Dos novelas obreras editadas en Iquique

El Día de Libro es buen motivo para ensayar algunas ideas en torno a la historia del libro en el Norte Grande. Investigar sobre el libro se hace cada día más necesario. Una tarea nada de fácil, tomando en cuenta la falta de información sistemática sobre este particular.

Sin embargo, le debemos al taltalino Mario Bahamonde, su inmenso trabajo “Guía de la Producción Intelectual del Norte Grande de Chile” (1971).  Un amplio catálogo que da cuenta de la variada producción literaria, que tuvo como telón de fondo la costa, la pampa, quebradas y altiplano. Y las grandes épicas como la matanza del 21 de diciembre, del 21 de mayo, la conquista del desierto, entre muchas otras.

Sin embargo, finalizada la obra de Bahamonde no se ha vuelto a actualizar. Tal vez el esfuerzo que más se le parezca es el realizado por el Crear, la Revoca de los Libros Nortinos (ver: https://crear.cl/memoria-nortina/recova-de-libros/).

Para efectos de estas breves notas nos centramos en dos novelas fundacionales de la literatura obrera, ambas editadas en Iquique.

Iquique, a finales del siglo XIX poseía una cultura obrera que se articulaba en torno al ideal del obrero ilustrado. Un obrero liberado de las cadenas de la religión y sobre todo de la explotación. El ideario socialista traído por hombres y mujeres venidos de Europa, pretendía hacerse realidad. Para ello, habría que sacar del analfabetismo, del alcoholismo y de otras prácticas a los trabajadores que de sol a sol, laboraban en la pampa salitrera.

El ideario socialista tomó como referencia las ideas de la Ilustración. Y la educación de las masas tomó un rol prepoderante. De allí, la formación de teatros y ateneos obreros. Y sobre todo de la publicación de periódicos que incluía poesía, catalogada como popular u obrera.

Esta tarea implicaba que detrás del autor se movilizara una serie de recursos tantos materiales como simbólicos. Estos últimos lo podemos entender como el capital inmaterial, la ideología, entre otras, que hacía que se destinara tiempos del descanso para realizar el sueño de los proletarios. Los materiales, implicaba, disponer de imprenta, obreros tipografos, red de distribuidores y financistas para llevar el producto a sus destinatarios.

No vamos a comentar esas dos novelas. Recordar eos si, que el año 2006, el Crear reeditó la novela “Tarapacá” y que la tesis de magister de Lisette Lazo Araya nos corrigió y trajo a la memoria la novela de Mariano Martinez.

Gracias a estos dos textos podemos reconstruir en forma parcial, las editoriales obreras con la que contaba Iquique a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

“Vida de un esclavo” de Mariano Martínez, se edita en Iquique, el año 1895 en la imprenta El Jornal, ubicada en la plaza Prat Nº 52, mientras que “Tarapacá”, de Juanito Zola, el año 1903, por la imprenta El Pueblo, en la calle Serrano Nº 83. Ambas, por cierto, cercanas entre si, en el centro comercial de la ciudad. Desconocemos quienes la administraron y el porqué cerraron y menos aun donde fueron a dar esas imprentas.

Hoy, en el Día del Libro vale la pena recordar la intensa labor editorial obrera del Iquique salitrero. Cuando presentamos la novela “Tarapacá” el año 2006, en un acto simbólico y de memoria, enterramos varios ejemplares en las afueras del Crear, para que las nuevas generaciones, den con ella, si es que la segunda edición corre la misma mala suerte que la primera. Fue comprada y quemada por el clero y los salitreros.

El retrato es de Osvaldo López.

Bernardo Guerrero Jiménez

Sociólogo

Universidad Arturo Prat.

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