Pata de Cachuchos: Tenía los pies muy grandes (Diario «El Caliche», 1995: 3).
Patá en la raja: A todos ofrecía ese servicio, por eso quedó con el nombre hasta que fue llamado al descanso eterno (Diario «El Caliche», 1995: 3).
Pate Tango: Tenía una deficiencia en un pie, ya que cojeaba constantemente. Se hizo famoso cuando bailó un tango. Allí se ganó el apodo que lo siguió de por vida (Diario «El Caliche», 1995: 3).
Pato: A los que se parecen a ese animal. Apócope de Patricio.
Pejerrey: Los que nadan con cierta facilidad. En el Morro, Pejerrey Martínez.
Perro: Tiene variadas explicaciones. Futbolista profesional. Víctor Hugo Saravia, el perro.
Phathu: Persona de contextura gruesa.
Pichonea: Sobrenombre del barrio El Matadero. Sin explicación… por ahora.
Pipiolo: Su nerviosismo lo hizo acreedor del sobrenombre. Además se parecía a un artista mexicano de la época (Diario «El Caliche», 1995: 3).
Pistola: En las faenas mineras, perdió el dedo meñique, anular y medio de su mano derecha, de allí su apodo (Diario «El Caliche», 1995: 3).
Poroto: Era un pampino muy pequeño y muy marcado por el sol. En los tiempos del origen del apodo, estaban en boga los porotos bayos. Se quedó con el nombre (Diario «El Caliche», 1995: 4).
Pueblo chileno: Este apodo se lo ganó porque en toda reunión y cuando las copas corrían de más, se largaba a hablar de política y repetía constantemente «el pueblo chileno» (Diario «El Caliche», 1995: 4).
Puente cortado: «No lo pasa nadie».