El año 1942, una hermosa mujer es proclamada reina de la primavera. Su nombre: Gini. Su apellido: Vé.
Su belleza cautivó a todos los iquiqueños. Pero hubo uno que literalmente enloqueció ante la soberana. Corría como un loco tras el carro alegórico que transportaba por la calle Tarapacá a la Señorita Vé. Le declaraba un amor tan incondicional, que le habría de durar prácticamente toda la vida.
Vestía un traje oscuro, una barba frondosa, portaba una caja de zapatos y una cruz inmensa, tan inmensa como su amor, le colgaba del pecho. En los años 80, el enamorado apodado Ginivé desapareció de la ciudad. La soberana empujada por la crisis que vivía la ciudad, se mudó a Santiago.