Al parecer, la terraza litoral en que se emplaza la actual ciudad de Iquique no posee registros arqueológicos de larga trazabilidad, lo que podría atribuirse a la falta del vital elemento que es el agua, de modo que sus habitantes y visitantes primordiales debieron conformarse con el salobre e intermitente flujo que escurría en algunos puntos de los faldeos de la cordillera marítima.
A consecuencia de este nudo ciego, es probable estimar que toda presencia humana consistiera en incursiones esporádicas en el marco de un proceso de constante movilidad de pescadores recolectores.
Cuesta imaginar la supervivencia de esas pequeñas comunidades primordiales sometidas a una estricta base de dieta alimentaria: pescados, mariscos, aves marinas (en especial el guajache), lobos marinos y eventualmente alguna ballena varada.
Esto último tiene que haber sido unacontecimiento que convocaba a gente de otras caletas a comer y a guardar antes de que la montaña de comida entrara en putrefacción. Un festín descomunal, multitudinario, que motivaba probablemente baile y bebestibles para agradecer y celebrar aquel magno regalo del mar.
Cabe aclarar que no es exacto decir que cazaban ballenas y que los huesos de estas servían de soportes a sus habitáculos. Lo que sí capturaban y aprovechaban era la especie cetácea calderón negro (globicephala melaena), un delfín que alcanza hasta 5 metros de longitud, de cabeza grande y redonda, de lomo negro y vientre blanco.
El caso es que, además de tener como única fuente de alimentación los recursos marinos, los habitantes de esta franja costera árida no disponían de más agua que la que escurría por los cerros.
Así, pues, es posible (acaso seguro) deducir que la magra alimentación y la bebida escasa y de mala calidad hayan sido dos factores que influyeron notablemente en el ínfimodesarrollo demográfico de esas comunidades. Y, por supuesto, en sus expectativas de vida.
Las investigaciones al respecto indican que, para los chinchorros clásicos las esperanzas de vida promediaban entre 18 y 26 años y son contados los casos de algunos que superaron el techo máximo de los 40 años (Ardiles y otros).
Aguadas fortuitas
Las peregrinas filtraciones eran corrientes de aguas fósiles derivadas de los grandes lagos pleistocénicos del interior y que hoy persisten como bolsones subterráneos en la Pampa del Tamarugal. Llegaban y llegan a la costa a través de fisuras del subsuelo.
Pero también encontraron cauce por efecto de fracturas, como ocurre con la Falla de Huantaca, evento geológico cuyo surco comienza a unos 19 kilómetros al interior de la serranía marítima y viene abriéndose paso subterráneamente para derivar flujos que se infiltran en el alto borde costero (Veloso y Sánchez 1991) y afloran en forma de vertientes al pie del Cerro Huantaca (hoy Esmeralda) y de forma más ostensible en un ojo de agua en la ex La Siberia (hoy Población Jorge Inostrosa). Otra corriente encauzadapor la falla corre por debajo de ZOFRI y desemboca en el mar.
En otra oportunidad, tocará referirnos a otro fenómeno resultante de la Falla Huantaca: la ruptura del plano horizontal primigenio de la terraza iquiqueña, produciendo un desnivel que se tradujo en una depresión para el sector norte. En la época republicana peruana, este se denominó El Colorado.
Ya en tiempos históricos, se han conocido aguadas de este tipo en determinados sectores como la base del cerro (1091 metros) y quebrada Anzuelo, topónimo que estaría sugiriendo la existencia de un asentamiento ancestral, lo que se confirmaría por la existencia de un sendero, como necesidad de endilgar hacia la serranía costera, siendo la última vía de acceso al interior por el norte. También las aguadas de El Colorado (Núñez y Varela 1967) y la que brotaba al pie del cerro Esmeralda, punto donde hacia 1860 el diligente francés Bernardo Digoy tenía un pozo que servía, al menos, para que bebieran los animales (Bollaert 1860:257).
Las aguadas fueron desapareciendo a causa del proceso de desertificación, ya sea salinizándose o simplemente extinguiéndose (Craig 1981:15-16).
Un hecho excepcional
Un día, sin embargo, uno de esos grupos exploradores costeros descubrió que sobre la playa enfrente del actual Muelle Prat brotaba agua dulce. Esto a unos 500 años después de Cristo o hace 1.500 años y un poquito más.
Inaudito que así ocurriera a un centenar de metros de la orilla en que la marea se diluye.No obstante, es de creer que por entonces la línea de playa trascendía cerca de unos cien metros hacia tierra, por la sencilla razón de que la marea no estaba contenida -como hoy- por el malecón que corre desde el Muelle Prat hasta la Caleta Guardiamarina Riquelme.
Recreando dicho escenario, el historiador iquiqueño Patricio Advis compuso esta evocadora postal:
“En torno a esta playa matriz, contigua a una aguada, se nuclearon las construcciones del asentamiento primordial; también estarían entremezcladas allí con las habitaciones las canchas de salazón y secado de pescado, las canchas de obraje de la utilería pesquera y de las balsas; también los conchales, los fogones de huiro” (Advis 1997:12).
Pero, como nada es eterno, un cierto día el sortilegio se esfumó, tal vez por haberse extinguido la napa que lo transportaba desde el interior hasta la costa (a causa de laobstrucción provocada por algún movimiento sísmico) o acaso porque la intrusión subterránea del mar a tierra firme invadió y contaminó el acuífero, convirtiéndolo en unflujo salado. A propósito de este fenómeno, baste considerar que el subterráneo de la Aduana patrimonial permanece invariablemente inundado.
Comoquiera que haya sido la causa de ese prodigio natural, su extinción debe haber determinado tal vez el éxodo de quienes se habían instalado en el hasta entonces afortunado paraje costero, que más adelante puede haber tenido la ventaja comparativa de situarse frente a la Isla para los efectos de extraer guano.
En este sentido, podría estimarse que los españoles involucrados en la explotación del guano, a partir de Juan Donoso, se establecieron en esa misma playa y sospechamos que el poblamiento de la caleta implicó desplazar el asentamiento camanchaca a unos centenares de metros hacia el sur. Al menos, es la idea que nos inspira el plano dibujado en 1716 por el capitán Joaquín Darquistade.
Siguiendo (ojalá correctamente) lo que nos informa la arqueología, estimamos que el surgimiento de la vertiente de agua dulce correspondería a las fases de ejercicio tecnológico anteriores a la utilización de lasbalsas (primero la de “Tres palos” y luego lade cuero de lobo marino), que permitieronuna pesca de mayor altura o “dimensión latitudinal” (Llagostera 1982:224), artefactos náuticos que tuvieron un intenso desenvolvimiento entre los 200 y 1.450 después de Cristo (Núñez 1986:31).
Creemos que la práctica camanchaca de navegar a Pisagua en busca de agua es anterior a los españoles y que pudo haberse instituido a partir del uso de las balsas de cuero de lobo.
La plazoleta Aduana
Permitiéndonos una licencia autorreferencial(propia de nuestra pulsión intuitiva), uno de nuestros juegos de infancia tenía lugar en la Plazoleta de la Aduana, porque éramos vecinos del sector.
En nuestra nostálgica memoria perdura la visión de dicha plazoleta como un mini-oasis en cuyo centro se situaba el quiosco de la familia Siles. Un mini-oasis porque ostentaba plantas y, principalmente, árboles de buenaenvergadura, lo que implica -pensamos- elantecedente de un micro subsuelo húmedo. Y algo más.
Enfrente, allí en la primera cuadra de calle Bolívar (entre Aníbal Pinto y la desaparecida Izaza), a continuación del edificio de la Sociedad Chilena de Fertilizantes, vivían los George, los padres de Ariel Standen y los Guerrero-Melin. Finalizaba la corrida con la molienda de sal de los hermanos Lucic, que daba la vuelta por Izaza.
Hacia nuestra etapa de infancia no había en todo Iquique más de una cincuentena de árboles (sin contar las palmeras de Baquedano). Y nos sorprendía la existencia de un tamarugo plantado por la familia Salazar en calle Sexto Oriente. El verde de los actuales jardines, parques y paseos iquiqueños es obra del riego y la tecnología.
La pregunta del millón es cómo pudieron surgir esas especies vegetales en la plazoleta, un espacio que anteriormente fue una explanada de tierra y hoy una de pavimento.
Aun en el caso de que fueran árboles maduros trasplantados, creemos que el hecho de que nunca se secaron y se mantuvieron en pie hasta ser desmantelada la plazoleta en función de obras de modernización del sector, presta razones para insistir en la necesaria existencia de una napa.
Hoy no existe la plazoleta, como tampoco existía a principios del siglo 20. Exactamente, como se aprecia en una imagen del año 1910 que ilustra esta crónica y que hemos retocado a modo de simulación icónica, a fin de graficar mejor la ubicación del mini-oasis. A tal efecto, este está representado por un círculo rojo superpuesto sobre lo que era unaestrecha y corta pasarela flanqueada por asientos que la referencia fotográfica designa como “Plazuela”.
Nos da por creer que el acuífero volvió a fluir en tiempos contemporáneos y hasta es posible que hoy mismo siga escurriendo, aunque invisible bajo la carpeta de asfalto.
Braulio Olavarría Olmedo
Referencias bibliográficas:
Advis Vitaglich, Patricio: Ique Ique de los pescadores (La caleta prehispánica 1535). Copia fotostática. 1997.
Ardiles, Héctor, Alejandro Clarot y Benjamin Ballester. Elección de dieta en poblaciones pasadas costeras de la II región: una mirada multidisciplinaria. InformesFAIP, 2011. https://hal.science/hal-02159887/document.
Bollaert, William: Antiquarian Ethnological, and Other Researches in New Granada, Equador, Peru and Chili, with observations on the Pre Incarial, Incarial, and other Monuments of Peruvian Nations Trübner & Co., 1860. https://archive.org/details/antiquarianethn00bollgoog/page/n5/mode/2up.
Craig, Alan K.: Ambiente costero del Norte de Chile, páginas 15-16. Trabajo presentado en el Simposio del Área Centro Sur Andina. Universidad del Norte de Arica. 1981.
Darquistad, Ioachim: Plan de l’isle et portde Iquique situé par les 20. d. l2. m. latt. ob. sud selon le compas. Ce port est fort bon, il y a mouillage par touttes les années fond de sables et est abondante en poissons mais ilniya ny eaux ny bois. The Library of Congress https://www.loc.gov/resource/g5334i.lh000207/?r=0.252,-0.086,1.251,0.5.
Llagostera, Agustín: Tres dimensiones en la conquista prehispánica del mar. Un aporte para el estudio de las formaciones pescadoras de la costa sur andina”, página 224. Actas del VIII Congreso de Arqueología Chilena, Ediciones Kultrun, Santiago. 1982. http://pacarinadelsur.com/home/indoamerica/436-changos-antecedentes-para-la-identificacion-cultural-de-los-pueblos-pescadores-de-la-costa-norte-de-chile.
Núñez, Lautaro y Juan Varela: Sobre los recursos de agua y el poblamiento prehispánico de la costa del Norte Grande de Chile. Estudios arqueológicos N° 3-4. Universidad de Chile Antofagasta, 1967.
Núñez, Lautaro: Balsas prehistóricas del litoral chileno: grupos, funciones y secuencias. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Nº 1. Santiago. 1986. https://precolombino.cl/archivos_biblioteca/publicaciones-en-pdf/boletines-del-museo/boletin-vol1-1986/bol1-02.pdf.
Veloso Figueroa, Luis y Marcela SánchezMartínez: Características geomorfológicas. Area litoral: Iquique- Caleta Molle. Revista de Geografía Norte Grande Nº18. 1991. https://ojs.uc.cl/index.php/RGNG/article/view/39921/31793.