1935-2018
En la década de los 80 conocí a don Manuel Mamani. Sobrio, humilde y parco de palabras, pero, generoso en su mirada. Su corbata era su sello de distinción. Hablamos del entonces llamado mundo andino. Siempre dijo que era aymara. Valiente don Manuel, sobre todo en una época donde decirlo era ser visto con desconfianza y sospecha. Tiempos sin Conadi. Guallatire, Arica, Santiago y luego gran parte del mundo conocieron de sus dotes de maestro y de músico.
Mamani era un intelectual aymara que hizo de la práctica intercultural algo cotidiano. Armó alianzas con el mundo de las ciencias sociales, no importando el origen étnico de los investigadores. Siempre mantuvo la calma que no significaba en modo alguno, no ser rebelde. Grabar música de los Andes en esos años, ya era rebeldía. Llevó la música de los indios -de los suyos- a las aulas universitarias y de allí a los sellos discográficos. En la senda de Calatambo Albarracín, Pedro Humire y Sofanor Tobar, don Manuel es un eslabón de este gran quipus de la sabiduría del Norte Grande.
Don Manuel invitaba al diálogo condición fundamental para realizar la interculturalidad. Los bronces andinos están de luto.
Bernardo Guerrero Jiménez
Universidad Arturo Prat
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