Lucho Barrios ha muerto
1935-2010
El llamado padre de la “canción cebolla” murió a los 75 años en un hospital de Lima. Para los que habitamos el Norte Grande, en sus ciudades puerto, la figura y la voz de este peruano era tan familiar como el cochayuyo y el luche. Criados bajo la impecable presencia de las “chanchas”, sus valses y boleros fueron la banda sonora de una ciudad, como Iquique, que gracias a la industria pesquera, había logrado reponerse de la crisis del salitre.
La bohemia de esos años no se puede entender sin Lucho Barrios. Sus presentaciones en el Teatro Nacional inolvidables. Sus long play (Lp) se vendían como pan caliente en las disquerías de ese entonces. Las chanchas no se cansaban de amplificar su voz. El domicilio del peruano más querido por los chilenos, eran las calles Thompson con Amunátegui. Calles de bares como “La Nave”, comedores como el de Pedreros, y tantos otros que la memoria no albergó. Sus canciones resonaban en el Iquique popular, ese que empezaba a crecer por el lado norte. “El Corner Bar”, “El Dándalo”, y “El Genovés” apuraban el metro cuadrado de cervezas mientras el peruano cantaba “Me engañas mujer”. Debutó en Arica el 18 de septiembre de 1960 en El Rosedal.
Si hubiese que levantar un monumento al peruano más querido por los iquiqueños, debiera estar en el Mercado Municipal, en el mismo lugar donde alguna estuvo el “Zaragoza” o el “Victoria”. De esos asfaltos y de esas veredas pertenecía don Luis Barrios.
En esas calles supimos de la “Niña Bonita”, del “Señor Abogado”, “Rondando tu esquina” y por cierto del vals “Iquique” que don Lucho cantaba como si fuera de los nuestros. Vals escrito por un boliviano y que Lucho cantaba desde el alma. No existía entonces la palabra para-diplomacia, pero Gilberto Rojas y Lucho Barrios fueron los precursores de esa amistad, por la vía de la música.
Año 1984, ciudad de Amsterdam, al borde un lago congelado, en un teatro lleno de exiliados, canta Lucho Barrios. Le pido que cante el vals “Iquique” y él responde “Es que también hay iquiqueños por acá”. En el entremedio pregunta por la salud de Julio Prieto. Un caballero que le canta al sentido común masculino que defiende su honor a muerte “Señor abogado, no quiero defensa, prefiero morir”. Fiel al manual y al protocolo de su época, hijo de un continente de hijos con padres abandonados, Barrios Rojas, encauza con su voz los temas del romancero amoroso en boga: el machismo, la masculinidad y otros tópicos son posibles de hallar en su extensa discografía: “Yo creo que a todos los hombres le debe pasar lo mismo”. “Traiga amigo más licor para beber”, la terapia servida no en un diván, sino sobre una vaso de vino. El engaño, se constituye en la pieza clave de este registro socio-musical.
Las canciones que lo anclaron a la geografía nacional fueron “La Joya del Pacifico” de Víctor Acosta y el vals “Iquique” de Gilberto Rojas. Canciones postales de dos ciudades puertos, que reconocieron el talento de este peruano nacido el año 1935. La así llamada “música cebolla”, ha quedado huérfana de uno de sus padres fundadores. Barrios ha muerto, pero no así su legado musical.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de mayo de 2010. Página A- 12