Junto con los conquistadores españoles, llegó a Tarapacá la devoción a San Lorenzo, convirtiéndose en el patrono del lugar. En el siglo XVIII son los propios mineros quienes construyen el templo y celebran y costean la fiesta.
En 1997 los administradores de El Escorial, a petición de Monseñor Enrique Troncoso accedieron a enviar un trozo del hueso del cráneo (ex ossibus capites) del santo mártir al templo.
Este Monumento Nacional, fue reconstruido por daños sufrieron sus muros y techumbre tras el terremoto del 13 de junio de 2005 gracias al financiamiento de las mineras Doña Inés de Collahuasi y Cerro Colorado,
Si bien no cuenta con fundación oficial, la primera misa fue el día de San Lorenzo y ya estaba ocupada en 1536, cuando las expediciones de Diego de Almagro y Pedro de Valdivia pasaron por ella, en la ruta del Inca (que iba desde el Cusco a las tierras de Tucma y Chili). Las buenas condiciones climáticas favorecieron su poblamiento rápido, y el establecimiento (acá y en el cercano poblado de Huarasiña) de una sociedad criolla entroncada con las más altas casas españolas, limeñas, potosinas, cusqueñas y arequipeñas.
Gracias a las actividades económicas y lo intenso del comercio de la región, las familias de Tarapacá se hicieron de grandiosas fortunas, gracias a la producción vitivinícola y su comercio a Lima y Potosi.
El año 1956 el obispo de Iquique se trajo de Santiago, una nueva imagen de “San Lorenzo”, pero esta no fue aceptada por los devotos, porque no se parecía a la anterior o más bien al original; se dice que cuando fue pasada la fiesta los pobladores de Tarapacá, como don Marcos Ocampo, Juvencio Butrón, Guillermo Contreras, Julia Contreras, Salomé viuda de Méndez , encargaron a otra persona la confección de una nueva imagen de “San Lorenzo”, recayendo en don Apolinario Relos, del poblado de Huarasiña, y que para la venidera fiesta del año 1957, todos los pobladores de Huarasiña se opusieron a entregar la imagen, apareciendo entonces la figura de todo un personaje, de don José Prudencio Patiño Morales, quien fue un humilde poblador de la zona de Tarapacá, donde él construyó la nueva.
El incendio de “Rosario de Huara”
El 10 de Agosto de 1938 se produjo un gran incendio en la oficina salitrera “Rosario de Huara”, sus ruinas se ubican a 3,5 kilómetros del pueblo de Huara. En ese trágico incendio que se produjo a las cinco de la tarde de ese día y fallecieron tres menores, y cuatro adultos.
Según cuentan los pampinos pampino la administración de dicha oficina no les había autorizado a los grupos de bailarines religiosos, ni a los trabajadores asistir a la “fiesta de San Lorenzo de Tarapacá”. La noticia se esparció por todas las salitreras y el puerto de Iquique. La gente señalaba el enojo de San Lorenzo.
“Si no están en sus puestos de trabajo mañana serán despedidos y que San Lorenzo haga el milagro de buscarles trabajo en otra parte, pero acá no” fueron las palabras del administrador, Carlos Petersen cuando, los obreros habían solicitado permiso para asistir a la fiesta de San Lorenzo.
Testimonio
El Diario El Tarapacá de Iquique señala que el incendio destruyó las bodegas, almacenes, y la administración. El fuego se propagó por medio de un pequeño estanque de petróleo, como también a un depósito de pólvora el cual estalló.
El escritor Hugo Barraza Jofré en su libro “Desandando Salitreras” señala que “Fue precisamente un incendio que se originó cerca de unos estanques de petróleo : Según investigaciones y versiones de antiguos “pampinos” ,su origen fue producto de un sector de trabajadores que acostumbraba a efectuar sus necesidades corporales cerca de ellos, limpiándose después con “guaipe” (hilachas entrelazadas que se desprenden de géneros ,telas y lanas)quien se le entregaban para limpiar su manos con aceite y grasa, por ende, al transcurrir el tiempo gran cantidad de guaipe se juntó y se compactó. Un desprevenido trabajador al dejar encendida una colilla de cigarrillo originó, el trágico incendio.
Los funerales
Barraza señala que “el día del sepelio, el gerente de la Compañía, Alejandro Echegoyen acompañado del administrador, Carlos Petersen comprometió todo tipo de ayuda para las familias de las víctimas que fueron despedidos multitudinariamente en el Cementerio del pueblo de Huara. Mientras esto sucedía, en la administración de la oficina rosarina, como, paradoja del destino, se podía leer aún en el pizarrón, donde se comunicaban las noticias de la compañía que “No hay permiso, para nadie, el que no esté en su puesto de trabajo será despedido. Después que vayan a San Lorenzo para que le de trabajo”
Nace la leyenda
“Esta tragedia que enlutó a esta salitrera, de popularmente el precedente que así como, el Santo murió en la hoguera, él a su vez castiga con fuego a quienes impiden cumplir sus mandas. Dos años después, el 27 de Julio de 1940 la Cosatan firmaba la terminación de faenas y paralización de la oficina Rosario de Huara.
Al día siguiente relata la publicación huarina, encabezado, por el propio administrador, Carlos Peterson, Gerente Alejandro Echegoyen y jefe de pampa, Enrique Medina y toda la población de la oficina y los bailes religiosos llegaron hasta el pueblo de Tarapacá a saludar a San Lorenzo.
Daniel Diaz Segovia