Antiguos registros históricos evidencian cómo la comunidad matillana participaba y sigue haciéndolo con gran recogimiento en las actividades de Semana Santa. Son días dedicados a la oración y a la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús.
Una invitación a pasar Semana Santa a los pies del Ande, en el Oasis de Matilla, es vivir un maravilloso encuentro de devoción, tradición y cultura. La Tradicional Semana Santa de Matilla, cuyos cultos se remontan a los siglos XVII y XVIII, desde unos años atrás, ha vuelto nuevamente a renacer después de un ostracismo de casi un siglo.
Los antiguos hacendados y viñateros matillanos, traían sacerdotes desde Lima y Arequipa para “cantar la Semana Santa”, y en una de sus procesiones más tradicionales, que se efectuaba el Martes Santo a la medianoche, las andas del “Señor de la Caña”, salían cargadas por caballeros penitentes que descalzos y a espaldas descubiertas y con sus rostros cubiertos por el tradicional cucurucho hispano, azotaban con látigos sus espaldas hasta hacerse sangrar.
Esta magnífica Semana Santa, comienza en Matilla con la solemne procesión del “Señor de la Palma” imagen de porte natural que recorre las principales calles del pueblo, al son de las marchas que toca la banda de bronces el Domingo de Ramos, que se efectuará en la mañana del 20 de marzo.
Seguidamente el martes 22, en la noche se lleva a efecto una de las más queridas procesiones, la del “Señor de la Caña”, que se efectúa ante un impresionante recogimiento y silencio, acompañado por el coro del templo de San Antonio entonando antiguos himnos, mientras en las cuatro esquinas del pueblo, se levantan altares para orarle.
Posteriormente el Viernes Santo, 25 de marzo, al medio día, sale el paso del encuentro, con el centenario “Nazareno” matillano y la bellísima imagen colonial de “La Dolorosa”. Y en la noche la impresionante y solemne procesión del “Sepulcro” en la cual primeramente se efectúa la ceremonia del Descendimiento de la Cruz, con una imagen articulada de Cristo de porte natural, la que es depositada en la gran urna de madera y vidrio. Así, sale acompañado de “La Dolorosa” y San Juan Evangelista, en la procesión de su entierro, acompañado por los tristes sones de las marchas fúnebres que interpreta una banda de bronces, y el coro de Matilla, que cantan en cada una de las estaciones.
El Sábado Santo, la urna sepulcro permanece todo el día al medio de la nave central de la iglesia, acompañado por las imágenes de la Virgen y San Juan, para que los fieles le visiten y oren frente a él. En la noche se efectúa la vigilia pascual, se canta el “Pregón Pascual” para luego, campanas al vuelo, cantar el Gloria, mientras las cortinas moradas que cubren todo el altar mayor se corren para mostrar la imagen de porte natural de Cristo resucitado, acompañado de niños matillanos vestidos de angelitos. Al terminar la gran Misa de Gloria, se sirve a los asistentes el tradicional chocolate acompañado de dulces.
En tanto el Domingo de Resurrección, después de una solemne misa, sale en procesión la gran imagen de Cristo Resucitado al encuentro de su madre, al son vibrante de las marchas interpretadas por la banda de bronces y las campanas al vuelo, en un ambiente de gran alegría. La Semana Santa de Matilla, es una demostración del riquísimo patrimonio inmaterial de Tarapacá, que ha resurgido nuevamente, para ser conocida por todos nosotros y la gran cantidad de turistas de la zona e incluso del extranjero, que asisten atraídos por su valor patrimonial.
Publicado en El Longino el jueves 10 de marzo de 2016.