Pachacuti, mesianismo andino

La existencia de movimientos mesiánicos en el mundo andino es un tema que ha revestido gran interés para los estudiosos del problema de los Andes; sin embargo, recién en la década de los años 80, el fenómeno del mesianismo empieza a ser estudiado sin caer en los reduccionismos economicistas o sociologistas. Los análisis del movimiento del Taqui Ongoy y del Inkarrí, demuestran un espíritu más abierto de análisis y un intento más de explicarlo desde la perspectiva del hombre andino.

Los movimientos mesiánicos son una parte, el producto de la angustia social de la sociedad andina, y por otra, la respuesta autóctona de esta sociedad, a la angustia estructural en que viven; infundiendo esperanzas en un mañana que no es más que la instauración del arquetipo andino que fue profanado, pero no destruido.

“Lo que hace milenios es la idea de que el mundo, tal cual es, puede –y de hecho lo hará- acabar un día, para resurgir luego profundamente cambiado” (Ossio, 1973: XX). Esta idea está presente en la totalidad del mundo andino. Los indígenas postulan la restauración total del orden social andino. El hombre andino espera que su mundo tal cual es y que hoy está profanado y oculto, resurja profundamente cambiado con la mediación de un núcleo estructurante. Se habla, por lo tanto, de un retorno del tiempo del Inca, pero no de un retorno al tiempo histórico de la sociedad inca. Esto no es así, ya que para el “hombre andino, el concepto de Inca denota básicamente la idea de orden al margen de cualquier consideración temporal y se invoca al retorno, al orden” (Ossio, 1973: XXIII).

La idea del retorno al principio, al Orden, al arquetipo y al Ser, se deduce de la concepción que el hombre andino tiene de la Conquista. Si la Conquista fue conceptualizada como un “Pachacuti” o sea, como un cataclismo desencadenado por fuerzas sobrenaturales resulta obvio, pensar entonces, que agentes meramente humanos no podrían ayudar a restablecer el orden perdido.

La Conquista para el hombre andino con todo lo que deviene de ella –extirpación de idolatrías, tributo, encomiendas, etc.- y por otro lado, pobreza, opresión, etc.- es una gran empresa profanadora que hasta el día de hoy está presente. Toda la realidad andina, tanto la social como la divina que están íntimamente ligadas entre sí, han sido profanadas. La realidad desde entonces, es una realidad profana, sin sentido ni significación, carente de valor ontológico. Todo es Caos.

La visión andina del mundo ha sufrido un duro traspié, el nexo que le daba su valor ontológico ha sido duramente reprimido: el espacio y el tiempo andino está desacralizados. El principio ordenador de los Andes está oculto y su ocultamiento ha sacralizado el mundo subterráneo.

Esta cosmovisión ofrece la imagen de un mundo al revés, en la cual el Orden, el Ser, se halla en la parte inferior (no manifestada, en estado de ocultación) y el Caos (la historia profana) está encima del Cosmos. El final escatológico de este pensamiento se refiere a una época que implica el fin de la profanación o época histórica, y el restablecimiento de un Orden arquetípico considerado como “normal”, y al mismo tiempo, rectificación al Cosmos con respecto a su estado actual; es la época que va a señalar el pasaje del No Ser al Ser.

Pero la condición sine qua non, para que vuelva a resurgir el orden andino, es la ruptura total con el mundo histórico y profano, con el mundo occidental. Esta es la única posibilidad que queda para que el final del mito escatológico (del), se ligue con el principio. De esta manera, concebido así, la historia habría sido nada menos que un paréntesis profano que ha obligado a lo sagrado a esconderse para evitar que sea alcanzado al extenderse la profanación. Tuoac Amaru, entre otros es un líder que encarna el sueño mesiánico.

Bernardo Guerrero Jiménez

Octubre de 2021

Bibliografía

Ossio, Juan M:                                  

“Introducción: Ideología Mesiánica del Mundo Andino”.  En Ideología Mesiánica del Mundo Andino. Lima. Perú. 1973.

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