La sicodelia se llamó Don Sata. La discoteque de Iquique frente a la Plaza Prat, en los años 70, trajo la revolución de las flores, los pantalones pata de elefante y las camisas floreadas. Las luces en un constante prende y apaga, la guitarra de Jimmy Hendrick y la voz de Eric Clapton escondida en los Creams, produjo un movimiento hippie con factura iquiqueña. La familia Astorga leyó acertadamente los tiempos y ofreció un espacio para el baile y el amor libre. Hubo nombres y apellidos ligados a Don Sata, pero quedémonos en los apodos: El Mono Tito, el Chamaco, el Pototo y las hippies, hoy dueñas de casas que al pasar por la discoteque, no dejan de sonreírle al pasado.