Constituye una noción latamente asumida que los topónimos Yqueyque, Puerto de Tarapacá e Iquique representan una sola y misma cosa.
Nuestra propuesta plantea que Yqueyque es sinónimo de Puerto de Tarapacá, caleta que se ubicaba en Bajo Molle, mientras que lo que se entiende por Iquique era la caleta situada a unos 8 kilómetros más al norte y frente a la Isla.
Asociada a esta proposición, postulamos una segunda propuesta, en el sentido de que la caleta de la Isla no se llamaba originalmente Iquique, sino que tenía otro nombre. Más que probablemente, éste era Icaise (para nosotros, Iqueise). Esto es lo que queremos representar.
El Puerto de Tarapacá
La más temprana mención a Tarapacá-puerto (o alusión, porque la denota de modo implícito) aparece en el primer documento español conocido referente a esta región: la Provisión de Encomienda de Arica y Tarapacá a Lucas Martínez Vegaso, protocolizada en el Cuzco, el 22 de enero de 1540. Se trata de un párrafo relativo a una colonia de pescadores trasplantados a la costa de Arica:
“Y en un pueblo que se dice Ariaca, de pescadores, treinta indios de Tarapacá, con un principal que se dice Pano” (Barriga 1955: tomo III:17).
Asimismo, en carta remitida el 12 de 1547, el encomendero Lucas Martínez Vegaso Martínez recomienda a su gente que el barco de su propiedad “no desembarque en el puerto de Arica ni de Tarapacá (…) porque no han dejado cosa de comida los de Chile en Tarapacá” (Pérez Tudela 1964). Elocuente testimonio de la calidad de puerto-despensa para las Minas de Tarapacá (Huantajaya) que tenía la caleta de Bajo Molle.
El litoral iquiqueño es descrito inicialmente por el cronista español Pedro Cieza de León, quien tiene el plus de haber recorrido el Perú entre 1548 y 1549, aunque se sostiene que dicha exploración no abarcó el litoral sur donde estaba comprendido Tarapacá (Pease 1984: Introducción XXVI).
Sin embargo, el propio Cieza manifiesta que “en la mayor parte de los puertos y ríos que he declarado he yo estado, y con mucho trabajo he procurado investigar la verdad de lo que cuento, y lo he comunicado con pilotos diestros y expertos en la navegación destas partes y en mi presencia han tomado el altura; y por ser cierto y verdadero lo escribo “. (Cieza 1984, Parte I, capítulo V, página 39).
Y subraya, además: “Dezir más particularidades de las dichas en lo tocante a estos valles, hasta llegar a Tarapacá, parésceme que importa poco: pues lo principal ,y más substancial se ha puesto, de lo que yo ví, y pude alcanzar” (Cieza 1984: capítulo LXXV: 223).
Como punto de partida de análisis, analicemos lo que dice el siguiente párrafo de Cieza:
“Cerca de Tarapacá está una isla que tendrá de contorno poco más de una legua, y está de la tierra firme legua y media, y hace una bahía donde está el puerto, en veintiún grados” (Cieza 1984, Parte I, capítulo V, página 39).
Aunque las distancias son erradas, desglosando, el cronista menciona tres lugares geográficos: Tarapacá-puerto, el único que tiene nombre; más una isla y una bahía-puerto, ambos sin identificación.
¿Cuán cerca de la isla está Tarapacá (Puerto de Tarapacá)? Linealmente son unos 8 kilómetros. Sin entrar en disquisiciones semánticas, sacamos en limpio que se encuentran a cierta distancia.
Puerto de Tarapacá es Iqueyque
Para identificar a Puerto de Tarapacá con Yqueyque, recurrimos a una confrontación de dos textos: una carta de Pedro de Valdivia y la versión paralela de Gerónimo de Bibar.
El conquistador de Chile se dirige al Perú. El 24 diciembre de 1547, el barco pilotado por Juan Bautista Pastene, realiza una recalada:
“Víspera de Navidad, eché ancla en el puerto de Tarapacá” (la negrita es nuestra) “que es en las provincias del Perú, ochenta leguas de la ciudad de Arequipa y doscientas de la de Los Reyes” (Valdivia 1929:177).
Quien iba a ser poco después su secretario, Gerónimo de Bibar, presenta este relato alternativo:
““Hecho esto, se embarcó” (Valdivia) “en el navío y se hizo a la vela a dieciséis de septiembre y allegaron al puerto de Yqueyque” (negrita nuestra) “en los términos y minas de plata del valle de Tarapacá en los reinos del Pirú doscientas y cincuenta leguas de la ciudad de los Reyes, víspera de la Natividad de Cristo Nuestro Señor en el año ya dicho” (Bibar 1966:106).
En consecuencia, Iqueyque es sinónimo de Puerto de Tarapacá.
Incluso el mismo encomendero Lucas Martínez Vegaso, quien en 1547 escribe Puerto deTarapacá, en una carta fechada lunes 24 de marzo de 1561 y enviada desde Huantajaya a un sirviente suyo destacado en Arica, le encarga: “si el padre Hernando Diez Rojo viene con vos decidle que me haga merced de estarse en este asiento hasta que yo vuelva doctrinando esta gente” (la del mineral) “y la de Hique hique” (Glave y Díaz 2019:163).
Por añadidura, el Puerto de Tarapacá tiene necesariamente que estar al pie del cerro Tarapacá.
Yqueyque no es Iquique
Decíamos que el párrafo de Cieza presentaba dos referentes anónimos (la isla y la bahía-puerto), incógnita que nos es despejada en 1602 por el pirata holandés Olivier van Noort:
“Terrepaca está en 21 grados, hay un puerto llamado Icaise donde también hay pesquería, hay además brea de fuerte olor que los de Arica vienen a comprar. Pissago es una buena bahía en 20 grados. Aquí suele haber vino que los de Potosí vienen a comprar” (Van Noort 1602:28).
Claramente, el puerto intermedio entre Terrapaca y Pissago (Pisagua) es Icaise, topónimo que no puede sino corresponder a lo que después se llamará Iquique
Las nomenclaturas Terrapaca e Icaise serán correlativamente marcada por cartógrafos europeos como John Speed (1626), Willem Janszoon Blaeuw (1635), Jodoco Hondius (1636) , etc.
Visto lo anterior, podemos deducir que el Icaise revelado por Van Noort no fue tomado en cuenta por los cosmógrafos españoles; es decir, quedó encriptado, dando pauta para que, mediante un proceso de traslación u homologación se impusiera una grafía derivada de Yqueyque: Iquique.
Olivier van Noort en el Pacífico
En 1600, veintiún años después de la visita a la costa tarapaqueña de Francis Drake, ocurre la del pirata Olivier van Noort (Oliverio del Norte, por ser oriundo de Utrecht, ciudad septentrional de Holanda).
Como consecuencia de las Guerras de Flandes, en Europa la correlación de fuerzas se polariza en dos bloques enemigos: España, por un lado; y por el otro Inglaterra junto a la emergente República Holandesa. Estos dos últimos emprenden una estrategia de agresión y competencia contra el imperio global hispánico, eventual dueño del Mar del Sur. Los holandeses postulaban el concepto de mar abierto, como expresión del principio de libertad y de la capacidad que toda nación tenía para establecer colonias y abrir nuevas rutas comerciales.
En ese contexto, en 1598 Olivier van Noort zarpa rumbo a América con una poderosa escuadra que se minimizó al tratar de cruzar el Estrecho de Magallanes (1599), ya sea por naufragio, deserción o por haberse desorientado algunas naves, quedando el almirante con sólo dos unidades: el buque insignia “Mauritius”, artillado con 70 cañones, y la lancha “Concordia”. La dotación total era de apenas 100 hombres (Berguño 1991:412).
En la isla Santa Maria apresó al barco español “Buen Jesús”, a cuyo capitán liberó en Huasco, pero retuvo al piloto Juan Sandoval, a fin de aprovechar sus conocimientos náuticos en el crucero hacia el norte, atacando Valparaíso, Arica y Callao. Poco después, un consejo de guerra a bordo sentenció que Sandoval fuera lanzado al mar (Crespo 2013:493).
La presencia de Van Noort en aguas peruanas inquietó a las autoridades españolas. El 20 de junio de 1600 el corregidor de Arica y los oficiales reales sostenían una reunión de urgencia por “haber tenido nueva, que vino de Loa a 16 de este presente mes, de cómo en aquel paraje se había visto i estaba un navío y lancha de enemigos” (Arce 1910:11)..
Saquean el Puerto de Tarapacá
Notemos que la alerta recibida en Arica acerca de la presencia de naves extranjeras en el Puerto de Loa, denunciaba que “en Ique-Ique” (Puerto de Tarapacá) “habían tomado algún pescado y agua y otras cosas” (Arce 1910:11). Esto quiere decir expresamente que los holandeses no trepidaron en saquear la caleta de Bajo Molle.
Que se llevaran pescado seco no tiene nada de particular, porque era un producto que se elaboraba a cierta escala y con fines de intercambio. Pero llama la atención que además los holandeses hayan acarreado agua a su barco. El hecho de aprovisionarse de agua para proveer a una tripulación que registraba un centenar de hombres da pauta para suponer que la existencia del vital líquido en la caleta excedía la mera necesidad y disponibilidad de consumo de sus poquísimos habitantes.
Esto y el haber tomado “otras cosas”, nos da pie para aceptar que en junio de 1600 el Puerto de Tarapacá no era un simple asentamiento indígena, sino que continuaba desenvolviendo aún el estatus de puerto asociado a las Minas de Tarapacá (Huantajaya). Desde los tiempos de Martínez Vegaso que en Bajo Molle se almacenaban pertrechos alimenticios.
Disquisiciones por Icaise
El libro en que Olivier van Noort relata su circunnavegación (1598-1601) dedica líneas contadas con los dedos de una mano acerca del litoral tarapaqueño. Muy contrariamente a la idea de irrelevancia que esto pudiera despertar, tales escasos renglones revisten una significación que connotan ribetes de alta trascendencia:
“Terrepaca está en 21 grados, hay un puerto llamado Icaise donde también hay pesquería, hay además brea de fuerte olor que los de Arica vienen a comprar. Pissago es una buena bahía en 20 grados. Aquí suele haber vino que los de Potosí vienen a comprar” (Van Noort 1602:28).
El contenido del párrafo precedente debió ser el resultado de una conversación con los camanchacas del Puerto de Tarapacá, actuando como intérprete el piloto español Juan Sandoval. Hay evidencias de que aquellos indígenas entendían la lengua española. Cabe considerar que algunos de ellos sirvieron a Lucas Martínez Vegaso, aparte de que, como lo dice el propio texto, comerciaban con occidentales (“los de Arica vienen a comprar”).
Nos permitimos invitar a reflexionar otra vez en torno a tan escueta, pero importante información:.
Menciona tres puertos: (1) Terrepaca, (2) Icaise y (3) Pissago. Sin lugar a dudas que Terrapaca es el Puerto de Tarapacá y que Pissago es Pisagua. Como a Terrepaca lo sitúa en la latitud de 21 grados y a Pisagua en 20, podemos inferir claramente que Icaise viene a ser el puerto intermedio y, por lo tanto, debería correspondería a la caleta ubicada frente a la Isla y que en el curso del siglo 18 se dio en llamar Iquique.
Una idea bastante extendida y que parece provenir de Guillermo Billinghurst expresa que el texto en comento es obra del piloto Juan Sandoval y que el nombre del segundo puerto nombrado por Van Noort es Icaisa (BIllinghurst 1886:68).
Permítasenos puntualizar que la redacción de aquel párrafo pertenece a Van Noort. Es de toda lógica que Sandoval transmitió al pirata holandés la información de los camanchacas, pero sea como fuere que cada uno de ellos la haya captado, en la bitácora y después en la crónica de Van Noort (1602) quedó asentado el vocablo “Icaise”
El puquina era una lengua gutural y cerrada. Refiriéndose a los camanchacas de Cobija, una autoridad española de Atacama comentó que “hablan diferente lengua y tan ruda que no hay quien los entienda, si bien hablan la española” (Hidalgo 2004:158).
El mapa de Sudamérica que trae la edición original (1602) de Van Noort titulado “Deliniatio orarum Peru; cujus Metropolis Lima: In qua vicarius Regis”,y grabado por Baptista Van Deutecum, no presenta la grafía Terrepaca que aparece en el texto, sino que consigna Tarapaca.
Una hipótesis antojadiza
Con todo, nos asiste una duda respecto a Icaise. En vez de esta nomenclatura, apostamos porque el nombre entregado por los camanchacas de Bajo Molle pudo haber sido Ique-Ise, vocablo que contiene la raíz puquina “Ique” (“padre”, “señor”, en lengua puquina), y que, a sus oídos neerlandeses Van Noort percibió fonéticamente y transcribió textualmente el diptongo ei como ai.
Elucubrando que así como el nombre de la caleta de Ique-Ique conjugaba la veneración al cerro tutelar homónimo que se alza en Alto Molle y hoy conocemos como Tarapacá, Ique-Ise pudo haberse inspirado en el cerro costero más alto (905 metros, latitud 20° 13’ Sur y longitud 70° 8’ Oeste) frente al asentamiento vecino a la Isla. Se trata de la montaña que durante el período republicano peruano y gran parte del siglo 20 se nombró como Huantaca (hoy Esmeralda).
Coincidiendo en alguna medida con nuestra percepción acerca de la jerarquía cosmovisionaria que para los nativos del asentamiento prehispánico debió tener aquel cerro, el arqueólogo doctor Angel Cabeza Monteiro ha formulado una interesante hipótesis basada en determinados posicionamientos del sol y la luna en la quebrada de Huantaca, los que son perfectamente visibles desde la ciudad.
En el marco de nuestra modesta perspectiva para postular la voz Ique-Ise, hemos llegado al conocimiento de que en la lengua puquina Ise significa luna (Kuprienko). Pero no sabemos cómo encajaría en términos de composición semántica junto a la raíz Ique (Padre, Señor).
Después de Van Noort, habrá que esperar 24 años para que Icaise sea recogido en un mapa: el del inglés John Speed. Allí aparece P. Icaise, probablemente Puerto Icaise (Speed: 1626). Poco después consta en una obra cartográfica de Jodoco Hondius (1633).
En lugar de Icaise, algunos cartógrafos colocan el topónimo “Hickahic”. El pionero parece ser el holandés Jean de Laet (1625:393).
Emulos de Laet serán Willem Janszoon Blaeuw (1635), Joan Blaeuw (1659), Pieter Googs (1667) y John Ogilby (1671) así como aparecerá una forma cercana: Hicaahic de Jean Baptiste Bourguignon d’Anville (1733). Grafías más deformadas serán Icacos de Vicenzo Coronelli (1688) e Hicacos de Henri Chatelain (1745).
Braulio Olavarría Olmedo
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Lectura de imagen:
Ya en el siglo 17, los cartógrafos europeos ponen de manifiesto las identidades toponímicas Icaise (futuro Iquique) y Terapaca (Puerto de Tarapacá, en Bajo Molle), como lo registra este mapa confeccionado por el holandés Judoco Hondio (posiblemente en 1633) con el título “America noviter delineata”.