encerrados en reservas y pintados en el cine como los malos de la película. No hay bailes de vaqueros. No hay bailes de los vencedores.
En los 60, cuando en Iquique se “redescrube” Oruro, cuando no hay trabajo, pero sí muchos campeones, como forma de integración, llegan y van las caravanas de la integración, aparecen las diabladas, con todo el boato que se puede exigir. Luces en la máscaras, botas rojas con pinceladas de color blanco, capas multicolores se elevan más allá del porte del tamarugo. Es el fin de los diablos sueltos que en forma individual acompañaban a los bailes, a cualquiera. En los 70, cuando la prensa ilustrada ataca a los bailes por “ruidos molestos”, y tratándolos de indios y paganos, aparecen diciendo “somos tan chilenos como el más nacionalista”, el baile huaso, que se identificaban por los sombreros, espuelas, mantas de tres colores y arreos. ¿Quién dirá ahora que no son chilenos? Aparecerá después un baile de marinos. Prat devocionando a la “China”. El santo secular arrodillado frente a la Virgen. En los 90, irrumpen los sambos caporales, representado la dinámica de la esclavitud. Otra vez la influencia de Bolivia (Guerrero, 2010b).Para saber más: -Guerrero, Bernardo. La Tirana, Chilenización y religiosidad popular en el Norte Grande. Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile 2015 Los Cantos Los bailes religiosos asumen la representación de animales (osos, por ejemplo) para expresarse colectivamente. Y a través de esta identidad asumida, prestada, construyen un nosotros. Un colectivo que suspende temporalmente, su vida cotidiana. Así lo expresan los cantos:
Osos del Colorado/ Dancemos a nuestra madre/ Reluciente y soberana/ Con que el corazón te alabe
Otros, se hacen representar por la figura del Canario. Cantan:
Contentos y alegres/ Ya nos retiramos/ Canarios de Arica/ Ya te han saludado
El traje, una segunda piel, o si se quiere una primera piel ritualizada, permite el despojo del traje social cotidiano. Ya no se es estudiante, dueña de casa, contador o soldador. Se es ahora, Piel Roja:
Pueblo de La Tirana/ Déjanos pasar/ Son los Pieles Rojas/ Vienen a venerar
Una especie de ciudadanía religiosa en un territorio sagrado, en la que todos se sienten incluidos. Se pasa de la alegría a la pena:
Vamos novenantes/ Vamos a adorar/ Después de tanta alegría/ Nos vamos a retirar
El baile moreno, por su parte, es una representación simbólica de la población negra o afro-descendiente de la región, se expresa de este modo:
Negrita, negrita/ Negra es nuestra fe/ Pero aunque es negra/ Vamos a tus pies
No sólo se representan como peregrinos, sino que además enfatizan un componente casi esencial de la peregrinación mariana, el bailar:
Somos bailarines fieles/ De ti, madre celestial/ Cumplimos nuestras mandas/ De rodillas a tus plantas
El componente árabe del norte grande, masificado además por la forma en la que el cine representa a estos hombres y mujeres, se evidencia en un baile religioso:
A este templo tan sagrado/ Dentremos con reverencias/Árabes de Antofagasta/ Que destinan tu presencia
Tribus amazónicas representadas por el baile Chuncho, le otorgan una diversidad mayor aún. Cantan:
Líbranos virgen del Carmen/ Del pecado original/ Sólo a ti te lo pedimos/ Con el más ferviente amor (Van Kessel, 1971b: 240).
Se convoca además a la naturaleza:
Salga el lucero brillante/ Con su claridad y primor/ Vengan todas las estrellas/ Alumbrado en este día
Todos esos cantos, además de otros que aluden al territorio que ocupan, nos hablan de la riqueza simbólica de esta multiculturalidad.
Sonidos El paisaje sonoro de la fiesta de La Tirana es diverso. Los bailes religiosos han ido, paso a paso, introduciendo nuevos instrumentos que contribuyen a enriquecer el paisaje. A fines de siglo XIX los instrumentos de vientos, construidos con cañas y de origen andino, acompañaban a las cofradías religiosas. Luego, se introdujo el pito, un tubo de cañería con una boquilla o bien un calado para poner los labios. Pitero le llamaban a quien lo ejecutaba. Con la aparición de la primera diablada en los años 50, los bronces se instalan definitivamente en la fiesta. A lo anterior, se le suman bombos y cajas que terminan por producir un sonido tradicional en todas las fiestas del Norte Grande de Chile. Las bandas de músicos son parte esencial de esta fiesta y de la vida cotidiana de Tarapacá.
Así, el paisaje sonoro de la fiesta de La Tirana es hoy bastante definido, caracterizado por las Bandas de Bronces que suenan día y noche, llenando la pampa de ritmo. Durante la fiesta, el silencio del desierto es interrumpido por el joglorio y la celebración, haciendo del pueblo de La Tirana un foco sonoro en la región. El conjunto de ruidos y sonidos son los que nos hacen reconocer que el pueblo está de fiesta y, aunque parezca curioso, lo llamativo durante los días festivos es el silencio, uno de los protagonistas de la pampa.
Palapa – Mudanzas, Banda instrumental Los Dinos y Morenos de Jesús