Embelecos patrimoniales

La oferta embelequera local es abundante tanto en sus sabores, colores,  como en sus orígenes. Ningún dulce local tiene partida de nacimiento y menos aún inventores plenamente identificados. El más conocido, el chumbeque,  pierde sus huellas entre la inmensa costa, el desierto, una chifa, o en una sala de juego. Ese misterio le otorga un sabor casi único.

La condesa, el lucumí, el berlín o bomba, la melcocha, la luna, turrones,  el cachito, pan de leche, sustancias, barquillos,  y otros que se pierden en los laberintos de la memoria olfativa, constituyen parte de una infancia en que los embelecos eran tan humildes como andar en triciclo fabricados en los ferrocarriles del estado. En la plaza Arica un señor de blanco vendía cachos, era el cachero.

De todos los dulces, tal vez, el lalo, era el más humilde. Se le recuerda no sólo por su delgadez y el pedazo de madera que lo sostenía sino por el anuncio de una adolescente que recorría la playa de norte a sur, voceando ese producto. Vestía de blanco y portaba un canasto que cambiaba de brazo según el cansancio. ¿Cómo se llamaba? ¿Qué será de ella? Su voz sólo era comparable al señor de los barquillos o al actual de los “café café” en la feria persa. Eran a cien los lalos. Su voceo sintonizaba con las olas del mar que parecían suicidarse en la playa.

Formaban parte de nuestra banda sonora de una ciudad que se reconocía en estos personajes que deambulaban por sus calles ofreciendo sus productos. Luego llegaron desde Arica los chocolates marca sublime, los bambú, los cremalines y la oferta embelequera creció. En julio, La Tirana, aportó con pululos, que parecían no terminan nunca. Mi tía Josefina nos traía inmensas bolsas que duraban de julio a julio.

A los Eduardo se le decía Lalo. Ahí nuestro Lalo Espejo, Lalo Cordero, Lalo Proby, don Eduardo Olguín y Eduardo Merubia. Y miles de otros más.  Averiguar porqué a esos delgados dulces se le conocía como lalo, es tarea imposible.

Nuestra gastronomía local se complementaba con esa variedad de embelecos que ayudaban a endulzar la infancia. 

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