Barrio Cavancha

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Más concurrida que de costumbre se vió anteayer Cavancha, punto obligado de los ricos y pobres que desean pasar un día de agradable solaz. Y no era para menos, puesto que se trataba de celebrar el advenimiento del nuevo año, fecha hasta el más infeliz se alegra … de verse vivo.

El Nacional
8 de Enero de 1885

Así como la gente se ubica por los nombres, o las ciudades de donde provienen en Iquique la gente se ubica por los barrios.
Pero hay barrios y barrios.

Esto quiere decir, que hay los tradicionales y los más modernos. Entre los primeros, sin duda alguna, están El Morro, Cavancha, El Colorado y otros. Los últimos pertenecen a la actual expansión urbana local, y tienen, a lo menos, dos vertientes: los barrios pobres y los barrios pudientes.

Aún cuando la misma expresión de barrio, parece que tiende a identificar a los grupos sociales más antiguos y de corte popular, ya que los llamados barrios pudientes, buscan más bien ser identificados y auto-identificados por «el sector tal» o «las calles tanto». Así por ejemplo, nadie llama barrio a la Villa Magisterio.

En el barrio popular se expresa un estilo de vida tradicional. El barrio popular, esa micro-comunidad de intereses y lealtades empieza a ceder su lugar a la vida moderna, al puerto. Los bloques de departamentos -tipo Las Dunas en todas sus numeraciones- obliga a vivir, no al lado, sino arriba del otro.

Los viejos y los niños, los extremos generacionales del barrio ya no parecen ser los actores principales de esta vida tradicional. Los viejos, la memoria colectiva del barrio, viven cada día más constreñidos a sus realidades inmediatas. A ese dudoso pasado que les dio todo o casi todo. Esa rara virtud de mirar ideológicamente el pasado. Al presente que se le manifiesta con todas sus urgencias del «montepío » y de las «perseguidoras”.

Los puntos de articulación económica y social del barrio: el zapatero, el carnicero y el almacenero, van cediendo su lugar a todo lo que viene ya hecho: lo que se vende en el supermercado y en la tienda de moda. En estos lugares no sólo se compraba y se vendía, sino que también servía para el encuentro, para la «copucha» y para la distribución social de la información.

El Club, aquel maravilloso invento de la comunidad, en donde éste se representa, se simboliza y se proyecta, va poco a poco desapareciendo por no poder adaptarse a las exigencias de la vida del puerto. Por otro lado, toda una política estatal de deportes, a través de la Dirección General de Deportes y Recreación -Digeder- ha sido, directa o indirectamente, responsable de la desaparición o muerte lenta de muchos de estos clubes. El rol jugado por las Juntas de Vecinos bajo el régimen de Pinochet al (mal) administrar los recintos deportivos ha contribuido a la desintegración de estas instancias comunitarias. En el caso concreto del Club Deportivo La Cruz, fundado el 9 de septiembre de 1923, ha visto su existencia en peligro, ya que su único capital, la cancha, administrada por ese club por décadas, y precisamente arreglada por petición de esta misma institución, fue privada del recinto deportivo por la Junta de Vecinos.

Lo anterior en toda su extensión parece ser el caso, no sólo de este populoso barrio, a pesar de llamarse Plaza Arica. Creemos también corresponde al Morro, Cavancha, El Colorado, Pueblo Nuevo y tantos otros barrios.

La historia de Iquique, como toda historia, avanza, pero, es preciso saber hacia donde avanza, y si lo que se va a alcanzar es mejor de lo que se tenía.

En lo que resta de este capítulo queremos detenernos en una breve caracterización de algunos de los barrios populares de Iquique.

Cavancha

El barrio Cavancha es un barrio paradojal: es, junto a El Morro, el más antiguo, y porqué no decirlo, el más iquiqueño de los barrios, y a la vez, el más perjudicado por la modernidad, modernidad acelerada sin duda, por el fenómeno Zofri.

Conviven en este barrio un lujoso centro turístico, los mejores hoteles y restaurantes de Iquique, y como mudo testigo de la tradición algunas casas y la caleta de pescadores que día a día debe luchar para conservar su lugar de embarque para las faenas marinas.

Filomena Valenzuela es la calle principal de Cavancha, y a no mediar por la intervención de Uberlinda Moraga, esta calle se hubiera llamado Mac Iver. Cuanta su hijo, Juan López, que su madre propuso ponerle el nombre que actualmente tiene como un homenaje a la cantinera de la Guerra del Pacífico. Luego está la calle Alcalde Godoy, y otra que se llama Santa Coloma de Farnés, al entrar a Cavancha, que antes se llamaba Los Rieles, y que los cavanchinos siguen llamándola como la tradición les dicta. Más hacia el mar está la calle Manuel Antonio Matta, que antes se llamaba Belisario del Canto. Donde estaba el Consulado del Perú, hubo una plaza que se llamaba como la última calle mencionada.

Los cavanchinos que viven frente al mar, tienen una serie de playas. Destacan la conocida Poza de los Caballos, pero que los cavanchinos llaman Choyota. Lleva el primer nombre, porque los militares cuando andaban a caballo iban a esta poza a bañar a los equinos. El nombre no podría ser más obvio. Después está el famoso Buque Varado que alcanzó su mayor notoriedad en la época de gloria del Carnaval, ya que todas las comparsas iban a este sitio a quemar al Rey Momo. Luego está La Poza de la Liza, en la punta de Cavancha, es un lugar que siendo pequeño sirve para que los jóvenes cavanchinos se inicien en el arte de la pesca. Finalmente está El Saladero, playa que está en disputa con el turismo oficial.

Antiguamente, y cerca de la playa El Saladero existió el hotel Catey, en ese entonces los turistas arrojaban monedas a las cristalinas y tranquilas aguas, y los niños del barrio, innatos submarinistas se arrojaban a sacarlas, para de ese modo mostrársela a los que la lanzaron, y así ganarse la vida.

Los ejes culturales que más contribuyen a configurar la identidad cultural de los cavanchinos, están dados por la existencia de dos instituciones fuertemente arraigadas en el barrio: el Club Deportivo Cavancha y el Baile Moreno de San Pedro. Al respecto Juan López nos dice: «El cavanchino o pertenece al club o al baile, o a las dos cosas». Con ello se enfatiza entonces la relevancia de estas dos organizaciones populares, que como ya hemos dicho, simbolizan al barrio. Estos elementos, sin embargo, lo encontramos en otros barrios. Así por ejemplo, en El Matadero encontramos al Deportivo Unión Matadero y al Baile Chino.

Debido al fuerte arraigo de la religiosidad popular en este barrio, y a las actividades pesqueras de éste, cada 29 de Junio se celebra la fiesta de San Pedro, patrono de los humildes hombre del mar. Los cavanchinos orgullosos, afirman que esta fiesta nació allí, y que después se llevó al El Colorado.

En el deporte, y sobre todo en el fútbol, Cavancha (fundado el 27 de abril de 1942), al igual que otras instituciones de barrio, también tiene su historia.

Ingresó primero a la Liga de los Barrios, a la serie Aspirante de Ascenso donde obtuvo el primer lugar. Luego de salir campeón, al año siguiente, en la serie de Ascenso, se genera una verdadera hazaña que los cavanchinos recuerdan con un no disimulado orgullo. Ese día la calle Filomena Valenzuela se cerró de punta a punta y la celebración fue de «ocho a ocho».

Este barrio ha formado deportistas notables, entre ellos destacan, los hermanos Mir, Norberto y Orlando; Heriberto Pizarro «El Petate» que jugó después en el fútbol profesional, defendiendo los colores de Magallanes y Universidad de Chile; José Novo que también jugó en el primer club nombrado. Ramón Estay, jugador profesional, Director Técnico que ha encumbrado a Iquique en altas posiciones, también pertenece a este barrio.

Los cavanchinos, también poseen su personajes, entre los que destaca el Pepino, hombre dicharachero; el Pimienta, el Guata, y otro que se destacó por su mal humor, el Cocoliche. Hoy, cuando un miembro de este barrio muestra su mal genio, inmediatamente el humor popular lo rebautiza con el apodo de este último. También destacaron el Maestro Arcadio y Soto, ambos carpinteros de ribera.

Los apellidos que más se destacan como de este barrio son: Mir, Brantes, Elizondo, Arcos, Pizarro y Manzo. También todos tienen sus sobrenombres. Juan López dice que no hay cavanchino que no tenga uno. Los más famosos son: El Pichín, Coto-Coto (Juan Arcos), Guataco (padre de los Pizarros), Peje-pela (hermano de Antonio Manzo).

Antiguamente, la recreación de los cavanchinos aparte del deporte, estaba en concurrir a quintas de recreo y similares. Destacaba, La Perla de Cavancha, donde cada domingo el Ñatito Cortéz y su conjunto hacía bailar a la gente. Estuvo ubicada al lado de la casa de Juan López, casi al final de Filomena Valenzuela. Luego estaba, El Peñaflor, que era de la madre del que fuera regidor del Partido Comunista, Marcos Pinto. A ese lugar sólo concurrían los cavanchinos. Estaba ubicado en lo que hoy es la Guay y la casa de Juan Oller.

A principios de siglos, los cavanchinos, cuando venían al centro de la ciudad, decían «Voy a Iquique», en la actualidad lo siguen diciendo, conservando con ello cierto aire de autonomía aunque sea sólo verbal, pero indicador de su identidad como grupo, aunque muchos de ellos, “gracias” al Plano Regulador se han tenido que ir a vivir a otros lugares. Pero la sangre tira, y cada vez que un cavanchino se nos va, llegan al barrio, todos los que ya no habitan para darle el adiós. Además hay una tradición en este sector que afirma que cada vez que se muere un cavanchino se mueren tres. ¿Le estará pasando lo mismo al barrio como comunidad?

Fuente: Bernardo Guerrero Jiménez, Del Chumbeque a la Zofri, Iquique, Chile, 1990.

2 comentarios en “Barrio Cavancha”

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