LA IGLESIA DE LA TIRANA

La antigua iglesia de La Tirana estaba ubicada a unos 1.500 metros al este de la actual Tirana. Se habría construido alrededor del año 1765 y funcionó hasta mediados del siglo XVIII. La actual iglesia, la que está en uso data del 1886 (Núñez, 1989: 45).

De 1881 data la iglesia que se levantó sobre otra que fue destruida por un terremoto. El primer templo data de 1638 cuando fray Antonio Sarmiento Rendón encuentra la cruz que da origen a la leyenda. El templo actual tiene 120 años y desde hace una década viene sometiéndose a mejoras. El objetivo es que sea nombrada basílica.

El eje estructurante de su constitución urbana lo constituye la iglesia. Y frente a ella una gran explanada que funciona como plaza, pero que en el mes de julio se llena de bailes religiosos. La iglesia mira hacia el norte, y a diferencia de las iglesias andinas no hacia el oriente, lugar donde nace el sol. Es una estructura de madera y de planchas de zinc que con el tiempo se ha ido habilitando mejor para acoger a los miles de files que llegan hasta allí́. En los años 70 del siglo pasado, un comerciante trató de instalar en medio de la plaza un inmenso kiosko. La reacción de los bailes religiosos fue de protesta (Guerrero, 2010)

Bien se podría decir que el pueblo de La Tirana es la iglesia. En esta se concentra e irradia toda la vida social de este pueblo de 2000 personas que el día 16 llegar a tener los 120 mil habitantes. Las calles que la circundan están constituidas por edificaciones de un solo piso mayormente de madera. La superficie urbana no ha de sobrepasar los 1000 metros. En sus márgenes, sobre todo hacia el oriente, y en los dilas de fiesta, se llena de carpas. En estas, los que no tienen dinero para arrendar piezas, se instalan para pasar la fiesta.

En el año 90, la Municipalidad instaló un camping para dotar de mejores servicios sanitarios a los que allí alojaban. Hay baños públicos. En la década de los 50, las necesidades del cuerpo había que realizarla en los montes. Así se le llamaba a la planicie donde los tamarugos crecen. Detrás de estos, los peregrinos y peregrinas tenían que ingeniárselas para controlar las urgencias del cuerpo.

En los años 60 le llegó el bautizo a sus calles. Y ese bautizo siguió́ la lógica chilenizarte que invadió a todas las ciudades y poblados de esta zona. La religión y el nacionalismo se dan la mano. Calle Santa Teresita de los Andes, calle 16 de julio, calle Obispado, entre otras.

Las calles que circundan directamente a la iglesia como 16 de julio, Obispado, son ocupadas preferentemente como negocios, ya sea comida o de expendios de víveres, carnicerías, bazares, etc.

Los habitantes del pueblo, sin embargo, tienen en la fiesta de la Pascua de los Negros su motivación religiosa fundamental. Es en la primera semana de enero, donde los bailes de pastores tanto del pueblo como de la ciudad de Iquique, se reúnen en la iglesia y en la explanada. La aspiración de la curia es que el templo sean nombrado Básilica menor. Este es un título que el Estado del Vaticano designa. Se espera que el 2012 se oficialice esa nominación.

La leyenda de La Tirana no tiene fecha exacta. Se le ubica en el siglo XVII y en la pampa del Tamarugal. Una princesa india, cruel y despiadada, toma prisionero a un portugués que había trabajado en Huantajaya. Se enamora y se convierte al cristianismo. Ambos son ajusticiados. Tiempo después un fraile encuentra un montículo y sobre él, una cruz. Este es mito que el historiador Cuneo Vidal cuenta. Así́ nace la peregrinación a la “China”.

Por más de un siglo, los bailes religiosos le han peregrinado. Organizados del modo tradicional, en torno a un jefe carismático, o bien del modo moderno, alrededor de un Presidente y con personalidad jurídica, los hombres y mujeres, han coloreado la pampa del Tamarugal con sus trajes, sus mudanzas y sus canciones.

Los bailes religiosos son en definitiva una estructura oral. Su historia al igual que las de los barrios, transcurre por el territorio de las palabras que no se escriben. A diferencia del club deportivo que tiene su acta de creación y sus actas de cada reunión, el baile pareció́ no necesitarlo. Sólo dos cosas la tienen escritas: sus cantos y la fecha de fundación en sus estandartes.

La historia de cada baile es un continuo rastrear por la memoria de sus integrantes, sobre todo de los más antiguos. La prensa no registra su dinámica.

El bailar constituye el núcleo central de la narrativa de los peregrinos del Norte Grande de Chile. Sus mudanzas, complejas y altamente estructuradas, responden a una forma de comunicarse con la Virgen del Carmen. A ella, a quien le llaman “la China” le ofrecen su sacrificio a cambio de un favor. Trabajo y salud constituyen las demandas más frecuentes.

Los peregrinos no asociados a los bailes realizan mandas exponiendo el cuerpo a los rigores del desierto. La narrativa de la manda, tiene su dramatismo extremo en el castigo. No cumplir es ofender a la “China”. Y esta castiga.

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