Canto lírico a Iquique

Trabajo premiado en el Concurso Literario organizado en la “Semana Tarapaqueña” y del cual es autor don Roberto López Meneses:

Al pié de recios y empinados montes

– verdadera manada de bisontes

detenidos de pronto en su carrera

para admirar en todo su prestigio

con asombrados ojos de prodigio

de la estupenda pampa salitrera-

surge Iquique, radiante de esplendores,

bajo un cielo magnífico,

mientras  le entonan su canción de amores

las rumorosas aguas del Pacífico.

A manera de amante que recela

del caballero hacedor de hazañas

que desplazarlo de su amor anhela,

se alza como gallardo centinela

del tesoro que oculta en sus entrañas.

A su belleza incomparable aduna

los campos de su historia,

pues le ofrecieron sin reserva alguna

sus mejores halagos la Fortuna

y su más bello galardón la Gloria.

Tierra de promisión y de grandeza

a quién todo lo dio Naturaleza

lo mismo en la quebrada que en la sierra,

lo mismo en el breñal que en el barranco,

como un milagro de la madre tierra

florece, inmaculado, el oro blanco.

Y en esa enorme y colosal colmena-

al eterno bullir de la faena-

de la zanja, entre páramos perdida,

y del picacho que hasta el cielo avanza,

fluye un himno de vida

lleno de redención y de esperanza;

un himno de alegrías.

que va-ebrio de júbilo y jolgorio-

derramando sus dulces melodías

a lo largo de todo territorio.

Pueblo noble y viril, rudo y austero,

siempre tus hijos, con empuje fiero,

colmaron tus afanes,

porque tienen los músculos de acero

y el alma de titanes.

Hombres lleno de fé, recios y adustos,

de pecho firme y musculosas manos,

tienen la majestad de los robustos

gladiadores romanos.

De piel tostada por el sol, lustrosa,

            Pupila reluciente,

son por su línea pura y armoniosa

como estatuas que hubieran, de repente

de su sueño de bronce despertado

y, cumpliéndose en ellas un deseo,

hubieran una noche abandonado

sus viejos portales de museo!

Así, rudos como ellos

Mocetones de estampa varonil

Debieron ser aquellos

Que una noche de pasión febril

Y con el alma de amargura opresa

Le inspiraron al gran Rouget de L’Isle

La gloriosa y sublime Marsellesa!

y, si famoso por tus hijos eres

y ya nada te inquieta,

¿qué podría en su cántico el poeta

decir de tus mujeres?…

Sintiérase incapaz hasta el pincel

del propio Rafael

para expresar con tacto y con finura

la gracia  y donosura

de las flores que adornan tu vergel.

Pródigo el cielo al repartir los dones

que debía otorgar cada cada ser

puso, en la iquiqueñas- seducciones

que no puso en ninguna otra mujer.

Y, atrayendo a mil lunas y mil soles,

dió con una divina pincelada

a su rostro matices de arreboles

y destellos de luna a su mirada!

Y ¿qué decir IQUIQUE,

Al recordar tu prodigiosa historia,

Que en mi humilde cantar no signifique

Grandeza para ti, grandeza y gloria?

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Fue al lucir de una espléndida alborada.

Con recuerdo de la patria a solas,

Dos goletas yacían en tu rada

Dulcemente mecida por las olas.

La mañana magnífica, el abismo

insondable del mar y el cielo mismo

anunciaban que el mundo en aquel día,

casi mudo de asombro asistiría

a un verdadero festival de gloria

y al ejemplo más grande de heroísmo

que registra en sus páginas la Historia.

Vigoroso, potente y soberano,

con un humo lejano

púsose el enemigo en evidencia:

era el gallardo monitor peruano

y la enorme fragata Independencia.

No podía el combate ser dudoso

¡Cómo vencer si la Esmeralda era

una frágil goleta de madera

que debía luchar con un coloso!

Pero no era esa lucha un desatino,

porque cada marino

que guardaba en su seno la esmeralda,

era un hijo preclaro

de esa raza viril de Lautaro,

de Guacolda, de Fresia y de Tegualda!

Y el combate empezó, terrible y fierro,

incesante el cañón, firme la espada,

y con los prodigios de coraje, pero …

contra esa mole de blindado acero

tus bravos hijos no podían nada!

Y, testigo tu mar de aquel arrojo

en esa lucha desigual e ingrata

vió que sus aguas de bruñida plata

teñíase de rojo.

Al fulgor inmortal de esa mañana

en que vencida por el Huáscar fuera,

la Esmeralda, deshecha pero ufana

caía al golpe de la suerte artera

pero erguida en el malo de mesana

siempre altiva y gloriosa la bandera!

El valor inaudito y sorprendente

De Prat y de su gente,

Valor que el pecho de entusiasmo inflama,

Permitió desde entonces que la fama

-que estimula y admira a los leales-

coronara, solícita, tu frente

de lauros inmortales.

No es extraño que así te dignifique

y tu gloria sea hoy universal!

pues se sabe que bajo el cielo austral

existe un pueblo singular: IQUIQUE,

donde crecen, se asilan y confunden

muchas glorias humanas

y es inmenso crisol en que se funden

las más grandes virtudes ciudadanas!

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Y perdóname ahora si, indiscreta,

mi pobre musa su humildad quebranta

para decirte con palabra escueta

que un hijo de IQUIQUE este poeta

que, reprimiendo su emoción, te canta.

                        Iquique, Mayo de 1936

                        Por “HIJO PRODIGO”

Tomado de   Alfaro Calderón, Carlos A.  “ Reseña Histórica de la Provincia de Tarapacá”1936

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