La Matanza en la Escuela Santa María de Iquique, acontecida el 21 de diciembre de 1907, constituyó unos de los hitos más emblemáticos del movimiento obrero y una de las masacres más horrorosas y recordadas de la historia de Chile.
El hecho y la crueldad cometida por el estado conmocionó a la población, a políticos e intelectuales, y los sectores populares tomaron la lucha de las familias pampinas, como emblema de sus propias luchas, carácter que perdura en el tiempo hasta el día de hoy en la discusión y debate sobre las problemáticas sociales, y sobre las injusticias que aún persisten.
Actualmente, la historia de la masacre es tema universal y se ha transformado, a lo largo del tiempo, en emblema e inspiración para las distintas disciplinas artísticas que cada año conmemoran a cada uno de los caídos de 1907 y/o que a través de sus símbolos colocan en escena las luchas sociales actuales donde se revive aquella valentía obrera y pampina. Es así que la música, la danza y las artes visuales entre otros lenguajes artísticos, se han inspirado y abordado la masacre como símbolo de la lucha obrera.
El mural social, concepto dado por Eduardo Castillo en su libro “Puño y letra: Movimiento social y comunicación gráfica en Chile” (2006), distingue este tipo de mural del mural que surge con el advenimiento de la Unidad Popular. Sin embargo, en ambos períodos “lo social” es parte integral de la obra ya sea desde su temática y/o de sus procesos de co-creación.
Margarita Olesen señala que la temática abordada por el mural durante el primer período radica en una “(…) presencia persistente de los temas relacionados a la educación, la salud y el trabajo; en conjunto parece que el mural social intenta reflejar las preocupaciones centrales de las políticas gubernamentales y de la sociedad chilena de esa época.” (Olesen, 2010: 263). Pese a los temas abordados, la producción artística fue siempre desde la institución y de quienes tenían una formación artística formal. Además, el concepto de arte público se entendía solo para proyectos murales en establecimientos del Estado, por ejemplo, los murales de la Ciudad del Niño financiado por el Ministerio de Educación y que representaban la educación primaria, la infancia, el trabajo y la cultura. Es decir, todo aquellos temas con los que militaba el gobierno radical hacia 1940.
“Aun así, cada uno de sus pintores pertenecía a un medio artístico que lo legitimaba, a una institución que avalaba y financiaba cada una de sus obras. Era evidente que el movimiento debía transformar sus formas para lograr total coherencia con su mensaje, inevitablemente se aproximaba un cambio que lo haría dejar de representar a la clase trabajadora para pasar de lleno a pertenecerle.” (Pinochet, 2009: s.p)
Posteriormente, con las elecciones presidenciales de 1964, el mural social trabaja fuertemente su carácter político, siendo una poderosa herramienta propagandística y de apoyo a la candidatura de Salvador Allende.
Si antes se presentaron los primeros atisbos de arte público, hay que señalar que solo con el mural político logró su expansión más allá de los muros institucionales ocupando el muro callejero en su extensión. Los muros de la ciudad se presentaban como un soporte ideal para difundir los mensajes propios de la candidatura. Además, era una ventaja real para sus autores en ahorro de tiempo y de recursos y sobre todo, generaba el impacto visual que querían.
Con ello aparecieron las brigadas muralistas como la emblemática e inconfundible en su trazo, Brigada Ramona Parra (BRP). Esta y el resto de brigadas estuvieron en actividad hasta el golpe de estado de 1973, donde la represión experimentada impidió la continuidad de su producción. Sería en la década de los 80’ cuando se alzan nuevamente, siendo esta vez desde la vereda de la denuncia, de la lucha social y política en contra de la dictadura.
Los murales de la BRP han representado, entre otros motivos, la lucha obrera por los derechos laborales y la memoria de la masacre se reactiva en cada una de estas intervenciones artísticas.
Para la conmemoración de los 100 años de la matanza en la Escuela Santa María varios artistas visuales nacionales, muralistas, ilustradores, colectivos y organizaciones civiles tomaron el lápiz y la brocha y se dispusieron a plasmar este hecho histórico.
Tras la huella de estos registros hemos encontrado uno realizado por un colectivo de muralistas llamado “La Matraka” en la ciudad de Santiago. Así también, el diseñador gráfico, Marcelo Gacitúa, integrante de la Brigada Negotrópica realizó el siguiente boceto. O el mural realizado en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso por la Unidad Muralista Luchador Ernesto Miranda, que tiene escrita la siguiente leyenda: «Si a 100 años continúan asesinando trabajadores, el único camino sigue siendo la Lucha y la Unidad». Además, los integrantes emblemáticos de la BRP acogen de manera personal la conmemoración plasmando la masacre en distintos espacios públicos.
Patricio Madera quien fuera uno de los integrantes fundadores de la BRP realizó este mural en la Seremi de Educación de Iquique en 2007. David Negro Ponce, representante de la BRP en Arica llevó a cabo este mural: Y este boceto de mural con firmado por la BRP que refleja el dolor de la masacre y la fuerza de sus obreros con puño y pala bajo el sol. Por otra parte, Alejandro González, más conocido como “Mono González”, también miembro fundador de la BRP, es uno de los muralistas más destacados a nivel nacional. Sus creaciones son verdaderos manifiestos de derechos. A cumplirse el centenario de la matanza realizó un mural colectivo con estudiantes de la Facultad de Castellano y Filosofía de la Universidad de la Serena y además, realizó una exposición individual titulada “Memoria de una masacre” en la Biblioteca de Santiago. “La paloma, la mano, la espiga, la estrella son como el lenguaje de una nueva fe que por mucho tiempo se divulgó en la clandestinidad de la noche. Y tal como artistas primitivos, los integrantes de las brigadas muralistas no sabían que estaban gestando una nueva forma de expresión y la posibilidad de un auténtico arte popular”. (Saúl, 1972)
A lo largo de Chile existen diversos grupos que se han organizado al alero de la BRP, algo así como sedes regionales y también universitarias. Cada uno de ellos ha mantenido la estética brigadista, de bordes negros y gruesos, de figuras simples, con mensajes claros y colores definidos.
La lucha obrera ha sido emblema del mural social a lo largo de todo este tiempo. A través de su lucha reclaman sus derechos humanos, declarados de manera universal, que les son violados una y otra vez. La precarización y las injusticias que parecieran alcanzar siempre y únicamente a la clase popular, son representados incansablemente por la BRP y otros grupos muralistas.
Por ejemplo el mural ubicado en uno de los patios del Centro Cultural Gabriela Mistral del año 2012 denuncia el abuso hacía la ciudadanía, por parte de empresarios y políticos. Poderes que aún se mantienen y abusos que aún existen, contextos similares al de inicios de siglo XX en 1907. O el mural de la BRP en Chañaral Alto en Monte Patria en la región de Coquimbo, destaca la fuerza campesina de sus habitantes que con los puños en alto manifiesta su presencia. Así como estos murales, hay un sinfín de ellos a lo largo del país. Sabemos que con el regreso a la democracia la BRP se reactivó y se ha mantenido vigente hasta el día de hoy. La lucha por las mejoras salariales y laborales de los obreros pampinos de Tarapacá nos recuerda la lucha de hoy por la gratuidad en la educación, por las mejoras en salud, en pensión o el fin de las AFP. La dignidad del ser humano y una mejor calidad de vida son sus pilares. Las luchas sociales que el mural viene a representar públicamente, y que lo definen como mural social no es solo por representar estas temáticas que son los anhelos de muchos sino que es mural social porque de él participan co- creativamente y activamente la ciudadanía.
Bibliografía
Olesen, M. 2010. El muralismo como estética de la utopía. Tesis para optar al grado de Magister en Arte con mención en Teoría e Historia del Arte. Universidad de Chile. Santiago, Chile.
Pinochet, N. 2009. El muralismo social y la identidad comunitaria: dinámicas de relación y significación cotidianas (1990-2009). Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. Universidad de Chile. Santiago, Chile.
Saúl, E. 1972. Pintura social en Chile. Revista Nosotros Los Chilenos. Editorial Quimantú. Santiago, Chile.