Músico, Compositor.
1916-1983
Nació en Oruro y nos regaló el Vals a Iquique. En el lado B del mismo disco Linda Piqueñita. Ambos en un vinilo de 45 rpm.
En los años 60, se le hizo una manifestación en la Plaza Condell. El vals a Iquique era una ofrenda que un «afuerino», igual como lo fue Santiago Polanco Nuño, le obsequiaba a esta ciudad de noches largas e imborrables: “la Avenida Balmaceda señorial, en la vida nada hay que mortifique, el recuerdo de tu cielo angelical”.
No en vano, el puerto les había abierto el corazón de par en par: “¡Oh ciudad hospitalaria no desmayes en tu noble y cotidiano palpitar! …”. Es el Iquique iluminado por el sol de marinos, y es también, flor de pasión. Es la tierra que el boliviano percibe como tierra divina, la que se lleva dentro del corazón.