Habitaron el territorio desde hace 10 mil atrás. Se desplazaron por el Norte Grande en búsqueda de agua y de alimentos. Eran cazadores recolectores y formaban grupos de no más de quince personas. Todo lo que hallaban a su paso tenía su utilidad. No conocían la depredación. Se alimentaban de machas, pescados y aves marinas entre otras especies, según la evidencia arqueológica. Levantaban pequeños toldos con piel de lobo marino, a modo de abrigo. Dejaron, por cierto, muchas preguntas, que los especialistas tratan de responder.
Los chinchorros tenían, como ya se ha estudiado, una organización social simple, que contrastaba con la complejidad para momificar los cuerpos de sus muertos. Nunca vamos a saber el porqué de esa práctica. Pero, gracias a ella, sabemos de su existencia. Nos dejaron sus momias como prueba de su existencia.
La Unesco ha declarado a esta compleja cultura como Patrimonio de la Humanidad. Un reconocimiento además a la UTA, por la dedicación a este tema, a su divulgación y estudio. Recuerdo en una clase de Magister en Patrimonio de la UNAP, la vista de Bernardo Arriaza quien nos habló de la importancia de esta presencia y de los nuevos estudios realizados, con tecnologías sofisticadas y eficientes.
La infancia de los nortinos está marcada por la presencia de las momias. Se construye un edificio o una nueva red de alcantarillado y no tardan en aparecer ataviados con ropas ya descoloridas y con la mirada perdida. El Norte Grande parece estar levantado sobre estas momias que soportan nuestra agitada y hasta despreocupada vida sobre nuestros antepasados más remotos. Estos habitantes son nuestros hermanos mayores.
Nuestra riqueza patrimonial tanto tangible como intangible nos convierte en una geografía rica y variada, a la que a veces no le damos tanta importancia. Ha sido esta vez la Unesco, tal como lo hizo con Humberstone la que nos visibiliza como Tesoro de la Humanidad. Detrás de ambas iniciativas, universidades, organizaciones que han empujado estos proyectos. ¿El próximo paso? Por cierto, el arte rupestre.
Publicado en La Estrella de Iquique el 1 de agosto de 2021, página 11