Cuenta la leyenda que los niños que han muerto sin ser bautizados, merodean por los sembradíos y cerros de Camiña convertidos en duendes.
Estas criaturas son juguetonas y suelen hacer travesuras. Se muestran preferentemente en las noches, cuando las personas riegan la chacra y solo se les puede reconocer por su silencio perpetuo, pues en apariencias son como las de cualquier mortal.
Para deshacerse de ellos no se les debe molestar, o hacerlos optar entre la lana y el fierro, para que se alejen evitando alguna venganza.
Versión de Oreste Plath.
En: Juan García Ro (2015). Leyendas del Norte Profundo (p. 39). Vallenar: Ediciones Mediodía en Punto.