Krumiros. «…Jadeantes, alcanzaron hasta la esquina de Riquelme y recordando que soldados del Carampangue estaban trabajando en la bahía, acordaron ir a evidenciarles su descontento.
-¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ellos son los que nos están aportillando la huelga!
-No, no hagamos eso, compañeros. Es peligroso –objetó un veterano estibador.
-¡Qué se mete usted! No sea cobarde, compañero –y las miradas coléricas lo fustigaron-. Además, ¿no es cierto acaso que krumirean? ¿Los estamos calumniando?
-¡Pero no le echen la culpa a los congrios! A ellos los mandan y tienen que obedecer» (Caliche. Luis González Zenteno, 1954: 187).