Cuenta la leyenda que, en las noches cuando los hombres cruzaban el desierto en dirección de Zapiga en busca del abastecimiento para sus familias, a lo lejos se veían luces muy brillantes que les indicaban la presencia de un tesoro escondido, el cual había sido dejado por las tropas chilenas, las que habían cruzado el desierto en el tiempo de la Guerra del Pacífico. Por esta razón se acercaban raudos, para poder desenterrar el tesoro, pero grande era su sorpresa que a medida que más se aproximaban, la luz se desvanecía y finalmente desaparecía, sin dejar rastro del lugar en el que supuestamente se encontraba el tesoro.
Versión de Oreste Plath.
En: Juan García Ro (2015). Leyendas del Norte Profundo (p. 40). Vallenar: Ediciones Mediodía en Punto.