Los bailes religiosos: adaptación e integración

El norte grande de Chile, es una zona de amplia presencia de religiosidad popular. Sus tres grandes centros ceremoniales así lo indican. La Tirana (16 de julio), Las Peñas (8 de diciembre) y Ayquina (9 de septiembre). A esos tres centros, y habría que sumarle además la festividad de San Lorenzo (10 de agosto), se desplazan miles de peregrinos. La demanda más sentida es por salud y trabajo. Se organizan en bailes religiosos que cantan y bailan. Son organizaciones que se articulan en asociaciones y federaciones y que mantienen fuertes vínculos con la Iglesia Católica, fenómeno que es nuevo ya que data de los años 60,  del siglo pasado.

Estos bailes religiosos están ubicados en los barrios populares de las ciudades del Norte Grande de Chile. Comparten junto al club deportivo, el mismo espacio, pero satisfacen otro tipo de necesidades. Se puede pertenecer a ambos a la vez.

Los bailes religiosos en el Norte Grande de Chile, están presentes desde fines del siglo XIX. Y durante todo el siglo XX han ido creándose otros. Son bailes que representan, a distintos grupos, ya sean andinos: las cuyacas, los chunchos, diabladas, sambos; de inspiración variada: apaches, sioux, dakotas: mineros y chilenos como los huasos, marinos, etc.

Sin embargo, la religiosidad popular no se agota en el fenómeno de los bailes religiosos. Hay otras prácticas también presentes como el culto a las ánimas, adivinación de la suerte, etc.

Todos estos bailes son estructuras intermedias, que permiten dos cosas. 1.- Desarrollar una experiencia mística y 2.- Entregar a sus miembros un espacio de sociabilidad antes y después de la fiesta.

Migrantes adaptación e integración

Los migrantes, que provienen de los países hermanos como Bolivia, Perú, Ecuador,  Colombia y Venezuela que acceden a habitar las ciudades del Norte grande de Chile, y en especial, en Iquique se encuentran con una ciudad popular. ¿Qué significa esto? Significa que se encuentran con una ciudad no muy distinta a la que ellos dejaron. Es decir, una ciudad en la que la vida social se realiza hacia fuera de sus casas. La vida social transcurre en las calles, en las puertas de las casas. Todo ello ayudado, en cierta manera, por un clima relativamente cálido. Nunca llueve y las temperaturas no bajan los 18 grados en promedio.

Una ciudad informal en el sentido que la falta de control favorece el libre desarrollo de actividades económicas no formales, en la que sobre sale el comercio ambulante, en toda su magnitud. Es común ver a comerciantes de la costa ecuatoriana expendiendo jugos naturales. A mujeres vendiendo ropas ya sea usada o de primera mano. Otras en actividades ligadas a la “noche” como la prostitución, etc.

Iquique es una ciudad donde todo es posible hacer y encontrar. Los controles municipales son más bien laxos, y se apoyan más bien en una política del “dejar hacer”. En la que no hay mayor distingo entre lo público y lo privado. Una ciudad abierta.

Estas características hacen de esta ciudad una zona atractiva. De una u otra manera, la población migrante, por lo general, de escasos recursos, encuentra en Iquique, un ambiente conocido y familiar.

El barrio, la calle y todo el entorno que la rodea, son instancias donde se desarrolla una vida comunitaria, no exenta de conflictos. Una de esas fuentes de fricciones está dada por el tráfico y consumo de drogas.

La  fiesta de La Tirana es un inmenso espacio donde lo sagrado y lo profano pierden sus fronteras. Es una festividad abierta a todos aquellos que buscan una comunidad y de seguro que la encuentran.

Bernardo Guerrero Jiménez

Sociólogo

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