​Arturo Godoy

Boxeador
10 de octubre 1912 – 27 de agosto de 1986
Chileno, Iquiqueño. Nace en Caleta Buena.

Nunca dijo, como todos: «no peleo más». Siempre mantuvo la ilusión de un nuevo combate, siguió entrenando, mantuvo su condición atlética, como si quisiera así, rechazando la idea del retiro definitivo, prolongar su juventud. No podía conformarse con la despedida; estaba acostumbrado a los rudos encuentros a la luz del ring, a los aplausos, al ruido de las noches de peleas. Como si hubiera nacido para eso, como si al retirarse su vida perdiera su razón de ser.

Es que, desde que comenzó, Arturo Godoy vivió para el boxeo. Yo lo recuerdo en aquél lejano año de su primer viaje a la capital. Venía del Regimiento Carampangue, y debe haber sido en 1931. Era un rudo peleador, sin conocimientos boxísticos, sin otra capacidad que su tremenda voluntad. Se clasificó campeón de Chile de aficionados en la categoría semipesada, y Alfredo Ovalle Vial se lo recomendó a Luis Bouey. La tarde que Bouey lo vio y decidió tomarlo a su cargo, nació un campeón.

Concienzudamente, el experto manager lo fue preparando para el oficio. Un año entero sin pelear, dedicado a fortalecerse, a pelear, a aprender boxeo y lucha romana, a pulir sus ricas condiciones naturales. Y, después de ese año, la dura escuela del ring. Combates en Chile, Argentina, Cuba, la costa norteamericana del Pacífico, otra vez Cuba, España, de nuevo Argentina, Brasil, Chile. Seis años de aquí para allá, seis años destinados a ir plasmando, pelea a pelea, al futuro aspirante a la corona mundial de los pesados. Y todavía tres años más, en Nueva York, Chicago, Detroit y otras ciudades de Norteamérica, para adquirir un nombre, para ganarse el derecho a enfrentar al rey del boxeo mundial.

Sólo en dos ocasiones vi a Arturo Godoy desalentado, triste, desmoralizado. La primera de ellas fué después de la pelea con Bill Jones, el año 31. El formidable negro le había ganado una pelea terrible, en la que el iquiqueño recibió un castigo feroz. Fue la única vez que dijo: «No peleo más. No sirvo para esto…»

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La otra vez fue diez años más tarde. Hizo un combate muy malo, con Ernesto Carnesse, en el Caupolicán, y el público, cuando él bajó del ring, lo insultó sin piedad. Un año después volvió a Santiago, A pelear con Roscoe Toles. Charlé con él el día antes y lo vi intranquilo. Recordaba la noche de su encuentro con Carnesse, y, más encima, estaba muy adolorido a causa de una íntima tragedia sentimental.

Anoto esos dos instantes de la vida de Arturo, porque fueron excepcionales. Porque él siempre ha sido un hombre optimista, lleno de vigor y de confianza. Sano, exuberante y con una tremenda fe en su destino.

Han pasado ya cinco años de su último encuentro, y todavía hay quienes preguntan si Godoy no va a pelear más. Insensiblemente, fue saliendo del boxeo. Nunca se despidió y parece que no hubieran pasado más de unos cuantos meses de aquella pelea suya con el mendocino Lagay. Godoy trató de prolongar hasta el máximum su campaña, de ir dejando siempre para más tarde el instante de su despedida. Y fue ése su gran error. Godoy fue un gran pesado, y es indiscutible que su campaña es la mejor de todos los chilenos en la división. Y, en Sudamérica, sólo él disputó dos veces un campeonato del mundo de peso completo. En su primera campaña en los Estados Unidos obtuvo nueve victorias por K. O. y tres por puntos. Sucedió eso en los años 32 y 33. En seguida actuó en Barcelona, donde ganó siete veces, seis de ellas por K. O. En Sudamérica sólo fue derrotado tres veces, desde el 33 al 36: Tommy Loughran, Victorio Cámpolo y Bill Jones fueron sus vencedores. Pero contra Loughran Actuó tres veces. Perdió empató y ganó.

Debutó en Nueva York a fines del 1936, y allá empató con Leroy Haynes y All Ettore. Más tarde noqueó a Jack Roper, a Otis Thomas, Art Sykes y Eddie Maer. Roscoe Toles lo venció por decisión y también lo dieron perdedor en un match con Nathan Mann. Empató luego con Toles y obtuvo la victoria que, más tarde, lo llevaría a disputar con Joe Louis la corona mundial: superó ampliamente por puntos a Tony Galento. Y repitió el triunfo meses más tarde.

En los años 38 y 39 actuó otra vez en Sudamérica, y en Abril del 39 derrotó en Buenos Aires a Alberto Lovell, arrebatándole el título de campeón sudamericano de todos los pesos.

El 9 de Febrero de 1940 subió al ring del Long Island Stadium para disputar con Joe Louis el campeonato del mundo. Y perdió por puntos. Fue aquel encuentro tan comentado, aquel del «¡Agáchate, Godoy!», que celebramos como si hubiera sido un triunfo. En Junio de ese mismo año se efectuó la revancha, y nunca vi más heroico a Godoy que en esos terribles ocho rounds que el cine nos trajo más tarde. Perdió por K. O. técnico, pero luego de un combate dramático, intenso y suicida.

Perdió su título de campeón sudamericano en 1941; pero lo recuperó en 1943, cuando derrotó a Lovell en el Estadio de Carabineros.

Nunca tuvo Godoy un adversario más porfiado que Roscoe Toles. Perdió y empató con él en Detroit. Perdió dos veces en Buenos Aires y otras dos en Río de Janeiro y Sao Paulo. Y cuando se enfrentaron por novena vez – en el Estadio Chile de nuestra capital-, Godoy logró obtener sobre su magnífico oponente el único triunfo.

Cuando, a fines de 1949, Leonard Morrow lo noqueó en San Francisco de California, Godoy debió retirarse del ring. Pero continuó peleando, porque aún se sentía con fuerza, con entusiasmo, con juventud. Tenía 38 años ya cuando derrotó a Balbontín, al «marinero» Espinoza, a Mario Abarca y a Abel Cestac.

Por Ticiano
Tomado de la Revista Estadio
Año XIV, Nº 641
27 de agosto de 1955, Santiago, Chile

Por Ticiano
Tomado de la Revista Estadio
Año XIV, Nº 641
27 de agosto de 1955, Santiago, Chile

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