La celebración de la Pascua de los Negros, contempla la llegada de más de 700 imágenes del Niño Jesús, las que son resguardadas en una especie de guardería que dispone la Iglesia, desde el domingo 4 de enero, hasta concretar la celebración de la Epifanía del Señor, cuando en la madrugada del 6 de enero, son entregados a sus dueños, adornados con peritas de pascua y variedad de dulces.
Miles de personas se congregan antes de medianoche en la iglesia central del pueblo de La Tirana; con sus trajes prolijos y llamativos, están listos para brindar tributo al niño Jesús que es transportado en los brazos del obispo de Iquique.
En medio de una multitud que hace espacio, tomándose de las manos y formando una cadena humana aparece esta figura de tamaño real, un niño de rostro angelical y una mirada muy especial que transmite paz y ternura, va cubierto con un awayu ceremonial andino, poncho de colores fuertes y festivos. En tanto, los bailes de pastores, hacen sonar sus instrumentos de cañas, ahora tubos plásticos y de colores, mientras agitan sus pañuelos coloridos al viento.
La fiesta brinda mucha alegría y jolgorio a quienes bailan con entusiasmo en medio de la caravana de observadores. Los músicos tocan un reportorio conocido y la gente canta a viva voz. Si hay algún turista es bienvenido, incluso algunos creyentes los toman de las manos para hacerlos partícipes y que vivan en carne propia el regocijo de bailar para el hijo de Dios.
Fiesta familiar
Al día siguiente desde las 9:00 de la mañana, en la iglesia comienza a haber movimiento, los locales del pueblo abren sus puertas y es un real privilegio encontrarse con el pan amasado de La Tirana, los pululos y la quínoa.
La gente se nota muy hospitalaria, son las familias quienes en ésta fiesta abren las puertas de sus casas para recibir a los bailes religiosos, diseñan laboriosamente un pesebre que se inspira en el de Belén, pero recibe los aportes propios de la cultura local. Los animales de la región son sus principales protagonistas: llamos, corderos, gallinas, conejos, ramas de árboles de la zona y objetos nativos, utilizan también luces navideñas, la casa se convierte en un pequeño templo donde los bailes entran para rendir homenaje al niño Jesús.
Bailes, comidas, bebidas y cacharpaya de despedida por toda la plaza: «Ya me voy, ya voy yendo/ de este pueblo tan querido/ me voy a ir dejando tristes corazones”, cantan los creyentes.
«Esta es la fiesta de los tiraneños», dice don Luis Choque, miembro de una de las familias más antigua del pueblo. Todo iquiqueño sabe que los adornos de navidad se retiran después de la Pascua de los Negros, la misma Municipalidad de Iquique espera a que pase el 6 de febrero para quitar todas las decoraciones que se han desplegado por la ciudad, sin embargo, son menos quienes asisten a esta no tan popular, pero igualmente importante celebración en el connotado pueblo de la Tirana.
Transformación
El sociólogo Bernardo Guerrero, explica que esta celebración al igual que otras manifestaciones llegadas del viejo mundo, fueron el dictado de la sobrevivencia, que hizo que la cultura andina cubriera con ropajes católicos, a la Pachamama. La Virgen del Carmen, fue la expresión de ese camuflaje. Y agrega que, “este complejo Pachamama-Virgen, fue la mejor estrategia de ocultamiento de la religión andina. Los santos patronos, por otro lado, en cada pueblo, cumplieron la función que antes, realizaba el tótem”.