Bajo este nombre se conocen los jardines que se encuentran al frente del Cuartel de Policía.
La mencionada plaza tiene una cuadra de extensión está cubierta y de hermosísimas plantaciones, habiendo numerosos magnolios, plátanos, pinos y varias otras que le dan un bellísimo aspecto. Si algo menoscaba su importancia, es la reja que la circunda, que es extremadamente baja y ordinaria.
En el centro de los jardines se alza gallardamente un kiosko de madera con arcadas que recuerdan las construcciones moriscas. Actualmente este kiosko es un adorno casi inútil, porque desde hace bastante tiempo ninguna música le hace los honores. En años atrás tocaba en él la banda del extinguido Orfeón Policial, que tan amena hacía la vida de la localidad.
Una orden superior, dictada a instancias de un jefe del Ejército que fue comandante de la Zona, cortó el hilo de la vida al renombrado orfeón, teniendo como fundamento el expresado jefe el hecho de que las bandas militares carecían de músicos, porque casi todos se enrolaban en la banda policial, lo cual era una verdad por cuanto que la policía les remuneraba muy bien. Dicha banda se componía de 45 individuos a quienes el público aplaudía con frenesí.
El edificio del Cuartel de Policía, a cuyo frente se fracciona el largo jardín que denominan plaza Brasil, dejando expedito un caminillo hacia la calle O’Higgins, punto donde se encuentra, ocupa una manzana de terreno y es de propiedad municipal. Fue uno de los primeros edificios que construyó el Gobierno de Chile, después de la toma de Iquique. El trabajo fue dirigido por el señor Eduardo Llanos. Como todo lo de Iquique, es de construcción ligera, pero correcta y muy en armonía con los servicios que en él se desempeñan.
En el extremo oriente se encuentra la casa que habita el actual Prefecto de Policía señor don Óscar Gacitúa Carrasco y las oficinas de este funcionario; en el centro se encuentra el cuartel a cuyo lado se halla la casa del Alcaide señor Belarmino Arancibia, funcionario que desempeña este puesto desde hace dieciocho años. Anexo a la Alcaidía se encuentran los Juzgados del Crimen, cuyo turno semanal sirven los dos Jueces de Letras de la localidad, señores Roberto Alonso e Ismael Poblete.
Al frente de la mencionada plaza existen varias casas particulares de elegante apariencia.
La Plaza Brasil podría ocupar uno de los primeros puestos entre las plazas de Iquique; pero creemos que su prestigio es duramente monopolizado por la tétrica presencia de la Cárcel, ese desventurado asilo de seres desgraciados a quienes, sus extravíos y engaños, engendrados en la fuente de su misma naturaleza, sacrificaron a la libertad individual.
Tomado de “La Ciudad de Iquique” de Francisco Javier Ovalle, Iquique, 1908, página 252