Caleta Molle

“Caleta Molle” fue en el pasado vivero de aventuras y leyendas

Desde la época que por Caleta Molle se embarcaba salitre y que llegaba allí en los grandes retazos de carretas de Benito González (El Godo) siempre persistió el rumor del tiempo, de que en esos sectores habían entierros fabulosos de dinero depositado en los tiempos de que Iquique era peruano. Se hablaba de joyas riquísimas, monedas de oro y plata. Eso pertenecía a la leyenda…

Fuera de que se comprobó después que había incalculable riqueza arqueológica que venía desde el fondo de los años. Se decía siempre que los Incas enterraron allí sus tesoros y esto empezó a tentar con el tiempo y con el correr de los años hasta nuestros días a hombres de empresa y aventureros osados y que se dieron a la tarea de buscar en los farellones de Caleta Molle esos tesoros esquivos. Se exploraba en forma afiebrada con la certidumbre de que algo tenían que encontrar… Y en 19340 en un sábado 25 de noviembre llegó a esos parajes una caravana de hombres que tiempo atrás había pedido permiso a la Intendencia para hacer excavaciones en los cerros de Molle; y un grupo de obreros se dio a la tarea de hacer hoyos en busca de los codiciados tesoros. Pero el destino, siempre el destino cruel derrumbó el sueño de los soñadores.

Se trabajaba con empeño una noche cuando ocurrió un derrumbe. Dos hombres perdieron la vida aplastados por una gran cantidad de piedras y sus nombres era: Domingo Ibáñez Vergara de unos 28 años, natural de Parral y Clodomiro Méndez Palacios de 30 años, oriundo de Valparaíso.

Sus demás compañeros se dieron a la tarea de rescatarlos; comprobando que habían sufrido una muerte horrorosa.

Unos vinieron a dar cuenta a Carabineros de Iquique y otro, ayudados por unos camineros lo lograron a fin rescatarlos. Y se deshizo el sueño de encontrar un tesoro fabuloso.

Caleta Molle ha seguido siendo en el pasado y aún en el presente; vivero de aventuras y leyendas. Los embarques de salitre y que hacían los obreros entonces; traían hasta allí a vendedores de licores; se gestaba el contrabando y todo. Y aún el crimen. La Caleta guarda todavía muchos secretos.

Y por los farellones de Caleta Molle, D. Anker Nielsen en los días de Semana Santa hacía excursiones buscando tesoros arqueológicos; fue la pasión de toda su vida hasta morir. El señor Nielsen era de “exterioridades duras” en apariencia, pero quien quería abordarlo para cualquier cosa no tenía más que hablarle de arqueología para que fuera otro hombre… Y lo acumulado por él y que encontró en nuestra Provincia se pretendió llevarlo muy lejos nada menos que al Museo de Copenhague.

Osvaldo Guerra

El Tarapacá

Domingo 11 de noviembre de 1962, página 8. Geo-referenciación: Paloma Aravena

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