El Norte Grande de Chile es para la elite santiaguina una piedra en el zapato. Si no fuera por las riquezas minerales, hace rato que nos hubiera abandonado, tal como ocurrió con la crisis del salitre. Si no hubiese sido por el deporte y las banderas negras, en el caso de Iquique, no tendríamos lugar en el imaginario nacional. Territorio de indios que había que chilenizar y evangelizar una vez arrebatado estos territorios a Perú y a Bolivia. Pero ahí está la fiesta de La Tirana desafiando la uniformidad cultural definida desde Santiago negándose, a ser reducida a una postal folklórica.
Colchane está ahora en la TV. Creada bajo criterios geopolíticos durante la dictadura de Pinochet, y sin atender a la percepción del espacio de los aymaras, se creó de un modo artificial, desplazando a Isluga como el pueblo central de una configuración mayor de la que Colchane no era más una estancia o ayllu. En Colchane, a través de su feria que se realiza cada 15 días, es el lugar de encuentro del mundo andino separados en repúblicas como consecuencia de la guerra del Salitre o del Pacífico.
Esta comuna hizo noticia al ser junto a Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea en la que ganó la opción del Rechazo. Hoy es el centro de un problema humanitario al que el estado y su cancillería ha sido incapaz de solucionar, primando por cierto los aspectos represivos como expulsar a quienes, no en forma voluntaria, han tenido que abandonar sus paises de origen.
Los que conocemos esta zona sabemos lo dificil que es vivir allí. El impacto que debe tener para la población desplazada de Venezuela, no lo podemos imaginar. Viajar de los 4.000 metros sobre el nivel del mar para llegar a Iquique, algunos caminando, cargado de ilusiones, es la versión del Exodo, pero sin milagros. Han tenido que cambiar el paisaje tropical por el del desierto más árido del mundo.
La población del Norte Grande, antaño solidaria, los ve como portadores del Covid 19, aunque las estadisticas lo nieguen. Pero, el extranjero es un chivo expiatorio, una respuesta fácil a problemas complejos de la que nosotros formamos parte.
El Norte Grande no se puede entender sin las migraciones. Desde fines del siglo XIX vinieron a trabajar el salitre. Fueron aceptados porque eran rubios, pero fueron segregados los chinos, afrodescendientes y andinos. Nuestro “pecado original” se constituye por la variedad cultural cuestión que a la elite blanca, patriarcal y monolingue les molesta. En el Norte Grande conversan pampinos, cholos, afrodescendientes, indios y mestizos.
Colchane apenas aparece en el mapa, pero demuestra el fracaso de la política exterior de Chile, que se empeña en tener buen comportamiento de la OCDE, a pesar de que somos los últimos de la clase. Pero además, demuestra cuan alejados estamos del humanismo, de la solidaridad y de una ética que desafie la inutilidad de las fronteras. Hay que escuchar “Si somos americanos” de Rolando Alarcón.
Bernardo Guerrero, sociólogo. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Arturo Prat.
Iquique, 9 de septiembre de 2021
Fotografía Pamela Hernández Leiva