La geografía tarapaqueña está definida principalmente por su clima, su condición de zona desértica y por su relieve en relación a su diferencia de altura. En ella se han originado, a grandes rasgos, 3 pisos ecológicos: la costa y cordillera de la costa – la pampa o depresión intermedia – y la cordillera de Los Andes, con sus faldeos (sierra o pre-cordillera) y altiplano.
La costa, está demarcada por sus planicies y un farellón abrupto, de alturas que alcanzan los 800 m.s.n.m., y que actúa como biombo climático, geográfico y cultural. Luego, la depresión intermedia se encuentra atravesada por valles y quebradas para dar paso a la pampa del Tamarugal, con extensos bosques de tamarugos, chañares y algarrobos; además podemos encontrar riquezas naturales como los salares; las áreas donde se fue depositando el caliche y por ende se desarrollaron las salitreras, y una vista maravillosa de la infinidad del desierto. Ya sobre los 2.200 m.s.n.m. comienza a sentirse el aire distinto, estamos ascendiendo rumbo a la maciza cordillera de los Andes y en sus faldeos por el lado poniente se presentan algunas serranías con profundas quebradas de cursos intermitentes y pequeñas localidades agrícolas. Al pasar por los 3.500 m.s.n.m. se forma una gran meseta de relleno volcánico llamado altiplano, la vegetación sobrevive a peculiares factores climáticos y se pueden apreciar lagunas y salares que crean perfectos ecosistemas andinos.
Esta “loca geografía” es posible de ser recorrida en diversos sentidos, la región es heterogénea, por lo que podríamos partir descubriendo el mismo Iquique con su geografía urbana, sus barrios tradicionales nos enseñan la verdadera mixtura entre lo popular, el patrimonio histórico y el sabor de las distintas culturas extranjeras como lo son la peruana, boliviana, china, india, árabe y tantas otras. Lo fundamental es caminar por las calles y esquinas de los barrios el Morro, La Puntilla, el mismo centro, El Colorado o Plaza Arica. Es interesante también repasar estos lugares a través de sus ferias itinerantes, el mercado o el terminal agropecuario, luego pasar la tarde en playa Cavancha o Playa Brava, y por la noche en el Wagon y los bares El Democrático, El Dándalo, El Genovés o el nuevo Radicales.
Otro recorrido atractivo es su costa hacia el sur, sus playas y caletas hasta llegar al río Loa, para conocer como fueron los asentamientos costeros en torno a la explotación y embarque del guano, y cómo se vive hoy en estas localidades. Es tradicional almorzar en Los Verdes o comer una rica empanada en Chanavayita, hacer una agradable y cuidadosa caminata por el Pabellón de Pica y conocer el peculiar museo de Río Seco, por ejemplo.
Por otro lado, es imprescindible conocer lo que fue el ciclo de la plata con el desarrollo de Huantajaya, el del salitre con sus salitreras, esto es visitando Humberstone, Santa Laura o Victoria en la pampa; y los puertos y su sistema de embarque a partir de andariveles y líneas ferroviarias, explorando el camino costero norte hacia Junín y Caleta Buena.
En otro sentido, hay mucho que descubrir hacia el interior; desde Pozo Almonte, La Tirana, La Huayca, Matilla y Pica; sus iglesias, fiestas religiosas y gastronomía. Además de, viajar en vehículo a los pueblos inmersos en las quebradas de Tana o Camiña, Tarapacá, Mamiña, Guatacondo, conociendo sus aldeas, terrazas, paisajes, termas, geoglifos y petroglifos.
Por último, para conocer bien la región es indispensable un viaje por el altiplano; disfrutar de su belleza escénica, sus pueblos y rituales, conjuntos de iglesias y campanarios, carnavales, caseríos, bofedales y salares.
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Paloma Aravena Zamorano