
(Composición original de don Santiago Polanco Nuño, que obtuvo el Primer Premio en el tema correspondiente al Concurso literario organizado con motivo de las festividades de la Semana Tarapaqueña de 1947).
Tierra heroica del trabajo, del tesón y la esperanza;
tierra pródiga en tesoros para el hombre y su pujanza
tierra mía, generosa cual ninguna bajo el sol,
en el mar y en la montaña, en la pampa y la quebrada
vas diciendo la rudeza de tu cálida jornada,
sin tener mayor apoyo que tu propio corazón.
Tierra heroica de titanes, que a través de tantos años,
has seguido por la huella del olvido y desengaño,
soportando estoicamente la pobreza en tu vivir,
hoy te miro y me recuerdo de esos tiempos ya pasados,
cuando el oro de tu tierra divergía hacia mil lados
y en los cinco continentes te sabían aplaudir.
Hoy te miro y me da pena tu presencia abandonada,
en el mar y en la montaña, en la pampa y en la quebrada,
despreciada en una forma que me hiela el corazón
tu misión ya la cumpliste, ya les distes todo el oro
y al creer que en tus entrañas va acabándose el tesoro,
te han dejado la amargura de esta cruel desolación.
Cuantas veces la bandera de esta patria incomparable
se llenó de galardones de heroísmos admirables
en las huellas sacrosantas de esta leal Tarapacá;
Pedro Lagos en Arica, Sotomayor en Dolores,
Ramírez en la quebrada de los muchos sinsabores
y ante los ojos de Iquique, el insigne Arturo Prat.
Cuántas veces los soldados de este Chile legendario,
indigentes en recursos, pero en valor millonarios,
se fundieron en la arena de esta pampa varonil;
esta pampa generosa que es aliada del valiente
y desconoce al cobarde, que en el pecho sólo siente
la atracción de la pereza y del cómodo vivir.
Yo he visto a los pescadores, que en las noches de Cavancha
han partido hacia el oeste de la mar inquieta y ancha
desafiando mil penurias para poder subsistir;
y después de varios días de privación y desvelos,
regresaron, siempre listos jo el mismo claro cielo,
con las mejores sonrisas ba para volver a partir.
He admirado a los obreros de la pampa salitrera
que, alejados del bullicio de la vida placentera,
dan de sí el mayor esfuerzo bajo el calor tropical;
luchadores abnegados, fuertes, rudos y despiertos
que, sin ver otro horizonte que la arena del desierto,
día a día van mostrando su pujanza natural.
Al pie de la cordillera yo he palpado la tristeza
en que el indio vive y pena en la hiel de su pobreza
mientras siente que se extingue la fe de su corazón;
y en los puertos y villorios de esta zona valerosa,
la muchacha sonriente, decidida y generosa,
se estremece ante lo inútil de cualquiera aspiración.
Pero el espíritu bravo de esta pléyade nortina
no se abate ante la cruda soledad que la domina
y mantiene a flor de labios la alegría hecha canción;
y esperando que algún día llegue la luz sobre la senda
y una mano ejecutiva nuestro pecado comprenda,
¡nuestro terrible pecado de la extrema posición!
Mientras tanto, compañeros de la costa y de la sierra,
ensalcemos al destino que nos trajo en esta tierra
que en el trabajo y en coraje no respeta parangón,
que nuestro gesto no lleve la amargura en la jornada
y quizás, ante el destello de una próxima alborada,
encontremos que se asoma la justicia y la razón.
Desde el Morro legendario que en Arica se levanta,
hasta el Loa cariñoso que humedece nuestra planta,
seguiremos a la espera de explotar este valor,
esta fauna submarina, hasta ahora despreciada
esta reserva minera de riqueza incalculada
y el valor de nuestra gente, que es de todas la mejor.
Compañeros de los puertos, de la pampa y de la sierra,
no apaguemos el aliento que en nuestros pechos se encierra
y luchemos firmemente por la fe de ideal;
que el coraje y el trabajo, que el tesón y la pujanza,
que la gloria y el olvido, que la luz y la esperanza,
todo eso lo decimos al decir; TARAPACA…!
SANTIAGO POLANCO NUÑO
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