Imposible pensar una velada boxeril sin la presencia de La Banda del Litro. Es como si los peloduros de verdad, se subieran al cuadrilátero, sin fe ni esperanza. Imposible, para el que baja al centro, un sábado por la noche o en la víspera de un feriado, no asociar La Banda del Litro con una velada boxística.
Y es que La Banda del Litro es ya parte integrante del patrimonio local. A un lado de la puerta principal de la Casa del Deportista y casi pegados a la gris pared de ésta, los músicos, al guiño del trompetista, o de una contraseña silenciosa, sin decir «agua va», le da el vamos a cuantos ritmos pueda.
Son sus músicos, hombres humildes. Por lo general, gente de las Fuerzas Armadas, en retiro o en servicio activo. Gente que toca en conjuntos populares, sonoras y otras. Gente que le toca a los bailes religiosos cada 16 de julio. Músicos que aprendieron el oficio a fuerza de perseverar. Músicos de oídos solamente dirán los siúticos de siempre. Y lo dicen con un cierto tonito peyorativo, casi con indiferencia. Pero, claro está, no son músicos de partituras, pero si son músicos con sintonía popular. Y la gente los respeta. Y como no. Baste escucharle «La marcha de los Santos» del gran Louis Armstrong, y verá como el sonido de la trompeta despierta en usted tantas cosas, que mandará al diablo eso de que son sólo músicos de oído. La Banda del Litro, así le dicen, porque según algunos y según muchos, le hacían a eso del vino. Otros dicen que ahora, con tanta modernidad, deberían llamarse La Banda del Ladrillo. Cuando niños, el saxo del Maestro Pereira, tocado casi con respeto sagrado, nos llamaba al silencio, y mirábamos como sus añosos dedos y sus labios ya partidos con tanta vocación por la música, lograban partir el silencio de la noche. La noche de Iquique de ese entonces era posible de agarrar pese a nuestros cortos años. La Banda del Litro ya no cuenta con el Maestro Pereira, ahora con su saxo le toca al otro Maestro. Mientras tanto ya no tenemos esos años ni esas noches tan nuestras. Sin embargo, toca, mientras tanto el señor con la humita blanca, al medio del ring anuncia: «Primera pelea de la noche. Por la categoría medio-pesado, se enfrentan los púgiles de Unión Matadero, Ramón Ramos, versus, Manuel Pulgar del Manuel Sánchez. Jurados los señores Ariscaín, Ponce y Otárola, árbitro para este encuentro, el Señor Jorge Gárate». Y el respetable en rechifla general reprobaba al referee. Pero era sólo un juego, una costumbre. Sentada La Banda del Litro, esperaba pacientemente su turno para la próxima retreta.
Poco queda ya de esa gloriosa Banda del Litro. Tuvimos la suerte de grabarlo en la Universidad Arturo Prat. He aquí el registro