Cofun, Universidad del Norte. 1974
Entrevista a Bernardo Guerrero
¿Cómo definirías el folclor?
Taylor a folklore: … “Ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otras”.
«El folklore es la expresión estética de la cultura tradicional, elaborada, mantenida y transmitida como producto histórico. Constituye en sí el lenguaje oral, musical y coreográfico, especialmente del pueblo iletrado con el que da testimonio de su acontecer histórico, de la visión del mundo y sus vivencias, de la denuncia y la censura de aquellos y de aquello que reprueba, sea sujeto, objeto o acción. Como fenómeno socio cultural es materia de estudio de la ciencia del folklore, disciplina antropológica denominada «la cenicienta de las ciencias sociales», debido a que se la relega en importancia y dedicación, no obstante que es en realidad el tratado del alma del pueblo, de su «cultura encubierta» y, por consiguiente de primordial valor para cualquier programa referido al «pueblo común y sencillo». (Dra. Mildrcd Merino)
Thomas en 1846, en su calidad de anticuario definió al folklore como «el saber tradicional del pueblo». Es el estudio de la cultura tradicional y popular.
Como se verá las fronteras de este concepto con el de cultura es más bien estrecho. Tylor definió a la cultura como «todo lo que el hombre hace». Por lo mismo, la nítidez de las fronteras no es de las mejores. El origen de la expresión nos lleva a una época en que Europa embarcada en un proyecto de modernidad, veía a estas manifestaciones como exóticas, que llamaban la atención de la elite ilustrada. Al decir de Norbert Elias, una masa a la que había que civilizar. La cruzada era en contra entonces de la cultura popular. Lo popular envuelve a lo folklórico toda vez que tiene más eficacia politica que lo folklórico que a veces, se reduce a lo étnico. Burke (1991) cuando estudia a la cultura popular, no habla de folklore, sino de cultura popular. El concepto de identidad cultural y/o de patrimonio inmaterial, parecen ser más efectivos que el de folklore. Más aun ahora en época de globalización, en que los saberes se van refundiendo y actualizando es necesario ampliar lo que entendemos por folklore. Por lo general, se reduce a lo meramente musical y su puesta en escena en festivales.
¿Cuál es el rol del folclor en la sociedad?
Visto así, y asumiendo la eficacia del concepto de folklore, este puede ser visto, en su rol como una especie de memoria, en algunos casos como forma de activar saberes tradicionales, tales como la medicina, la música, la gastronomía, la artesanía, entre otras manifestaciones.
Una memoria que nos recuerda otra forma de ver el mundo. La tradición que encarna y que habla de saberes prácticos y simbólicos que narran el origen de las enfermedades, por ejemplo, y la forma para superar esas dolencias. Las sociedades tradicionales, por ejemplo, no necesitan ni ocupan la palabra folklore. Tampoco la de museos, entre otras. El así llamado sentido común, que explica las cosas, no a través de la racionalidad cartesiana, es parte integrante de este paisaje. De allí los cuentos de muertos que penan, apariciones, entierros, etc.
¿Cuál es el valor del folclor para el Estado?
El Estado al reconocer que el país tiene una paisaje folkórico variado, está reconociendo la multiculturalidad de la nación. Por mucho tiempo, el centro hegemónico capitalino (y capitalista) redujo el folklor al Chile central. A figuras como el huaso, el arado, la empanada, las espuelas, y con ello invisibilizó al resto de las manifestaciones culturales del país. No cabía en este enmarcado los campesinos y sus cantos a lo divino, ni el extremo sur, y por cierto, menos aún, el Norte Grande de Chile. La artesanía era de Pomaire, y la textil, por ejemplo de Lirima en el extremo norte, era percibida como «boliviana».
El folklore es un modo de construir la nación. Las universidades jugaron un rol fundamental en este proceso a través de sus faenas investigativas. Y sobre todo la Universidad de Chile, que recorrió el país, buscando ese «exótico» en tanto dispositivo que daba cuenta de la necesidad de rescatar y revalorar lo que formaba parte de nuestra larga y compleja identidad nacional. La idea del Chile Profundo animaba esas búsquedas. Y en otro para advertir lo «atrasado» que estaban algunos territorios de la nación. Los estudios de Garrido y Lavín en las fiestas del Norte Grande, se mueven en esos dos polos.
Los profesores normalistas, formado para cultivar al país, al desplazarse al resto del país, vieron estas manifestaciones sobre todo las del canto y danza y la pusieron en el escenario. Aunque en forma marginal, ya que la figura del huaso y la china, seguían siendo las dominantes.
El folklore se articuló en su forma más visible, a través del canto y de la danza. De eso modo, grupos organizados se dieron a la tarea de investigar, a decir verdad, en recopilar, piezas musicales para ponerla en escena. Los cultores de los pueblos, era más bien informantes que entregaban insumos para las presentaciones.
¿Cuáles son los principales espacios de desarrollo del folclor en el país? ¿Podrías nombrar algunas de las instancias más relevantes en Chile?
Oresth Platt dejó una tremenda obra en que hace una etnografía del folklore en Chile. Los juegos populares, el habla del pueblo, la muerte, las animitas, las adivinanzas, etc., que a lo largo del país, son nombrados según los diversos paisajes que contiene el país.
Estas celebraciones populares, como los juegos del 18 de septiembre, eran obras en conjunto de la escuela y del barrio, un divorcio que nunca debió suceder. La Quema de Judas, el carnaval urbano y los andinos, las fiestas patronales, entre otras, constituyen en su realización la manifestación de una tradición que dialoga con la modernidad, pero, en lo posible sin perder su huella.
Las universidades regionales jugaron un rol importante. La Universidad del Norte y la Chile de Antofagasta, la Norte de Iquique y de Arica, y luego la Universidad Arturo Prat han realizado una gran labor de rescate y de puesta en valor. A través de esos grupos, empezamos a conocer la rica y compleja cultura del Norte Grande, sobre todo en sus manifestaciones étnicas. Estudiosos como Jorge Checura, Eduardo Carrión, Manuel Mamani, Mario Cruz, Patricio Barrios, Iván Guerra, entre otros, tienen una gran labor en este aspecto.
Manuel Danemann, Raquel Barros, Margot Loyola, son claves para entender la visibilización del folklore. Violeta Parra y Calatambo Albarracín, tiene también un lugar destacado. Y en cada ciudad, agrupaciones, conjuntos folklóricos, se han dado a la tarea de poner en valor el así llamado folklore de nuestros pueblo. O mejor dicho de poner en valor, nuestra patrimonio inmaterial o identidad.
En tiempo de políticas de la etnicidad o como quiera que se le llame, son los propios pueblos que han tomado su folklor para mostrar, por ejemplo, como se hace una pagua o agradecimiento a la Pachamama. Terminando con ello, con el rol de mediadores que los conjuntos folklóricos, los habían transformado.
El Estado además a través de sus medios de comunicación, sobre todo de la TV y de la radio, difundió el folklore a todo el país.
Fuente: Entrevista on-line de Simón Palominos a Bernardo Guerrero.