Lecciones del terremoto.
Los dos terremotos que afectaron al Norte Grande el 1 y 2 de abril del 2014, pusieron en evidencia varios aspectos que es necesario resaltar.
En la ciudad, sin contabilizar al estadio TIerra de Campeones, se careció de lugares aptos para que la gente pernoctara en las llamadas zona de seguridad. No hay instalaciones básicas, como luz por vía de paneles solares, baños y otros dispositivos básicos para que la población permanezca. Hay que diseñar y habilitar camping para futuros eventos.
Se hace necesario implementar un modelo comunitario post-catástrofe que signifique darle protagonismo a la sociedad civil, sobre todo a las organizaciones como bailes religiosos, clubes deportivos, juntas de vecinos y otras, para que mitiguen los efectos de la evacuación, abriendo sus sedes sociales para ofrecer alojamiento y alimentos. Hay que usar el mobiliario urbano (siempre que esté equipado) para estos casos.
Se hace necesario además que el gobierno regional, la gobernación y la municipalidad usen las redes sociales para así tener información creible y de primera mano sobre lo que está ocurriendo. Lo mismo se le pide a las empresas de agua potable y de energría eléctrica. Todo esto ayuda a aminorar el efecto de los rumores, reduciendo con ello la ansiedad.
El comportamiento de la gente puede calificarse de bueno. Aun falta mucho, pero lo que se vio fue una buena señal y sirvió para evaluar los ejercicios de evacuación realizado con anterioridad.
Hay que evitar que se propague la idea de la auto-construcción. En un país sísmico como el nuestro, no nos podemos aventurar a este tipo de experencias; a excepción que vaya de un acompañamiento técnico.
Hoy más que nunca se necesita contar con un Plano Regulador que planifique y controle el crecimiento de la ciudad. No es posible que en el casco antiguo aún existan talleres de tipo tipo, que trabajan con materiales inflamables. O que el comercio tenga letreros colgantes. Esta es una oportunidad que no debemos desaprovechar para que todos juntos pensemos la ciudad.
Se hace necesario planificar y ejecutar a la brevedad un modelo comunitario de salud mental destinado a reducir el estrés. El uso de las artes, de la música y de otras manifestaciones ayudan a eso. Hay que catastrar a los cientos de artistas que hay en la ciudad para que con ayuda del Estado, realicen caravanas artìsticas, para así devolver la alegría a la gente.
El letrero puesto en la rotonda Cavancha «Aunque se mueva nuestra la tierra seguirá siendo Tierra de Campeones», es una iniciativa que hay que multiplicar. Poner otros como «Iquiqueños arriba la frente» o bien «Si supimos vencer el olvido» son intangibles que ayudan tanto como los alimentos no perecibles.
Nuestra potente y activa identidad cultural fue un bien intangible que nos ayudó a soportar mejor estos días. Las radiosemisoras que tocaron el himno a Iquique, por ejemplo, ayudaron de sobre manera a subir el ánimo a la ciudad. Eso permitió construir un nosotros solidario, sobre los intereses personales.
Mantener siempre un contacto institucional con los iquiqueños que viven fuera de la ciudad, sobre todo los de Santiago, ya que fueron ellos los que han organizado campañas de solidaridad desde el centro.